Según el informe de las perspectivas para el año que viene de Allianz Global Investors (Allianz GI), aunque los inversores pueden confiar en que para 2021 habrá una vacuna eficaz contra la COVID-19, la trayectoria de la recuperación económica sigue sin estar clara. Se requerirá un conjunto de inversiones más amplio, sin limitarse a las […]
Según el informe de las perspectivas para el año que viene de Allianz Global Investors (Allianz GI), aunque los inversores pueden confiar en que para 2021 habrá una vacuna eficaz contra la COVID-19, la trayectoria de la recuperación económica sigue sin estar clara. Se requerirá un conjunto de inversiones más amplio, sin limitarse a las regiones, los sectores y las estrategias que se han comportado bien en los últimos tiempos.
En el informe se señala que habida cuenta de los estímulos monetarios y fiscales masivos, los inversores sufrirán efectos secundarios (en particular, valoraciones elevadas en varias de las principales clases de activos), lo que enfatiza la necesidad de una cuidadosa selección entre los activos y las regiones. Por ello, señalan que: “es necesario buscar un equilibrio general en un mercado de renta variable incierto: la de Europa y Asia puede ofrecer más rentabilidad que la de los mejores valores de EE.UU. en 2020 y es posible que las acciones Value comiencen a recuperar terreno respecto de las de Growth”.
En este sentido, según los expertos de la gestora, los bonos de deuda pública estadounidense a más largo plazo pueden resultar menos atractivos en caso de que la curva de tipos se empine como está previsto; los bonos corporativos, la deuda asiática y los bonos ligados a la inflación ofrecen oportunidades interesantes.
La economía mundial se ha recuperado de lo peor de la recesión causada por la COVID-19, a pesar de que algunos países siguen luchando contra el aumento del número de infectados y continúan con medidas de confinamiento. Mucho depende del éxito del despliegue de una vacuna y de tratamientos con fármacos eficaces. Si no se controla la pandemia, las economías podrían tardar años en recuperarse. Esta incertidumbre se refleja en el abanico inusualmente amplio de previsiones de crecimiento para los países de la OCDE, con escenarios para 2021 que oscilan entre el 7% y el -2%.
Los países han utilizado estímulos para combatir el coronavirus, y aunque este respaldo ha sido necesario y útil, puede haber pérdidas económicas con dolorosos efectos secundarios a largo plazo, entre los que se incluyen los elevados precios de los activos en algunos mercados (particularmente evidente en el caso de los bonos de deuda pública y de la renta variable estadounidense), el elevado endeudamiento público y privado y el aumento de la volatilidad de la inflación.