En un mundo donde los activos digitales empiezan a tener su peso y donde incluso hemos conocido que la primera gestora en el mundo, BlackRock, ha lanzado un un fideicomiso privado de bitcoin al contado para clientes de EEUU, no es de extrañar que los bancos centrales y las entidades tradicionales quieran subirse al carro […]
En un mundo donde los activos digitales empiezan a tener su peso y donde incluso hemos conocido que la primera gestora en el mundo, BlackRock, ha lanzado un un fideicomiso privado de bitcoin al contado para clientes de EEUU, no es de extrañar que los bancos centrales y las entidades tradicionales quieran subirse al carro de esta tecnología.
De hecho, Sam Theodore, analista senior de Scope Ratings, indica que los bancos centrales de los países con sistemas bancarios desarrollados han declarado inequívocamente que sus iniciativas de CBDC, las monedas digitales de los bancos centrales, se llevarán a cabo en estrecha colaboración con sus bancos.
De hecho matiza que, en el caso europeo, es dudoso que el euro digital del que ya tanto se habla y que está en fase de prueba por parte de la UE, tenga alguna utilidad si no está en estrecha relación con las actividades bancarias.
“Los mensajes del Banco Central Europeo (BCE) relacionados con un dEUR son cada vez menos hipotéticos y más convincentes, sobre todo porque el argumento para su creación es cada vez más claro”, comenta Theodore.
Y es que el experto se basa en que, en la reciente publicación del BCE ‘Principales objetivos del euro digital’, el organismo cita tres riegos de inacción en esta apertura hacia su moneda regulada digital: la posibilidad de que el dinero público pierda su papel de ancla monetaria (fundamentalmente ante el uso en declive del efectivo); el hecho de que las criptomonedas privadas no pueden garantizar la convertibilidad uno a uno con el dinero del banco central y son vulnerables a las caídas; y por último, el preocupante asunto de que las soluciones de pago digitales del sector privado (cripto o de otro tipo) están dominadas por actores tecnológicos no europeos, que pueden representar amenazas materiales para la soberanía monetaria de Europa, especialmente en un escenario de crisis.
El entendido de la agencia de calificación destaca que “los bancos apenas han expresado hasta ahora detalles o puntos de vista en las conversaciones con inversores y analistas, que a su vez suelen ignorar el tema”, pero adjunta que, a medida que avance el proyecto dEUR, que alcanzará una fase piloto en algún momento del año que viene, los bancos tendrán que abordar el tema de frente en su diálogo con los inversores.
"Una de las principales preocupaciones de los bancos, expresada hasta ahora por la Federación Bancaria Europea (EBF) y el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), es el impacto de un dEUR en la estabilidad financiera en general (en gran medida relacionada con la financiación de los bancos) y en la rentabilidad de los mismos”, indica.
Y añade: “En concreto, existe incertidumbre por la posibilidad de que los depositantes de los bancos cambien sus fondos a dEUR en caso de crisis real o aparente, contribuyendo a la escasez de financiación de los bancos”.
El experto explica que para hacer frente a este viento en contra al euro digital, el BCE está considerando, en primer lugar, imponer límites a las tenencias de dEUR por parte de particulares y empresas y, en segundo lugar, desincentivar el uso de las tenencias de dEUR como inversión aplicando una remuneración por encima de un determinado umbral, con tenencias mayores sujetas a tasas más punitivas.
“En mi opinión, la forma más pragmática de contemplar el dEUR es simplemente como un sustituto del efectivo; ni más ni menos. Dentro de una generación como máximo, los billetes y monedas apenas se utilizarán”, concreta el experto, que explica: “Mediante la sustitución gradual del efectivo por CBDC, el BCE y otros bancos centrales evitarán el acaparamiento de efectivo: la mayoría de los billetes de 100 euros se conservan en lugar de transferirse a través de los bancos, por ejemplo. Esto contribuirá aún más a la inclusión financiera. A medida que se generalice el uso del dEUR, el efectivo será tan infrecuente y obsoleto como los cheques de papel en la actualidad”.
Así, Theodore ve claros beneficios de esta moneda digital regulada para los bancos, tales como evitar las incertidumbres provocadas por el uso generalizado de stablecoins y otras criptodivisas en los pagos y las transferencias financieras.
“Los bancos pueden plantear su preocupación por el posible impacto de las CBDC en la financiación, pero deben reconocer que dicha preocupación aumentaría sustancialmente si, en ausencia de las CBDC, las criptomonedas privadas desempeñaran ese papel. La alternativa a las CBDC no es mantener el dinero digital al margen. Por muy poco atractivo que sea para los bancos, la alternativa es asistir al creciente papel de las stablecoins y sus criptoequivalentes privados en los pagos habituales”, apunta el experto.
Y adjunta que es poco probable que el dEUR, con limitaciones en las participaciones y rendimientos, sustituya siquiera parcialmente a los depósitos bancarios.
Tal y como señalan desde la agencia de calificación, según las últimas estadísticas, 10 países ya han puesto en marcha CBDC nacionales, tales como Nigeria, Jamaica, Bahamas y siete Estados del Caribe Oriental.
“Quince países tienen una CBDC en fase piloto de pre-lanzamiento, entre los que destacan China, Rusia y, sólo en la UE, Suecia. La eurozona se encuentra en la siguiente fase de desarrollo de las CBDC, junto con Suiza, Japón, Canadá, India, Australia, Brasil y otros países. Los Estados Unidos, Reino Unido, Noruega y otros países están un paso por detrás todavía, en la fase de investigación previa al desarrollo. Por último, unos pocos países, entre ellos Dinamarca, todavía no están llevando a cabo activamente iniciativas de CBDC”, indica Sam Theodore.