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Tecnología, salud y finanzas, en vilo ante los comicios en EE.UU.

Las elecciones presidenciales norteamericanas, que se celebran este próximo martes 3 de noviembre, siempre marcan el presente y futuro de los mercados financieros, aunque en esta ocasión vienen muy condicionadas por la crisis de la COVID-19 que está afectando a todo el planeta. Propiciarán un episodio de incertidumbre por encima de lo habitual, si bien […]

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03 nov 2020

Las elecciones presidenciales norteamericanas, que se celebran este próximo martes 3 de noviembre, siempre marcan el presente y futuro de los mercados financieros, aunque en esta ocasión vienen muy condicionadas por la crisis de la COVID-19 que está afectando a todo el planeta. Propiciarán un episodio de incertidumbre por encima de lo habitual, si bien no deberían condicionar de forma estructural los mercados y la actividad económica, muy influenciada por la emergencia sanitaria actual.

Sin duda, los sectores más expuestos a una mayor regulación como energía, financiero, salud, educación o tecnología son los que más se juegan el próximo martes 3. En principio, el rumbo de las políticas de Biden serían continuistas con las tomadas por la administración de Obama, mientras que Trump es menos partidario de una mayor rigidez regulatoria. No obstante, un gobierno dividido tendrá menor margen para llevar a cabo cambios profundos.

Ambos partidos han criticado durante la campaña electoral el poder en la elevada cuota de mercado de algunas empresas tecnológicas. En el ámbito de energía, una victoria de Biden aceleraría la transición energética hacia renovables, y en salud y el sector financiero, los demócratas son más partidarios de continuar con el Obamacare e incrementar la regulación, respectivamente. No obstante, la capacidad para implementar el programa electoral dependerá del reparto de poder de las Cámaras, ya que, si los republicanos mantuviesen el Senado, el margen de actuación de los demócratas sería menor. 

El nivel de popularidad de ambos candidatos es bajo, pero las encuestas dan como vencedor a Biden por 9 puntos de ventaja, si bien como ocurrió en 2016 con Hillary Clinton las previsiones también podrían equivocarse, con el condicionante del escenario de pandemia global, que puede provocar que algunos de los indicadores que se suelen utilizar habitualmente para calibrar las opciones de los diferentes candidatos pierdan importancia a la hora de vaticinar el resultado final. 

Históricamente, los presidentes que se presentan para repetir mandato cuentan con una mayor ventaja, si la economía se encuentra en expansión. Por tanto, las condiciones económicas y la pandemia serán dos factores clave que determinarán en gran medida los votos de los estados bisagra clave, como Wisconsin, Míchigan, Pensilvania, Carolina del Norte, Florida y Arizona. A priori, la alta tasa de paro (7,9%) y recesión económica son indicadores que perjudicarían las opciones de que Trump revalide su mandato, si bien el número de desempleados se ha reducido a la mitad desde el peor mes de la pandemia. 

Sin duda, el mejor escenario sería un reparto de poder entre la presidencia y las cámaras para equilibrar las fuerzas políticas y evitar una mayor incertidumbre política, mientras que la impugnación de los resultados de las elecciones. alegando un recuento inadecuado de los votos por correo que han aumentado de forma significativa este año, provocaría que el periodo electoral se extendiese durante meses, con la posibilidad de que intervenga el Tribunal Supremo, como ya sucedió en las elecciones presidenciales del año 2000, con George W. Bush y Al Gore, donde las dudas sobre el recuento en Florida, decisivo para el resultado final, dilató el proceso durante semanas. 

Más allá de quién sea el ganador de las elecciones del próximo martes, parece claro que la volatilidad se mantendrá en los mercados de renta variable en el corto plazo, algo que en términos generales no debería condicionar el rumbo de las bolsas, que seguirán muy condicionadas por la evolución de la pandemia y los estímulos.

Los efectos sobre el mercado de renta fija dependerán en parte de una posible subida de impuestos sobre las empresas, que podrían deteriorar sus ratios de solvencia, mientras que un mayor paquete de estímulos fiscales podría activar la recuperación, debilitando el dólar y generando una mayor pendiente en la curva de deuda americana por las mayores necesidades de financiación e impulso de la actividad económica. Lo que sí parece claro es que, independientemente de quién vaya a ocupar la Casa Blanca durante los próximos cuatro años, tanto la política monetaria como fiscal se mantendrán expansivas en el entorno de pandemia actual.

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