Liderazgo

Felipe Pich-Aguilera: "El 70% de la edificación en España es anterior a 1980"

Entrevista al arquitecto Felipe Pich-Aguilera, miembro fundador de la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad Internacional de Cataluña (ESARQ-UIC)

11 DE octubre DE 2019. 22:00H Carmen Muñoz

La era de la edificación sostenible ha comenzado. La posibilidad de que el cambio climático sea irreversible está a la vuelta de la esquina y es responsabilidad de todos reducir la huella medioambiental y, en especial, el sector de la construcción. La directiva 2010/31/UE establece que a partir de 2020 todos los edificios de nueva construcción deben registrar un consumo de energía casi nulo. En este sentido, destaca el Edificio Gonsi Sócrates, ubicado en Barcelona. Un proyecto encabezado por el arquitecto Felipe Pich-Aguilera que, sin duda, se convertirá en todo un referente para el sector al reducir la cantidad de residuos que se han empleado en su construcción. Miembro fundador de la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad Internacional de Cataluña (ESARQ-UIC), DIRIGENTES charla con él sobre éste y muchos más aspectos relacionados con la situación que atraviesa el sector en este ámbito.

Uno de sus últimos proyectos es el Edificio Sócrates, inmueble de referencia en la construcción y diseño que respeta los principios de economía circular. ¿Cuál es la diferencia respecto a un edificio convencional? ¿Ha incrementado su coste?

Desde el punto de vista económico, su construcción no supone un aumento en términos de precio. Lo que sí se aumenta, y bastante, es el esfuerzo para llevarlo a cabo en términos profesionales. Requiere muchas más reuniones e interacción. En un proyecto convencional la dinámica es mucho más sencilla. Por tanto, diría que construir un edificio de estas características no requiere de un mayor coste económico pero el trabajo que requiere es sustancialmente mayor que en un proceso convencional.

En cambio, desde el punto de vista energético el inmueble resulta más costoso porque tiene una demanda muy inferior. Los sistemas geotérmicos o las placas fotovoltaicas tardan un período de entre cinco o siete años en amortizar dicho sobrecoste.

El edificio se ha construido en Barcelona. ¿Cuál es la situación de Madrid en el ámbito de la construcción circular?

La capital tiene un buen contexto para adoptar este modelo. Se trata de un área muy dinámica y urbana donde un edificio de estas características cobra bastante sentido. Muchas empresas ya lo están adoptando.

En lo que respecta a edificios sostenibles, a nivel nacional, ¿cuál es la zona que más está apostando por ello?

Vitoria (País Vasco) es una ciudad que se está moviendo mucho en este sentido. Barcelona también ha estado haciendo esfuerzos. Ha implantado un sistema de movilidad que está dando bastantes resultados, al igual que Madrid. Sin embargo, el gran problema de las ciudades son los elevados niveles de contaminación. Esa es la gran asignatura pendiente y la edificación tiene mucho que ver ahí. El reto pasa por consumir menos energía.

La apuesta por ciudades más sostenibles ya es una realidad. ¿Cuándo se empezarán a notar sus efectos?

En el momento actual, todos los edificios que se construyen en España deben cumplir la normativa desde el punto de vista del consumo energético y medioambiental. El problema es que los códigos técnicos que lo contemplan deberían ser mucho más ambiciosos. Ya se habla de que los edificios tengan que ser capaces de consumir solamente la energía que sean capaces de producir, es decir, balance cero. Para ello, el consumo tendrá que ser mucho menor y necesitarán estar dotados de energía fotovoltaica, solar y térmica.

La dificultad radicará en hacerlo con los inmuebles ya existentes. El 70% de la edificación en España es anterior a 1980. Muchos de ellos no están ni aislados e, incluso, no cuentan con cámara de aire. El problema radica en hacer de la rehabilitación una necesidad y que sea plausible. En este caso, los sobrecostes derivados de ello tardan en amortizarse unos 20 o 25 años. Por tanto, hay que abordarlos de otra manera.

¿Cuál sería la solución para abordarlo?

Una política fiscal que lo incentive. No hablo de subvenciones, sino de alicientes como las exenciones fiscales que lo hagan apetecible desde el punto de vista económico. Hay personas que viven en casas deficitarias, muy antiguas y no disponen de recursos para poder llevarlo a cabo. Simplemente no encienden la calefacción porque no se lo pueden permitir. Hablamos de la denominada pobreza energética y afecta, principalmente, a personas mayores. Por ello, la idea pasa por atenuar las cargas fiscales, siempre y cuando ese dinero se destine a rehabilitar los edificios. Eso sería una solución muy viable.

En este sentido, ¿cuál es el país más avanzado en materia de construcción eficiente?

Los países nórdicos como Finlandia o Noruega. Tienen unas condiciones climáticas muy extremas y eso les ha llevado a ser más eficientes. También hay que destacar Alemania. El país germano tiene una política de energía fotovoltaica de renovables muy fuerte. Ellos mismos producen la gran parte de la energía que consumen. De manera paralela, también han llevado a cabo una política de renovación de edificios y rehabilitación muy potente a lo largo de los últimos seis o siete años impulsada por la administración. Hay que aprender de ellos y mucho.

La impresión 3D ha comenzado a dar sus primeros pasos. ¿Qué ventajas aporta en materia de sostenibilidad este tipo de técnicas?

Hablar de impresión 3D es como hablar del cuerpo humano a un médico. Un campo muy amplio. No diré ni me libraré de decir que es más sostenible que los moldes de hierro. Depende del tipo de material utilizado, el tipo de residuo o la eficiencia de la pieza con la que se diseñe. La impresión es un instrumento. Suele ser inocuo, pero es transformador. Lo bueno de esto es que permite ahorrar material, esfuerzo y mucho residuo. Es un instrumento interesante y válido para conseguir hitos ambientales en la edificación.Veremos que pasa con ella en un futuro.


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