Haber sabido aprovechar las segundas oportunidades que la vida le ha ofrecido. Esa es la receta que, según el director general de American Express Global Business Travel España, Luis Dupuy, le ha permitido alcanzar el éxito. En el momento actual, el turismo de negocios vive un momento boyante y los agentes del mercado auguran un buen ejercicio. La mejora generalizada de la economía, la capacidad inversora, así como una potente red de infraestructuras son la terna que hacen Madrid uno de los destinos más atractivos en este sentido, como explica Dupuy en su entrevista a DIRIGENTES.

Según el informe Global Business Travel Forecast 2018, España será uno de los países donde más crecerán las tarifas aéreas y hoteleras en 2018, ¿qué factores reúne?

La mejora progresiva de la economía a nivel global, y también en España en particular, así como el aumento de la confianza entre compañías e inversores se están traduciendo en una mayor demanda de la que se beneficiarán los principales proveedores de la industria del viaje en nuestro país, como líneas aéreas y sector hotelero a lo largo de este periodo. Según este pronóstico, las tarifas aéreas en el corto radio experimentarán subidas en España de hasta un 4%, cifra solamente superada por Alemania (5%) y casi dos puntos porcentuales por encima de la media europea (2,2%). En cuanto a tarifas hoteleras, en nuestro país se prevén este año incrementos de hasta un 5,3% respecto a 2017, como consecuencia de la progresiva recuperación de la economía y el auge del turismo, siendo, junto a Portugal (5,5%) los dos países que protagonizarán los mayores crecimientos en Europa.

A finales de mayo se celebró en Madrid ExpoTurismo de viajes de Negocios, cuya primera edición se ha celebrado en Madrid. ¿Qué debe mejorar esta ciudad para atraer más turistas de negocios?

Madrid y alrededores cuentan con infraestructuras competitivas y de calidad y muy buena oferta de alojamiento, así como una eficaz red de transporte, unidas a una riqueza cultural, patrimonial y de ocio que la hacen un destino atractivo, no solamente a ojos del viajero de negocios, sino como escenario ideal para cualquier tipo de evento.

Al final que un destino sea más o menos visitado por motivos de negocios depende, en gran parte, del desarrollo del tejido empresarial y la fuerza económica e inversora de la ciudad en cuestión. En ese sentido, estamos asistiendo a un buen momento para Madrid tras la incertidumbre económica y empresarial derivada de los años de recesión. Y la ciudad, por sus medios e infraestructuras, está más que preparada para adaptarse a este resurgir paulatino. Al final observar la evolución de los viajes de negocios –y también de los eventos corporativos- es un buen indicador para “tomarle el pulso” a la economía, y viceversa.

España ocupa el puesto número cinco en cuanto a nivel de gasto europeo en este tipo de viajes y el puesto 13 a escala global. ¿Qué diferencias existen en este mercado entre un país y otro?

El hecho de que España ocupe un lugar destacado en cuanto a inversión en viajes de empresa, a nivel europeo y global, responde, en gran parte, a una cuestión cultural. En general, la forma de hacer negocios en España cuenta con un fuerte componente relacional. Nos gusta establecer lazos y vínculos y dar lugar a relaciones profesionales más fuertes y duraderas. Somos muy conscientes del poder del “cara a cara” y muy dados a propiciar oportunidades de encuentro. Asimismo, la difícil situación económica durante los últimos años ha impulsado a muchas empresas españolas a dar el “salto” más allá de nuestras fronteras, lo que, sin duda, ha propiciado que el business travel gane peso en nuestro país.

Una de las principales preocupaciones para los viajeros es el tema de la seguridad. ¿Qué es lo que más preocupa al usuario cuando viaja?

La preocupación por la seguridad viene motivada fundamentalmente por la probabilidad de riesgos concretos, ya sea durante el desplazamiento o durante la estancia en un destino determinado. Las compañías y sus viajeros centran su atención en riesgos geopolíticos, catástrofes naturales o alertas sanitarias, entre otros.

El hecho de que la seguridad se haya convertido en una de las mayores prioridades de los travel managers a la hora de diseñar y ejecutar un programa de viajes responde a dos razones principales. En primer lugar, hay que tener en cuenta la creciente inestabilidad internacional, que no solamente afecta a destinos que tradicionalmente se han considerado más peligrosos o arriesgados, sino que también afecta a países europeos que hasta ahora eran considerados seguros. Por otro lado, la coyuntura económica de los últimos años ha obligado a muchas empresas españolas a ampliar horizontes y mirar hacia nuevos mercados, haciendo que sus empleados viajen a nuevos destinos, en algunos casos con mayores calificaciones de riesgo que los destinos a los que hasta ahora estaban habituados.

En el momento actual, los travel managers critican que la política de viajes se ha quedado obsoleta. ¿Cómo podría cambiar esta situación?

Las claves son flexibilidad y satisfacción del viajero. Tradicionalmente, la principal prioridad de los travel managers ha sido la optimización de costes. A día de hoy, podemos decir que, aunque el control de costes continúa siendo importante, el viajero se sitúa en el centro de la política de viajes. Esto es, comienzan a tenerse en cuenta sus expectativas, sus necesidades y su experiencia y, para ello, hemos de contar con un programa de viajes más flexible, que permita ese proceso de adaptación que nos llevará a contar con empleados más satisfechos con la compañía para la que trabajan y, por tanto, más motivados y productivos.

Esto también tiene que ver con un cambio en el perfil de viajero corporativo. Han irrumpido con fuerza los millennials, una generación totalmente digital que espera que la tecnología le regale una experiencia durante el viaje corporativo similar a la que experimenta cuando viaja por motivos de ocio o tiempo libre.

Desde su incorporación a la compañía. ¿Cómo han cambiado los viajes de negocios?

Uno de los principales cambios que está experimentando la industria es, precisamente, el orden de prioridades a la hora de definir la política de viajes. La seguridad, como hemos comentado, ha irrumpido con fuerza en los últimos años, desbancando a la clásica optimización de costes. Por otro lado, también se está consolidando un cambio en la percepción del business travel, según confirman los últimos estudios al respecto: cada vez más son las empresas que consideran el viaje corporativo como una inversión en lugar de como un coste, es decir, como un elemento que puede contribuir a la consecución de objetivos estratégicos de la compañía.

La recesión económica que hemos sufrido durante los últimos años ha creado en las empresas y en los propios viajeros una necesidad de ser más eficientes a la hora de viajar, lo cual no quiere decir que las empresas gasten menos, sino que gastan mejor. Y ésta es una tendencia que, pese a la recuperación paulatina de la economía a la que estamos asistiendo, llegó para quedarse.