La transición energética es imparable y responsabilidad de todos, también de las empresas, que juegan un papel muy importante a la hora de adaptar las infraestructuras: desde la adaptación de la movilidad con el coche eléctrico y la mejora de los medios de transporte, hasta la instalación de placas fotovoltaicas y la producción de combustibles […]
Gestión y LiderazgoDirigentes Digital
| 28 sep 2023
La transición energética es imparable y responsabilidad de todos, también de las empresas, que juegan un papel muy importante a la hora de adaptar las infraestructuras: desde la adaptación de la movilidad con el coche eléctrico y la mejora de los medios de transporte, hasta la instalación de placas fotovoltaicas y la producción de combustibles sostenibles, como el hidrógeno verde o el biometano. Este último ha ganado importancia en los últimos años. Se trata de un tipo de gas renovable producido a partir de materia orgánica biodegradable, como residuos agrícolas y alimentarios, estiércol, lodos de depuradora, cultivos energéticos, entre otros. Su producción se basa en la descomposición de estos materiales en un ambiente sin oxígeno, produciendo biogás compuesto principalmente por metano y dióxido de carbono. Tras este proceso, el biogás se purifica para obtener biometano, que es similar en composición al gas natural.
Su importancia creciente no ha pasado desapercibida para los inversores institucionales. En este sentido, MAPFRE ha lanzado junto a sus socios Abante e IAM Carbonzero un nuevo fondo de inversión, MAPFRE Energías Renovables II, FCR. El vehículo pretende captar hasta 100 millones de euros, que destinará a la construcción y desarrollo de entre 20 y 25 plantas de biometano en España en un periodo de cinco años. A su vez, estos proyectos generarían un total de 70 puestos fijos y 240 puestos indirectos de trabajo.
“Este fondo es el primero de MAPFRE que se cataloga como artículo 9 según el reciente Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR). Es la categoría más exigente porque incluye los fondos sostenibles y tienen un impacto positivo a nivel medioambiental y social explícitamente definido. Además, me enorgullece decir que las primeras plantas se van a desarrollar en mi tierra, en Extremadura”, señala Antonio Huertas, presidente de MAPFRE.
"Con esas 25 plantas que se pretenden construir en España, se puede multiplicar por cinco la capacidad instalada actualmente de este tipo de energía en el territorio español", incide Huertas. El proyecto tiene como objetivo trabajar en varios ejes definidos, como la descarbonización del planeta, la crisis energética, así como en la alta dependencia de la importación de gas natural del exterior, pero también en la inversión en el medio rural a través de la agricultura y la ganadería.
La regulación de la inversión sostenible es una de las principales preocupaciones de inversores, gestores de activos y directivos ante la exigencia a nivel de reporting, la dificultad para acceder a datos y los cambios a realizar para poder clasificar una cartera como artículo 8 o 9 del Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR, por sus siglas en inglés).
La clasificación de un fondo en el artículo 8 significa que este “fomentan actividades sostenibles”, aunque también está abierto a invertir en empresas que no cumplen con los criterios ESG. El artículo 9, por su parte, es mucho más exigente y solo incluye a aquellos que tienen un impacto positivo a nivel medioambiental y social definido explícitamente.
En definitiva, se podría decir que los fondos artículo 9 son la élite de la inversión socialmente responsable y MAPFRE ya cuenta con uno de ellos. La aseguradora tiene un compromiso firme con la construcción de un mundo más sostenible, y la inversión es una forma de alcanzar ese objetivo. De hecho, MAPFRE AM cuenta con una metodología propia para medir la huella de carbono de las carteras e impulsar su recorte.
MAPFRE cuenta también con otros fondos enmarcados dentro del artículo 8 y calificados como ‘Inversión Socialmente Responsable’ (ISR), pero que en el corto plazo también pelearán para conseguir la clasificación en el artículo 9. En este caso, se tratan de:
MAPFRE AM Inclusión Responsable, que pone el foco en aquellas compañías que apuestan por la inclusión laboral de personas con discapacidad. Tiene como objetivo último generar un impacto positivo en la integración social de este colectivo de personas, al mismo tiempo que se obtiene una rentabilidad en el largo plazo.
MAPFRE AM Capital Responsable: se trata de un vehículo mixto que persigue la preservación de capital y el crecimiento con un horizonte temporal de largo plazo. A través de una cartera equilibrada de acciones europeas y bonos, busca concienciar de la importancia de la inclusión de los criterios ESG en la toma de decisiones de las empresas, primando aquellas que los tienen incluidos en su gobierno corporativo.
Asimismo, MAPFRE se está acercando también a la inversión sostenible a través de la firma de inversión La Financière Responsable (LFR), en la que ya ha alcanzado el 51% de su capital tras la compra de un paquete accionarial adicional en febrero.
La sostenibilidad del biometano depende en gran medida de cómo se produce y utiliza. Si se produce a partir de residuos orgánicos y desechos agrícolas, que de otra manera podrían haber sido desechados, y se utiliza en lugar de combustibles fósiles puede ser una fuente de energía renovable y sostenible. Además, el biometano produce menos emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con los combustibles fósiles, lo que puede ayudar a reducir el impacto del cambio climático. Es importante considerar la reducción de emisiones que se logra gracias al aprovechamiento del digestato, un residuo que se produce durante el proceso de metanización. Al utilizar los digestatos como fertilizantes orgánicos para cultivos y para mejorar el suelo se logra reducir el coste de producción de los fertilizantes minerales, lo que a su vez evita las emisiones asociadas con su producción. De hecho, se puede lograr una reducción de hasta 13 kg equivalentes de dióxido de carbono (CO2eq) por tonelada de fertilizante al sustituir los tradicionales por este tipo de digestato. Se puede concluir que es una de las mejores opciones hacia una energía renovable y limpia y que ayudará a lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados en la Agenda 2030.
El uso del biometano tiene diversos beneficios, siendo el principal la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Al producirlo, se evita la emisión de metano, un gas de efecto invernadero extremadamente potente, que se produce a partir de la descomposición de la materia orgánica en vertederos y otras fuentes. Asimismo, el biometano se puede utilizar como sustituto del gas natural fósil, reduciendo así la dependencia de los combustibles fósiles y ayudando a mitigar los efectos del cambio climático. Además, al ser producido a partir de residuos orgánicos, reduce la cantidad de deshechos que se envían a los vertederos, lo que también contribuye a la reducción de la contaminación. Otra ventaja de este gas combustible es que se puede almacenar y utilizar como fuente de energía renovable cuando no hay suficiente sol o viento para generar energía solar o eólica. Por último, la implementación de esta nueva fuente de energía renovable puede influir en la generación de empleo tanto en la agricultura, la industria y la tecnología, como en otros sectores
Una de las principales ventajas del biometano, además de ser combustible renovable, es su versatilidad. Este se puede utilizar en diversos ámbitos, aunque algunos de los usos más habituales son: