DIRIGENTES. Inés Ruiz es una profesional de éxito, una mujer líder que ha alcanzado la cima, pero ¿cómo ha sido el camino hasta llegar a lo más alto?

Inés Ruíz. Por supuesto, el camino no ha sido fácil. Al principio me costó dar el paso porque tienes miedo a lo desconocido, a dejar un empleo “seguro” por el que has trabajado muy duro durante tus estudios. Ser profesora en el extranjero me encantaba, pero me di cuenta que el mundo académico me agobiaba.

Mudarme a EE.UU. tras continuos traslados entre diferentes países me hizo ver que, viviera donde viviera, podía llevar mi negocio en una maleta. Me considero una emprendedora forzada porque salí de un entorno en el que no sentía que podía desarrollarme y, de esta forma, podría ayudar a otras personas que habían estado en mi misma situación.

Así nació ELEInternacional, una escuela online para formar a profesores de español por todo el mundo. Uno de los obstáculos que me encontré cuando la creé en 2015 fue lidiar con ese sentimiento general del sector que sostenía que lo online era peor que lo presencial.

Pese a lo que muchos pensaban, poco a poco empezamos a ganar alumnos y ELEInternacional hoy en día se ha convertido en una escuela de referencia en el mundo de la enseñanza ELE. De hecho, durante la pandemia llegamos a recibir más de 20 mil inscripciones de alumnos a nuestros eventos formativos, mientras que muchas academias tuvieron que cerrar sus puertas.

Actualmente hemos formado a más de 11 mil profesores de todo el mundo. Y he fundado recientemente una escuela de español en Valencia, Conversa Spanish Institute, donde queremos que nuestros docentes den clases y puedan crear esa conexión con la formación del profesor.

A lo largo de mi trayectoria profesional he recibido varios premios como el Stevie Awards for Women in Business en Estados Unidos.

Inés Ruíz, CEO de ELEInternacional

D. Licenciada en Traducción e Interpretación, postgraduada en ELE y Máster en e-learning y en Neuroeducación, fundadora de Conversa Spanish Institute, CEO de ELEInternacional… y mujer. ¿Percibe que haya tenido que luchar más duro por alcanzar sus metas?

I.R. Me he encontrado con muchas barreras por el simple hecho de ser mujer, te toca trabajar más duro para alcanzar tus objetivos, pero lo hacemos de todas formas. Lo más difícil ha sido la cultura.

El emprendimiento en aquel entonces era algo mal visto en comparación a como lo vemos hoy y más en el sector académico. Antes se valoraba más tener trabajo estable y eso de emprender no estaba normalizado a menos que vinieras de una familia empresaria. Había muchos prejuicios y por desgracia no te tomaban en serio, te cuestionaban tus conocimientos y no te veían como estratega. Ha sido una lucha y aún hoy lo sigue siendo. Falta mucho camino por recorrer.

Siempre se va a valorar más a un líder masculino que a uno femenino, a no ser que empieces a hablar de números de tu empresa para demostrar lo que estás haciendo. Ahí empiezan a escucharte. Además, en mi caso viviendo en EEUU era inmigrante, lo que añade otro nivel al contexto.

D. ¿A qué piensa que se debe el bajo porcentaje de emprendimiento femenino? Aun cuando el talento es palpable dentro de este género.

I.R. Principalmente, se debe a razones culturales. Y es que la sociedad asocia el factor “riesgo” y “éxito” al sexo masculino y no al femenino. Desde mi punto de vista, el origen de este problema nace en la educación de los más jóvenes, ya que los condicionan en la escuela a escoger un camino profesional u otro.

La sociedad ve a los hombres como líderes y a las mujeres como seguidoras o personas que deben quedarse en la sombra. De forma generalizada, ¿por qué llamamos a las mujeres emprendedoras y a los hombres empresarios? Nosotras también somos empresarias, pero este adjetivo está arraigado con masculinidad, exclusividad y dinero, no con una mujer trabajadora que está sacando su proyecto adelante.

Hay un gran desafío por delante para que los medios y la sociedad en su conjunto ayuden a cambiar esa imagen. Las mujeres emprendedoras o empresarias no se ven representadas cuando se habla de ellas.

Otra gran barrera es la de conseguir financiación para poner en marcha un negocio. Hay que redefinir la figura del emprendedor y dar voz a nuevos empleos y oportunidades digitales con el fin de motivar a más mujeres a emprender sin la necesidad de hacer grandes inversiones. Yo empecé con 500 libras y sin financiación, no todas las startups necesitan cantidades millonarias.