Desde hace años, Ester Sánchez-de León se ha dado cuenta de cómo la sociedad convive con el estrés con asiduidad, sobre todo en el entorno de trabajo. Durante la pandemia, este hecho se hizo más evidente y, la falta de herramientas con las que cuenta la sociedad para manejarlo, ha provocado que, a lo largo […]
SaludDirigentes Digital
| 04 abr 2023
Desde hace años, Ester Sánchez-de León se ha dado cuenta de cómo la sociedad convive con el estrés con asiduidad, sobre todo en el entorno de trabajo. Durante la pandemia, este hecho se hizo más evidente y, la falta de herramientas con las que cuenta la sociedad para manejarlo, ha provocado que, a lo largo de los últimos tres años, sus efectos negativos se han extendido en multitud de ámbitos. En su libro Y a ti, ¿qué te estresa? la autora expone cómo tener una relación saludable con el estrés aporta equilibrio físico, mental, energético y, además, permite mantener a las personas en condiciones óptimas para aumentar su productividad.
Hay muchos momentos a lo largo de la vida en los que se pueden vivir experiencias altamente estresantes, pero las más habituales, desde que las mujeres nos hemos incorporado al trabajo fuera de casa, son cuando se compaginan la maternidad y la paternidad con el trabajo, o cuando hay un familiar enfermo y tenemos que continuar cumpliendo nuestros objetivos laborales. Son momentos bastante críticos y por eso el libro parte de esa perspectiva, pero va dirigido a cualquier persona que trabaje y quiera conciliar vida personal y profesional sin sufrir las consecuencias negativas que produce el estrés y quiera aprender a regularlo, viviéndolo de manera positiva.
Desde hace años observo que hablamos de estrés con asiduidad, sobre todo en entornos de trabajo donde lo asumimos con normalidad y no le prestamos mucha atención hasta que estamos sobrepasados y nuestra salud se ve afectada. Así que elaboré el programa Inner Balance, un programa de salud activa que enseña a regular el estrés de manera personalizada, y la idea del libro surgió después con la intención de normalizarlo al observar la dificultad que tenemos para regularlo en momentos críticos y altamente estresantes, como el que vivimos en la época de la pandemia causada por el COVID-19.
Como observadora y conocedora del tema, sabía que en ese momento el estrés nos ayudaba a encontrar una salida a la situación, pero que si las personas no lo regulaban, las consecuencias negativas vendrían en poco tiempo. Todo el mundo sentía estrés, pero pocas personas sabían cómo manejarlo durante un periodo tan largo e intenso como el que vivimos entonces y que continúa debido al contexto internacional de estos últimos tres años. Por ello, decidí aprovechar la sensibilidad y empatía social que había respecto al estrés para escribir el libro y poner de manifiesto la necesidad de conocerlo en profundidad, sus consecuencias negativas y sus bondades, a la vez que facilitaba herramientas al lector para regularlo con el fin de que no se vea afectada la salud sino que, por el contrario, se beneficie de la parte motivadora que puede tener el estrés.
En el entorno laboral se viven muchas situaciones estresantes, no solo las causadas directamente por la propia dinámica del trabajo, también por lo que afecta el trabajo a la vida personal y viceversa. Con esto no solo me refiero a la conciliación o a la seguridad personal, sino también a la productividad o a los altos costes que suponen el absentismo laboral y las bajas por estrés o por las afecciones que el estrés genera. Los trabajadores estresados son conscientes de que no están al máximo de su rendimiento y que están al límite de su energía vital y eso, a su vez, les genera más estrés porque sienten que su puesto de trabajo puede peligrar.
Por eso, yo parto de la premisa de que todos somos susceptibles al estrés y que nos enfrentaremos a situaciones más o menos estresantes a lo largo de toda nuestra vida, así que, mejor ser conscientes de ello y activar los mecanismos necesarios para minimizar sus efectos nocivos o para potenciarlo en los momentos que lo necesitemos. Tener una relación saludable con el estrés aporta equilibrio físico, mental y energético, y nos mantiene en condiciones óptimas para ser productivos en el trabajo y eso es bueno a nivel personal y, por supuesto, a nivel de resultados de la empresa.
Lo que propongo es invertir en programas de regulación de estrés para implementarlos en las organizaciones como parte de una cultura de empresa saludable de la que tanto trabajadores como empresa sean beneficiarios. El resultado se refleja en términos positivos de salud y estabilidad laboral, productividad, alcance de objetivos, beneficios económicos, buen clima laboral, imagen de empresa y retención de talento. Cuanto antes se incorpore a las dinámicas de la empresa, antes se verán los resultados.
No, claro que no. El estrés puede ser beneficioso. Nos mantiene alerta en momentos críticos, como en una negociación o en el lanzamiento de un nuevo proyecto, nos hace ser resolutivos cuando estamos al límite de tiempo de entrega o nos motiva, impulsando la creatividad y nuestras ganas de aportar lo mejor de nosotros cuando estamos ante un nuevo reto. También ayuda a los equipos a evolucionar y ser más competitivos en el mercado.
El problema llega cuando vivimos en un nivel de estrés elevado durante un largo periodo de tiempo, ya sea el estrés motivador, llamado eutrés o eustrés, o el estrés perjudicial, también llamado distrés. En cualquiera de los dos casos, nuestro cuerpo altera el funcionamiento de nuestros sistemas para aportarnos energía y enfrentarnos a la situación estresante. Esa alteración no supone un peligro siempre que consigamos restablecer el funcionamiento normal de nuestros sistemas antes de que produzca algún daño en nuestra salud, pero cuando no se restablece a tiempo, comienzan a aparecer los efectos nocivos de ese desequilibrio.
Sin embargo, cuando conocemos a fondo cómo responde nuestro cuerpo ante el estrés y disponemos de herramientas para regularlo, podemos equilibrar la balanza hacia el lado más beneficioso y motivador.
Cuando pasamos por un periodo estresante en nuestra vida, una de las sensaciones más comunes es la falta de tiempo. Por eso, debemos ser muy selectivos con la gestión de tiempo en esos momentos. Como explico en el libro, en nuestra cultura asociamos la palabra “no” a algo negativo, pero es importante para poner límites y más, en momentos de estrés elevado, cuando nuestra energía disminuye y esa sensación de falta de tiempo aumenta. Hay personas a las que decir “no” les cuesta demasiado por sus creencias o su educación y, sin embargo, es una manera saludable de no asumir más trabajo o más compromisos de los que podemos responder satisfactoriamente.
Si en ese momento nos supone un desgaste de energía o tiempo extra del que no disponemos, digamos “no”, “no me es posible”, “no, gracias”, “en este momento no puedo”. Y digamos “sí” a planes o encuentros motivadores que nos ayuden a recuperarnos. Hagamos un esfuerzo en encontrar tiempo para disfrutar de esos pequeños momentos aunque nos parezca que son imposibles de encajar en nuestra agenda, porque esos momentos de disfrute nos ayudan a conectar con nosotros, con nuestra energía y nos ayudan a cargar pilas.
Como comentaba al comienzo de la entrevista, el programa Inner Balance es un programa de salud activa, es decir, un programa preventivo para reforzar la salud. Está basado en el encuentro entre el concepto de equilibrio del yin y el yang, y los resultados que aportan los estudios de la neurociencia sobre cómo actúa nuestro cerebro ante el estrés y los beneficios de cada una de las dinámicas que se incluyen en el programa.
El programa trabaja en tres fases: conocer, reconocer y actuar; y a tres niveles: el físico, el mental y el energético. Siempre en busca del equilibrio y reforzando el sistema inmunitario desde una perspectiva integrativa que ayuda a restablecer el equilibrio de los sistemas y recuperar los niveles de energía en el menor tiempo posible. Como explico en el libro, cada persona vive el estrés de manera diferente y con el programa Inner Balance se visualiza el patrón personal para elaborar una respuesta personalizada y eficiente ante el estrés.
La meditación es buena compañera siempre. Es beneficiosa para la persona que la practica y como consecuencia para el entorno en el que se mueve. Hay distintos tipos de meditación y en función del momento o de tus inquietudes puedes practicar una u otra. Su objetivo es conseguir la consciencia, estar despierto a cada momento. Cuanto más te entrenas antes llegas a ese estado y te vuelves más resolutivo.
Hay muchos estudios que demuestran todos los beneficios que aporta a la salud mental y física, y a la manera de relacionarnos con el entorno. A nivel de salud laboral y de desempeño del trabajo, ayuda a mejorar la postura mientras trabajas y, también, a relacionarse con cada miembro del equipo asertivamente, sin juicios anticipados. Si estás presente en cada reunión y en cada acción que realizas en tu trabajo, habrá fluidez, cambiará la manera de afrontar los errores y el cerebro reaccionará de manera creativa: acción y creatividad. A nivel de estrés, ayuda a disminuir la tensión muscular y la mental.
Por eso, favorecer la práctica de la meditación dentro de las organizaciones es beneficioso para toda la estructura de la empresa: para la salud del empleado, para el clima laboral y para desarrollar proyectos con fluidez y creatividad enfocados en objetivos.
Estamos en el proceso de asimilarla como algo natural. Y como en todo proceso, pasamos de no querer mirarla a poner el foco constantemente en ella. Cuando tengamos la suficiente sensibilidad social para asumir la enfermedad mental como un estado más de nuestra mente, que hay que reconocer para poder tratarla y recuperar la salud, entonces lo habremos asumido. Mientras, hay que seguir trabajando para aportar soluciones a todos los niveles. En mi caso de manera preventiva para potenciar la salud y el talento en las organizaciones.