Los diferentes ciclos económicos de Estados Unidos y el resto de países, particularmente la Zona Euro y Japón; sumados a las divergentes políticas monetarias de la Reserva Federal (Fed), por un lado, el Banco Central Europeo (BCE), el Banco de Japón (BoJ por sus siglas en inglés), el Banco de Inglaterra (BoE) o el People’s Bank of China (PBoC), por poner algunos ejemplos; ha impulsado al dólar al alza frente al resto de monedas Y, paradójicamente, a pesar de su ‘disgusto’, las promesas fiscales y de inversión del presidente norteamericano, Donald Trump, no han hecho sino apoyar esta tendencia, que se ve al mismo tiempo respaldada por los picos de riesgo político en el Viejo Continente en su papel de ‘refugio seguro’. La retórica proteccionista del republicano, y las dudas sobre su capacidad para intervenir en la divisa le han restado fuerza a una moneda que, por otro lado, acumula un importante repunte. “Ha ido ‘demasiado rápido, demasiado lejos’ a su nivel más alto desde 2002”, advierte James Butterfill, director de análisis y estrategia de inversión de ETF Securities. Mientras tanto, corre el rumor en medios y redes sociales de que Trump llamó a las tres de la mañana a su asesor de Seguridad Nacional para preguntarle qué era bueno para la economía si un dólar fuerte o un dólar débil… Nunca sabremos si esta conversación se produjo, pero para Paul Ashworth, economista jefe para Estados Unidos de Capital Economics, es una “muy buena cuestión”. Estabilidad gana a fortaleza o debilidad Hace unos años, explica este experto, cuando el desempleo era elevado y la inflación “incómodamente baja, habríamos dicho que era necesario un ‘billete verde’ a la baja para impulsar la demanda a través de exportaciones más fuertes. Sin embargo, ahora, con la economía cercan al pleno empleo, se podría señalar, de forma igualmente válida, que su fortaleza es positiva, ya que mejora el nivel de vida real, lo que es más deseable”. Con todo , concluye, “una relativa estabilidad sería lo más útil en los próximos dos años”. Sí, añade más allá del empuje que supone a las ventas al exterior, un dólar débil hace las importaciones más caras y apoya el consumo nacional, aunque en bienes, como el petróleo, con pocas alternativas domésticas los ciudadanos acaban pagando más… Sí, continúa, beneficia a las grandes corporaciones con negocios en el extranjero (y las multinacionales representan una parte significativa del S&P 500. “Un ‘billete verde’ a la baja es preferible cuando la economía opera por debajo de su capacidad. No obstante, actualmente no está claro si sería beneficioso o por el contrario son preferibles su alzas”, destaca. De hecho, apunta que su caída haría poco para impulsar las exportaciones y acabaría impulsando la inflación demasiado al alza. “Desde sus niveles actuales y ante el ciclo norteamericano, no necesita ni subir, ni bajar mucho en absoluto”, concluye. Y recuerda: “Es importante distinguir entre el tipo de cambio nominal y el real (…) En el primer caso, el dólar ponderado a comercio se aproxima a récords; ahora bien, en el segundo, que es el que realmente importa, está casi un 10% por debajo de sus máximos de 2002 y un 20% de los de 1985”. Factor de incertidumbre En sus perspectivas económicas para el primer trimestre, Julien-Pierre Nouen, economista-estratega de Lazard Frères Gestion, apunta a la divisa norteamericana como fuente de incertidumbre, dudando incluso del impacto positivo de su debilidad en el resto de mercados, concretamente del europeo. “La cotización del euro frente al dólar depende de varios factores. A largo plazo, la evolución de las cuentas corrientes debería favorecer a la primera, pero lo más probable es que los diferenciales de tipos de interés existentes en los distintos momentos del ciclo económico afiancen a la segunda”, señala. Con todo, reconoce que “los datos actuales no permiten hacerse una opinión clara. El equilibrio puede mantenerse, o no, en función de los acontecimientos. Por ejemplo, la posible decisión de Donald Trump de aplicar un plan de estímulo a una economía estadounidense en situación de pleno empleo podría llevar a la Fed a aumentar mucho más rápidamente de lo previsto los tipos de interés, lo que provocaría la apreciación del dólar”.
hemeroteca