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El Covid-19 demuestra que España necesita más diversidad económica

Todas las cifras que tienen que ver con el Covid-19 son más o menos surrealistas. Así, dejando aparte infecciones, el criterio para diferenciar la gestión de la crisis entre el sur y el norte de Europa no está solo en los fallecidos, sino en el endeudamiento de los estados y en las herramientas con las […]

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Dirigentes Digital

24 may 2020

Todas las cifras que tienen que ver con el Covid-19 son más o menos surrealistas. Así, dejando aparte infecciones, el criterio para diferenciar la gestión de la crisis entre el sur y el norte de Europa no está solo en los fallecidos, sino en el endeudamiento de los estados y en las herramientas con las que pueden enfrentar la crisis económica que nos tocará vivir a todos. También nos distingue la actitud y el tono de la política. El presidente francés, Emmanuel Macron, es un gran orador que ha sabido apelar al sentido nacional de su pueblo y, además, quiere renunciar a la pensión vitalicia que le corresponde cuando deje de ser jefe de estado. Angela Merkel consigue lo mismo en Alemania. Esta es la gran diferencia con España, donde reina otra vez la autodestrucción: acusaciones políticas, bulos ideológicos en internet, difamaciones de un bando al otro y ausencia de un sentido de nación.

Un sistema social requiere responsabilidad cívica

Por ello es comprensible que en esta crisis los españoles se sientan menos protegidos por un estado que parece dividido sabiendo que además no hay, como en Alemania, prestaciones sociales importantes a largo plazo. Por ello, los españoles se retiran otra vez al seno de su familia en esta crisis, “porque es la que más ayuda siempre”, explica Fernando Fernández del IE Business School: “Son los que en casos de emergencia actúan como bomberos”. Pero después de la dura crisis de 2008 a los abuelos, abuelas, padres y madres les queda poca energía.

Una misma casa está cada vez habitada por más personas. Además, son los mayores, debido a la esperanza de vida más alta de Europa, los que más sufren esta crisis sanitaria. Es una de las razones por la cual el Gobierno quiere introducir una renta mínima “puente” para algunos casos. “España vive una situación especialmente dramática por sus cuentas públicas”, advierte el economista José María Gay de Liébana. Él entiende que el norte de Europa no quiera compartir deudas con el sur a través de los famosos coronabonos: “Nuestro endeudamiento llega oficialmente al 95% del PIB o más, no me fío del cálculo”, dice Gay de Liébana. Alemania, sin embargo, mantiene cierta cultura de guardar para más adelante que se expresa también en un tejido amplio de cajas de ahorro. Aunque ha habido mucha presión para incrementar las inversiones, Angela Merkel ha esperado hasta este momento de la crisis del Covid-19 para tener argumentos morales con los que vulnerar la estricta política alemana del déficit 0. Así, el gobierno ha podido pagar 9000 euros a fondo perdido a los 4 millones de autónomos alemanes para hacer frente a los alquileres de los próximos meses. “Cuando haya pasado la crisis vamos a pedirles que nos expliquen su situación para analizar si necesitan la ayuda – pero ahora con toda confianza pagamos sin burocracia”, dice el ministro de economía alemán, Peter Altmaier, en una entrevista en el programa de debate “Markus Lanz”. Eric Buschbell, un propietario de una heladería en Bonn, confirma sus palabras: “Unos días después de haberlo pedido lo tenía ya en mi cuenta. He vivido 30 años en Venezuela. Así que me ha impresionado”, dice el padre de dos hijos.

Más deuda supone más dependencia

Aunque después de las vacaciones de Pascua gran parte de los comercios en Alemania han ya reabierto, esta crisis es también para una economía sólida como la alemana un desastre. Con una deuda pública del 62% del PIB en 2020 tiene más liquidez que otros países para lanzar programas coyunturales. “Sin embargo, España tiene que apoyarse en Europa para poder sobrevivir el cierre de su país”, critica el catedrático económico Javier Morillas que además cree que no es buena estrategia enfrentarse ahora a la UE: “No nos corresponde.” El problema en esta situación es que el sector bancario en España sí ha hecho sus deberes y respalda ahora al Gobierno, pero no el resto del tejido empresarial que sigue basando su éxito en bajos costes laborales en lugar de una eficiencia en la producción y en innovación, cree Romera. La economía española sigue estando poco diversificada en servicios, pero también desde el punto de vista geográfico.

España: primera potencia mundial en bares

Esta pandemia demuestra también la fatalidad de depender tanto del turismo y de la hostelería. En España hay 260.000 bares, uno por cada 175 personas, más que en todo Estados Unidos. Aunque la cultura del desayuno y de los aperitivos en los bares es cómoda, estos negocios no son rentables para muchos de los propietarios. Lo que demuestra de que después de un mes cerrados están algunos ya en bancarrota. “Muchos tampoco tienen la capacidad de ahorrar, porque los márgenes son pocos, la gestión a veces mala y los alquileres en ciudades como Madrid altos”, dice Álvaro Rodríguez, propietario de Moose Foodtruck. Además, España se encuentra ahora en una situación particular en la que muchos de los 3,2 millones de autónomos se quedan sin protección social en esta crisis por ser falsos autónomos. Sigue habiendo una gran economía sumergida que no solamente reduce la capacidad competitiva sino también los ingresos del Estado.

A los autónomos de verdad, como Rodríguez, le indigna que muchos españoles sigan sin pagar impuestos o cuotas a la Seguridad Social y personas con suficientes reservas se aprovechen ahora de las ayudas públicas: “Hay poca responsabilidad en este sentido en todas las capas de la sociedad”.

Formar y aceptar: liderazgo moral y ético

En esta crisis del Covid-19 hay también una diferencia en la aceptación de liderazgo entre el sur y el norte de Europa. España tenía que pronunciar un estado de alarma para tener autoridad sobre las 17 ciudades y comunidades autónomas que tienen como los 16 “Bundesländer” competencias propias en muchas materias. Angela Merkel, sin embargo, igual que el primer ministro holandés, solamente han dado recomendaciones de comportamiento con algunas restricciones. “La policía es firme, pero muy amable. Así, nosotros nos podemos todavía mover bastante libremente”, cuenta el pintor español Rubén Vidal que vive con su familia en Berlín. Según el, la gente respeta la distancia recomendada y es muy solidaria. Más fácil en una sociedad que no vive tanto en grupos como la española. Curioso es también que en Alemania los medios de comunicación tradicionales viven un renacimiento en la pandemia. Aunque últimamente muchos eran muy críticos con el actual gobierno, quieren seguir las ruedas de prensa de los científicos y los discursos de la canciller son cada vez más vistos, que por ejemplo supera la cobertura de la victoria alemana en la copa mundial de fútbol 2014.

Civismo como parte de la educación

En Alemania igual que en Holanda, hay mucho civismo. Tenían dado por hecho, igual que en Austria, que no es plausible cerrar todo. “Ha sido muy bonito ahora en Pascua ver a la gente fuera en los parques, pero todos manteniendo la distancia de seguridad”, cuenta Vidal. La apertura, paso a paso de la economía, está acompañada por grandes exigencias de distanciamiento social y protección. En ningún caso el Gobierno se responsabiliza de equipar a las empresas, pero anuncia controles severos. Cada uno en la sociedad sabe más o menos lo que le corresponde. En la cultura alemana desde muy pequeños se les educa a los niños a ser autónomos y responsables. No se debe mentir, se debe cuidar lo común y hay un consenso sobre ciertas cosas fundamentales. “A España le pesa ahora que solamente es una nación sobre el papel”, dice el escritor León Arsenal. Sin embargo, la periodista holandesa Marilou den Outer explica que en su país reina la tranquilidad a pesar de la pandemia: “También la oposición política mantiene la voz baja ahora”.

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