El Banco de España ha publicado esta semana sus proyecciones para la economía española. En esta actualización, la institución monetaria rebaja las expectativas de crecimiento del PIB del año que viene, a la vez que aumenta la tasa de inflación. En concreto, y en comparación con las previsiones de junio, el crecimiento proyectado para 2023 […]
NacionalDirigentes Digital
| 07 oct 2022
El Banco de España ha publicado esta semana sus proyecciones para la economía española. En esta actualización, la institución monetaria rebaja las expectativas de crecimiento del PIB del año que viene, a la vez que aumenta la tasa de inflación. En concreto, y en comparación con las previsiones de junio, el crecimiento proyectado para 2023 es 1,5 pp (puntos porcentuales) menor por el aumento de la inflación, el empeoramiento de las condiciones de financiación, el aumento de la incertidumbre y la desaceleración de la demanda global. Estas cifras contradicen a las utilizadas por el Gobierno para cuadrar los Presupuestos Generales del Estado, que pronostica un aumento del PIB de 2,1%.
Otro de los indicadores principales, y el que más preocupa en la actualidad, la inflación, también aumenta a lo largo de todo el horizonte de proyección: 8,7% en 2022, 5,6% en 2023 y 1,9% en 2024. Las revisiones al alza se han producido por el avance de los precios (más intenso de lo esperado), las nuevas proyecciones para los precios de la energía y la depreciación del euro en comparación con la anterior previsión.
En cambio, el Banco de España mejora las previsiones para 2022 en 0,4 pp por los resultados del PIB en el segundo trimestre, que ha sido superior al de la Unión Económica Monetaria (UEM). Además, los buenos datos de empleo, la mejora de la recaudación pública y el buen comportamiento de la industria manufacturera también impulsan la mejora de las proyecciones. En el lado contrario, el endurecimiento del acceso al crédito, el aumento de costes de la financiación bancaria y, otra vez, la inflación han lastrado la actividad económica.
En el contexto global, la guerra de Ucrania y la tendencia restrictiva de la política monetaria generalizada son los principales factores que explican la desaceleración económica a nivel internacional. En menor medida, la caída de la confianza, una mayor volatilidad de los mercados financieros, el crecimiento de la imprevisibilidad de las proyecciones (aumenta la dispersión entre los analistas), la depreciación del euro y la crisis energética también influyen en el freno que está experimentando la economía global.
Entre julio y septiembre ya se empiezan a apreciar señales de desaceleración: el empleo pierde impulso, bajan los índices de confianza, de consumo y actividad, la Encuesta a las Empresas Españolas sobre la Evolución de su Actividad (EBAE) apunta a un descenso en la facturación empresarial… En el lado positivo, la temporada turística ha superado expectativas. Así, el Banco de España pronostica un crecimiento de tan solo un 0,1 en el tercer trimestre del este año, en comparación con la subida de 1,5 puntos en el segundo trimestre y la subida de 3,1 puntos del mismo periodo en 2021.
El Banco de España también ha calculado el efecto de las medidas desplegadas por las Administraciones Públicas en la inflación. Según esta institución, la reducción del IVA en la factura de la electricidad, la congelación del precio del butano, el límite del 2% en la revisión de los alquileres, la bonificación de los carburantes y el límite del precio del gas en la producción de electricidad habrían evitado tres puntos porcentuales adicionales de inflación.
Esta estimación se ha realizado sin tener en cuenta la reducción del IVA del gas, ni la rebaja de los abonos transporte y la gratuidad del ferroviario. Esto se debe a que, si bien estas medidas ya han sido anunciadas, todavía no han entrado en vigor.
En cuanto a los programas de inversión financiados con los fondos Next Generation, se estima que su implementación es más lenta de lo previsto. Así, esta institución prevé que el valor del conjunto de las convocatorias concedidas a final de año se sitúe en los 11.778 millones de euros, mientras que en la anterior previsión, de junio, se calculaba este valor en más de 20.000 millones de euros. Lo mismo sucede con las actuaciones públicas sufragadas con estos fondos europeos. En junio, se preveía que representaran el 2% del PIB, mientras que en las proyecciones de octubre, no llega al 1,5% de la economía.