La crisis del sector agroalimentario parece no llegar a su fin. El gremio de la alimentación, reunido estos días en el Salón Alimentaria, en Fira de Barcelona, ve un futuro oscuro, incluso tras el parón de la pandemia, del que se esperaban una exitosa recuperación. Sin embargo, la sucesión de problemas les está alejando, cada […]
NacionalDirigentes Digital
| 05 abr 2022
La crisis del sector agroalimentario parece no llegar a su fin. El gremio de la alimentación, reunido estos días en el Salón Alimentaria, en Fira de Barcelona, ve un futuro oscuro, incluso tras el parón de la pandemia, del que se esperaban una exitosa recuperación. Sin embargo, la sucesión de problemas les está alejando, cada vez más, de esa ansiada rehabilitación, al que cada vez parecen sumarse más trabas.
Una abrupta inestabilidad que ha conseguido empañar la ilusión de todos los profesionales que se dan cita en la feria de alimentación y que no parecen que vaya a terminar pronto. La inflación, la subida de productos de primera necesidad, del carburante, la huelga de transporte… y como no, las restricciones de la Covid que, aunque cada vez son menos, ha conseguido socavar una enorme mella en toda la industria.
La alimentación abarca más sectores de los que pueda parecer, más allá de la hostelería y el consumo de las viviendas. La subida de sus precios, plantea un verdadero problema a la sociedad, más allá de que se pueda o no consumir en nuestro tiempo de ocio, implicando una realidad dura realidad: suben los precios y el consumo terminará por rozar mínimos históricos.
En España existe una tradición muy arraigada, la conocida como “cultura de bar”. La hostelería, sin embargo, está resultando una de las grandes perjudicadas, primero por las restricciones de la pandemia y actualmente, sin haber sanado al 100% sus pérdidas, por la subida de precios que directa e indirectamente están consiguiendo que cientos de negocios no puedan asumir las pérdidas.
Un impacto sin precedentes a la que los empresarios, en su gran mayoría perteneciente al gremio de las pymes, han sido testigos de primera ante cómo el precio de la materia prima ha ido subiendo hasta niveles jamás vistos, a lo que se han añadido la energía, los envases y el carburante.
Un círculo vicioso en la economía del país que está consiguiendo que el cliente, cada vez menos frecuente a sus lugares de costumbre, opte por no consumir como antes y ayudando a profundizar en esta crisis de la hostelería que ya dura demasiado tiempo, y no se sabe hasta cuándo.
El hogar medio español no da crédito a la subida de precios de los alimentos más básicos en sus cestas de la compra. La guerra de Ucrania tan solo está siendo un añadido más a una imparable sucesión de subidas en algunos productos que están perjudicando seriamente a la economía de todo el país.
Los productos elaborados a partir de aceite de girasol y cereales fueron los primeros en aferrarse a este aumento, incomprensible por otro lado, teniendo en cuenta que la huerta de España es una de las más ricas. Aun así, Ucrania es uno de los principales proveedores de maíz, aceite de girasol y trigo. Pero la carne, los huevos, el pan o la cerveza son los próximos en sumarse a la lista negra de alimentos encarecidos.
El verano del 21 la inflación dio el primer susto al país, pero lejos de quedarse en una mala cifra, el progresivo aumento ha perjudicado especialmente al precio de la compra. El aumento del gas y la electricidad tampoco ayuda, incluso perjudica más a esta subida de los precios y por ende, a la economía de los hogares.
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