Esta semana, en China, han dado comienzo las asambleas anuales. Ambos organismos son el poder legislativo del régimen o, mejor dicho, donde se ha anunciado la acción de gobierno para todo 2019. El menor crecimiento económico anunciado de China, en primer lugar, no debe interpretarse como una mala noticia. Los países subdesarrollados, cuando despegan económicamente […]
InternacionalDirigentes Digital
| 05 mar 2019
Esta semana, en China, han dado comienzo las asambleas anuales. Ambos organismos son el poder legislativo del régimen o, mejor dicho, donde se ha anunciado la acción de gobierno para todo 2019.
El menor crecimiento económico anunciado de China, en primer lugar, no debe interpretarse como una mala noticia. Los países subdesarrollados, cuando despegan económicamente con modelos basados en exportaciones baratas e inversiones masivas, suelen crecer a tasas bastante elevadas. Sin embargo, cuando completan su desarrollo económico, el crecimiento acaba siendo notablemente inferior. Esto se produce cuando el consumo, los servicios u otras industrias de alto valor añadido fuerzan un cambio del modelo anterior. “Cuanto menos crece China, más se acerca a niveles de país desarrollado”, señala Wang Tao, desde UBS, a DIRIGENTES.
La inflación china, este año, se situará en torno al 3%. Y la oferta monetaria, que llegó a incrementarse un 30% en 2010, crecerá como el año pasado. Esta contención monetaria, conviene reseñarlo, es importante para prevenir ineficiencias relacionadas con la sobrecapacidad (sobre todo, en un escenario donde el endeudamiento total chino se acerca peligrosamente al 300% del PIB). Las emisiones contaminantes seguirán reduciéndose este año, un 3%. Y se seguirán creando los mismos puestos de trabajo que años atrás, once millones, con un paro estimado del 4,5%. Las crisis económicas, normalmente, afectan notablemente a otras variables como empleo e IPC. “En este caso, la desaceleración económica china parece responder a un cambio de modelo, no estamos ante una crisis”, reflexiona Wang.
Las reformas, o la guerra comercial con EE.UU., son asuntos que afectan de manera directa al futuro económico del gigante asiático. Por un lado, la plena convertibilidad del renminbi deberá ir acompañada de una reforma financiera profunda. Y, desde la oferta, los monopolios estatales deberán ceder protagonismo al sector privado, más competitivo e innovador. Las medidas anunciadas durante estos próximos días, relacionadas con el largo plazo, son lo realmente importante. China busca alzarse como un centro financiero, económico, manufacturero e innovador, a escala internacional, antes de 2050.