Según la teoría tradicional, si quiebra una entidad endeudada en trescientos mil millones de dólares, habría crisis económica. El crédito se congelaría, dada la exposición del sector bancario, afectando negativamente a variables económicas centrales como consumo e inversión. El estado, tras rescatar a dicha entidad, acabaría necesitando un rescate internacional. Se producirían recortes sustanciales del […]
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| 26 sep 2021
Según la teoría tradicional, si quiebra una entidad endeudada en trescientos mil millones de dólares, habría crisis económica. El crédito se congelaría, dada la exposición del sector bancario, afectando negativamente a variables económicas centrales como consumo e inversión. El estado, tras rescatar a dicha entidad, acabaría necesitando un rescate internacional. Se producirían recortes sustanciales del gasto público, además de subir los impuestos. Un porcentaje importante del PIB, en lugar de ser consumido o ahorrado (invertido), iría directamente a pagar la deuda. Esto, obviamente, reduciría el crecimiento económico potencial del país. Y, ante la necesidad real de corregir dicho sobreendeudamiento (manifestado en un enorme déficit del sector exterior), devaluar sería inevitable. Los efectos sociales de todo lo anterior, sobre todo en crisis de deuda sobrevenidas, son duros. Van desde la confiscación de los ahorros, vía devaluación cambiaria e inflación por desabastecimiento, hasta un deterioro brutal del mercado laboral. Sin embargo, tras la quiebra del gigante inmobiliario Evergrande, nada de lo anteriormente mencionado puede suceder en China.
El saldo chino del sector exterior es positivo desde hace décadas, es decir, su ahorro neto es superior a la inversión. Existe dinero ahorrado para evitar una congelación del crédito. Y el Yuan chino, una divisa artificialmente devaluada sometida a un régimen cambiario fijo, lo que debe hacer es apreciarse (no devaluarse más). China, en este escenario, no necesita endeudarse con nadie. Y, en consecuencia, variables clave como consumo o inversión no se verían afectadas de ninguna manera. Si el saldo neto del sector exterior es positivo, XM > 0, también lo será la diferencia entre ahorro e inversión S – I > 0, al ser la identidad básica de la economía en equilibrio S – I = XM. Por todas estas razones elementales, entre otras muchas, la quiebra de Evergrande no será un “nuevo momento Lehman”. Dicho con otras palabras, si S – I > 0, es imposible una crisis sistémica de deuda. Ahora bien, una quiebra tan importante sí revela deficiencias serias en la asignación del ahorro chino, lo cual requiere de reformas económicas profundas. Y mucho cuidado, también, con la disminución del dividendo demográfico. Esto, no Evergrande, son retos ineludibles para no interrumpir el desarrollo económico chino de aquí a 2050.
* El título del artículo es un reconocimiento hacia una de las obras maestras de la teoría económica, This Time is Different (Carmen Reinhart and Kenneth Rogoff), escrita para comprender las particularidades de cada país ante situaciones idénticas de crisis.
¿Qué lectura hacen los expertos de la crisis de Evergrande y su impacto en los mercados?