Todo después de que la Organización Mundial del Comercio (OMC) haya autorizado a la Unión Europea (UE) a imponer aranceles sobre productos estadounidenses por un máximo anual de 3.993 millones de dólares como compensación por las subvenciones que Boeing recibió por parte del gobierno de Estados Unidos. De hecho, la UE ya tendría una lista preliminar de productos estadounidenses sobre los que se aplicarían los aranceles. Este fallo de la OMC es el último capítulo de una disputa de años entre las dos compañías aeroespaciales más importantes, la americana Boeing y la europea Airbus.

En Marzo de 2019 la Organización Mundial del Comercio falló a favor de la UE y de la compañía aeroespacial europea Airbus concluyendo que EE.UU. había mantenido subsidios al fabricante Boeing que eran contrarios a la normativa internacional.

Pero la guerra no se queda ahí. Hace un año la Organización Mundial del Comercio (OMC) dio via verde a Estados Unidos a imponer aranceles de hasta 7.500 millones de dólares a los productos importados de la Unión Europea, precisamente en represalia por las subvenciones y ayudas públicas que la UE había dado a Airbus y que habrían “dañado los intereses estadounidenses”. Tras el dictamen del organismo internacional de Comercio, EE.UU. impuso aranceles a la UE de un 25% para distintos productos entre los que se encuentran el aceite y el vino y un 15% para los productos de aviación civil.

La tensión comercial a ambos lados del Atlántico sigue aumentando y Donal Trump ha amenazado con “devolver el golpe” si la UE impone aranceles. “Si contraatacan, nosotros contraatacaremos con más fuerza que ellos. Mejor que no lo hagan”, dijo Trump. El Representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Lighthizer, también comunicó que cualquier medida de la UE para imponer aranceles a os aviones Boeing y otros bienes estadounidenses por valor de casi 4.000 millones de dólares sería “claramente contraria a los principios de la OMC y obligará a una respuesta estadounidense”. Los funcionarios de la UE argumentan que lo mismo ocurre con los aranceles estadounidenses impuestos el año pasado a los productos europeos.

Parece que Bruselas y Washington tendrán que sentarse a negociar o se iniciará un guerra de aranceles de ida y vuelta que puede afectar duramente a las economías a ambos lados del Atlántico.