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El sector financiero suizo, la transformación de un gigante

Suiza tuvo su pequeño “Suexit” cuando decidió en 2015 desvincular su moneda del euro. Desde entonces hay intentos de volver al seno europeo por la puerta trasera. Pero al mismo tiempo, también hay partidos que prefieren alejarse todavía más de Bruselas. Queda una fecha clave: el 17 de mayo de 2020 los suizos votan, vía […]

Internacional

Dirigentes Digital

11 may 2020

Suiza tuvo su pequeño “Suexit” cuando decidió en 2015 desvincular su moneda del euro. Desde entonces hay intentos de volver al seno europeo por la puerta trasera. Pero al mismo tiempo, también hay partidos que prefieren alejarse todavía más de Bruselas. Queda una fecha clave: el 17 de mayo de 2020 los suizos votan, vía referéndum, una iniciativa del partido nacionalista SVP contra la movilidad libre de personas entre el país y sus vecinos de la UE. Si hay una mayoría para ello tendrá un impacto enorme para el país por afectar también a contratos para el reconocimiento mutuo de certificaciones de productos, contratación pública, transporte aéreo, transporte terrestre, agricultura e investigación. Aunque no hay una gran probabilidad de que siga adelante, dice algo sobre el ambiente actual en Suiza, dónde se sienten cada vez más las brechas entre pobres y ricos, igual que crecen los recelos contra los extranjeros como en muchos otros países europeos.

Gracias a este aislamiento “si hay un incendio político en cualquier parte del mundo, los inversores huirán al franco suizo“, dice el economista Thomas Gitzel del Banco VP Bank, con base en Liechtenstein, en el diario alemán “Süddeutsche Zeitung”. Sin duda, ser mercado refugio también ha sido una ventaja para los bancos suizos, sobre todo para el Credit Suisse que ha podido incrementar su beneficio neto en 2019 de manera sustancial. Pero aun así, según un estudio de la región, Zürich (“Finanzplatz Zürich) el centro financiero suizo fue enormemente penalizado entre 2007 y 2017. La última crisis financiera ha demostrado que Suiza, como gran exportador de productos y servicios, es muy sensible a riesgos sistémicos, pero los datos también demuestran que este problema no se resuelve con una desvinculación de la UE. Los actores del mundo financiero, del seguro, la banca y la bolsa lo han entendido. SIX, Helvetia, y parece que también la banca privada J. Safra Sarasin quieren crecer en España.

Credit Suisse se acerca a su rival UBS

Suiza tiene en parte los mismos problemas que Alemania. Su sector financiero sigue estando tocado desde la crisis de 2007 y su economía depende mucho del exterior y del valor de su moneda. Los tipos de interés muy bajos han llevado a un exceso de liquidez que a su vez ha creado burbujas locales en su mercado inmobiliario. Las universidades, y también la política suiza, han sido muy ágiles en concentrar en el país la excelencia en fintechs y permitir operaciones en Blockchain, pero la digitalización perjudica a los grandes bancos domésticos suizos igual que en otros países. Hay demasiado jugadores en el mercado. Según los datos del banco nacional SNB, para los 8,5 millones de habitantes quedan todavía 253 bancos distintos, casi igual que en España que es más de cinco veces más grande que Suiza. Cierto es que en una década se ha reducido el número en más de 50 instituciones pero esto también ha llevado a que la mitad de los activos totales del sector lo controlan UBS, Credit Suisse, Postfinance y ZKB.

También hay un 21 por ciento menos de aseguradoras, según el informe de la Secretaría de Estado sobre los asuntos financieros internacionales de Suiza, y los negocios interbancarios con países extranjeros han perdido importancia desde 2007. Por todo ello el Credit Suisse, con su nuevo CEO Thomas Gottstein, contempla su zona de crecimiento más bien en Asia y mercados emergentes. En primeras entrevistas dejó claro que el banco también irá comprando equipos para expandirse rápido. Gottstein puede basarse en el buen trabajo hecho por su antiguo jefe. El banco, que pertenece en su mayoría a inversores extranjeros, ha cerrado el año con un beneficio neto de 3.4 miles de millones de CH, mientras UBS llega a 4.3 miles de millones. Así se acorta la diferencia entre los bancos más grandes del país. Es una de las razones por las que el CEO de UBS, Sergio Ermotti, ha sido destituido después de nueve años por el holandés Ralph Hamers. Su sucesor es, desde 2013, el jefe de ING y, con su experiencia, debería ayudar a UBS en su proceso de modernización y mejora del retailbanking.

Se deterioran las buenas virtudes suizas

Aun así, el actual estilo de gestión de los dos grandes bancos que se refleja en los últimos escándalos de ambas entidades indigna a los propios suizos que son conocidos por ser modestos y por su enorme discreción. En España los expertos del sector se acuerdan de aquel fichaje frustrado de Andrea Orcel, de UBS, como consejero delegado para el Santander. La presidenta Ana Botín anunció la contratación en septiembre de 2018 y, pocos meses después, en enero de 2019, dio marcha atrás al no lograr un acuerdo con UBS, que pretendía que el grupo español se hiciese cargo de los 52 millones de euros de bonus que debería recibir Orcel. Además, el Credit Suisse por su parte está envuelto en un escándalo de espionaje desde septiembre, por el cual se tenía que ir también el antiguo CEO Tidjane Thiam, cuya exposición en redes sociales tampoco ha gustado mucho en Suiza. Pero lo peor: Iqbal Khan, directivo que dejó en 2019 el Credit Suisse para fichar por UBS, fue objeto de seguimiento por parte de un detective privado, un encargo hecho por varios responsables del Credit Suisse. Y lo que deja mal sabor en la boca de algunos accionistas del banco es también el “golden handshake” que ha recibido el polémico Thiam. Según informa la agencia Reuters, el africano se ha ido con hasta 30 millones de CH. Se incrementa así la presión sobre el presidente del banco como último responsable de todo esto, Urs Rohner.

Helvetia y Six, los nuevos aliados de España

Las últimas operaciones financieras y bancarias dejan claro que la república helvética no puede seguir aislándose del resto del mundo como ha hecho hasta ahora en muchos temas políticos y económicos. Y quizás, para poder competir con el mundo americano en banca de inversión hay que ser igual de agresivo. Quizás también debería cambiar su modelo de negocio, porque en banca de inversión los americanos lideran en la bolsa y los europeos pierden cada vez más peso. Paraísos fiscales ya hay muchos, hasta en el centro de Europa. La no cotizada gestora de la bolsa suiza SIX, se ha dado cuenta de que no es posible vivir sin la UE y busca ahora la fusión con su competidor europeo, la BME española. Es un paso muy importante también para España, una de las razones por la cual el supervisor español, la CNMV, ya ha dado luz verde a la operación que tiene que ser aprobada en última instancia por el Gobierno de Pedro Sánchez. “No esperamos obstáculos en principio”, dice Sebastián Albella, presidente de la CNMV.

Six es un aliado gran aliado para BME. El grupo ya emplea a alrededor de 2.600 trabajadores y cuenta con presencia en 20 países. Además de esta operación, está la entrada de Helvetia en el capital de Caser Seguros. El sector seguros es muy importante en Suiza y Helvetia es el número 3 en el mercado. Su CEO, Philipp Gmür, sabe que el mercado doméstico ya está saturado. Igual que SIX, estaban dispuestos a pagar plusvalías importantes para conseguir sus nuevos brazos en Europa. Así lo cree también la exministra del PP y exvicepresidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Elvira Rodríguez, que ve en estos pasos claramente “una puerta de entrada al mercado europeo”.

La “lavadora suiza” se pone en modus “eco”

Ya en el “Foro de Davos” uno ha podido hacerse una idea de cómo está cambiando el romántico país de Heidi o, más bien, cómo le fuerzan a cambiar. A pesar de todo el auto-aislamiento a lo largo de sus casi 800 años de historia, los suizos no pueden negar que también tienen algunas responsabilidades en este mundo y no solamente para su propia gente. Los ocho millones de suizos que viven desde hace siglos tranquilos de sus manufacturas, la gestión discreta del dinero de los ricos, del turismo de invierno de lujo, y también de la fuerza internacional de sus grandes corporaciones como Nestlé, Roche o Novartis, empiezan a notar con preocupación, no solamente los cambios drásticos en su entorno natural, sino también en su economía: burbujas inmobiliarias, paro, una Seguridad Social que ofrece cada vez menos y brechas salariales más amplias. Sin duda, con un PIB per cápita de alrededor de 80.000 dólares es uno de los países más ricos del mundo.

Lo que más les duele a los grandes amantes de la naturaleza y del esquí: cada invierno los suizos tienen menos nieve. Y lo que molesta a los poseedores de las grandes fortunas del mundo: el secreto bancario suizo ya no es tan secreto como antes gracias a la crisis de 2007. Involucrada en muchas operaciones de lavado de dinero, Suiza tiene que adaptarse a las reglas de Basilea, igual que a la lucha contra la criminalidad internacional. Siempre han existido mundos paralelos entre el suizo muy reservado, amable y ecológico de la calle, y el poderoso sistema financiero situado en Zúrich y Ginebra. Aunque algunos partidos, como en muchos otros países, echan la culpa a los inmigrantes que han llegado en las últimas décadas al país, la situación actual en Suiza es mucho más compleja y sus problemas tienen poco que ver con los extranjeros.

Suiza será una de las victimas más grandes del cambio sistémico

Para empezar, el país de los glaciares será una de las grandes víctimas del cambio climático y económico que estamos viviendo. A finales de este siglo, entre el 60 y el 80 por ciento del área del glaciar habrá desaparecido en Suiza. En un futuro los gigantes de hielo solo se podrán encontrar en las regiones más altas de los Alpes de Berna y Valais, escribe la Oficina Federal para el Medio Ambiente. Para un suizo que separa la basura desde hace décadas en metal, cristal, plástico, compost, etc., esto representa una impotencia total y deja clara la vinculación del país con lo que pasa en el resto del planeta.

También los terremotos en el mundo financiero afectan a Suiza. Los grandes bancos UBS y Credit Suisse, basados en la vieja escuela de la banca de inversión, sufren ya estos cambios. Su imagen está deteriorada por escándalos de espionaje, bonificaciones exageradas y la fuga de grandes talentos a financieras privadas. Suiza es el mercado europeo más grande en “Wealth Management” y también por ello está involucrado en algunos de los casos de corrupción más sonados, como el que rodea a la petrolera brasileña Petrobras o al fondo soberano de Malasia 1MDB. El gobierno suizo anunció que la policía federal, a partir de ahora, usará el programa de la ONU contra el lavado de dinero “go-AML” para combatir esta lacra que está dañando la imagen de Suiza desde hace décadas.

Greenwashing a la suiza

Pero si los financieros suizos creen que ahora pueden lavar su cara ofreciendo más productos verdes, se equivocan profundamente. La activista sueca Greta Thunberg no se cansa de decirlo. Lo dijo también en el “Foro de Davos”, que tenía como misión inicial en los años 70 mejorar el mundo, pero en realidad se ha convertido en un encuentro cínico de la élite financiera. En la última edición alguien tan auténtica como Greta Thunberg ha cambiado la agenda de muchos. Así Suiza, en lugar de lavar el dinero más blanco, empezará a lavarlo a partir de ahora más verde. Según datos de “Finance Watch”, que tiene su sede en Bruselas, ya está entre los lugares más reconocidos en “finanzas verdes”. Sin embargo, el periódico suizo de referencia “NZZ” lo detalle en un artículo: “Es una tendencia muy popular ponerse la etiqueta «environmental social governance»-ESG,… pero muy pocos fondos supuestamente verdes cumplen con lo que prometen”.

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