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“Es momento de que China empiece a importar productos españoles”

La Cámara de España en Pekín, que da servicio a más de quinientas empresas en China, celebra los 45 años de las relaciones diplomáticas hispano-chinas con una petición muy concreta: equilibrar los intercambios comerciales entre España y China. Álvaro Bilbao, su Presidente en Pekín, ha hablado también sobre las perspectivas económicas del gigante asiático, en […]

Internacional

Dirigentes Digital

21 sep 2018

La Cámara de España en Pekín, que da servicio a más de quinientas empresas en China, celebra los 45 años de las relaciones diplomáticas hispano-chinas con una petición muy concreta: equilibrar los intercambios comerciales entre España y China. Álvaro Bilbao, su Presidente en Pekín, ha hablado también sobre las perspectivas económicas del gigante asiático, en una entrevista con DIRIGENTES.

Se han cumplido 45 años de las relaciones diplomáticas entre España y China. ¿Qué valoración podemos hacer del comercio entre ambos países?

El desarrollo de las relaciones comerciales entre China y España, desde nuestro punto de vista, pensamos que tiene un enorme potencial de mejora. España, pese a ser la cuarta mayor economía de la Eurozona, representa tan solo 5% del comercio total entre China y Europa. Es cierto que, tras la crisis de deuda europea, las empresas españolas se vieron obligadas a exportar más. Actualmente, hay casi tantas empresas españolas vinculadas con China como alemanas. Pero, si analizamos las cifras de exportación total, Alemania acapara la mitad de todas las ventas europeas hacia China. Y en turismo, siendo la segunda potencia turística mundial, recibimos bastantes menos visitantes que países como Francia o Italia. España, seguramente, debe seguir esforzándose para darse a conocer en China. Y, por parte de China, las empresas españolas deseamos contar con mayores facilidades para desarrollarnos en este mercado. Porque China, en comparación con otras regiones del mundo, sigue siendo un mercado bastante complicado para nosotros.

Las relaciones comerciales, además, están desequilibradas, ¿no?

Existe una característica fundamental, evidente si se analizan las cifras, que es el desequilibrio comercial entre España y China. Una nota positiva, estos últimos años, es que el déficit comercial, medido por la cobertura de las exportaciones sobre importaciones, se está reduciendo. En estos años de crisis económica, España ha pasado del 20 al 30%, pero seguimos siendo el tercer país europeo que más déficit tiene con china. El famoso tren que conecta Yiwu con Madrid es una buena iniciativa para fomentar el comercio entre ambos países. Sin embargo, apenas se exportan mercancías españolas a través de este tren, en comparación con los viajes desde Yiwu. La cooperación comercial entre España y China, ahora, parece estar más enfocada hacia el sector agroalimentario. De hecho, lo que más exporta España a China es porcino congelado. Sin embargo, a nivel mundial, España es una potencia en sectores como producción de vehículos, partes automovilísticos, otros bienes industriales, sector médico-farmacéutico o alta moda. Debemos trabajar para que estas industrias de alto valor añadido puedan tener una mayor presencia en China.

¿Qué supone para España la iniciativa comercial china conocida como Belt & Road?

Solamente en infraestructuras, según el Asian Development Bank, Asia necesita invertir ocho billones de dólares anuales hasta 2030. Y en Latinoamérica, sobre todo tras la incorporación de Ecuador al Asian Investments for Infrastructures Bank (AIIB), China va a continuar desempeñando un papel activo dentro del sector. Powerchina, por ejemplo, ha marcado un hito tras construir la hidroeléctrica ecuatoriana Coca-codo, que permitirá al país andino ahorrar 1.300 millones de dólares anuales en combustible importado. España, teóricamente, puede ser un buen socio para China en Latinoamérica. Y los chinos, como contrapartida, pueden facilitar la entrada de España en otros mercados asiáticos del espectro B&R. España debe ser proactiva. Debe aprovechar el impulso chino al comercio internacional, sobre todo sus inversiones e importaciones, dentro del marco B&R. Es una oportunidad para todos que, entre otras cosas, puede contribuir notablemente a fomentar unas relaciones comerciales equilibradas entre España y China.

Precisamente, dentro del marco B&R, se encuentra el tren que une Yiwu con la ciudad de Madrid. Cuatro años después de su lanzamiento ¿Ha servido para mejorar el comercio entre China y España?

Desde su inauguración, en 2014, este tren ha transportado 12.000 contenedores a España; pero solamente unos 2.500 han tenido como destino final China. Zaragoza está sirviendo como centro logístico de referencia para las exportaciones chinas hacia el sur de Europa. Yiwu lleva tiempo estrechando sus relaciones con el gobierno de Aragón. E, incluso, China ha abierto un Instituto Confucio en esta preciosa ciudad. Ahora bien, España también desea beneficiarse de esta iniciativas. Analizando las importaciones chinas por sectores, es posible observar un potencial interesante para la exportación española hacia China, sobre lo cual debemos incidir más. China, por ejemplo, importa del mundo unos 105 mil millones de dólares en bebidas u otros productos agroalimentarios. Los materiales de construcción suman, aproximadamente, unos diez mil millones. El consumidor chino ha quintuplicado sus importaciones de lujo, pese a los altos aranceles, desde 2013. Y China, como primer inversor del mundo en energías renovables (nuclear o eólica), ofrece oportunidades de negocio interesantes relacionadas con este sector. España produce bienes de categoría mundial en todas estas industrias. Pienso, por tanto, que con el tren Yiwu-Madrid hemos podido tomar conciencia de la importancia del comercio entre nuestros países. Pero una relación duradera, y mutuamente beneficiosa, exige ahora un mayor nivel de exportación desde España hacia China.

En Noviembre, Shanghai celebra la primera Feria Internacional de Importación, que está levantando mucha expectación ¿Cómo valoran este acontecimiento desde la Cámara?

Sin duda, es una excelente oportunidad por todo lo que venimos comentando. China ha sido, tradicionalmente, una potencia exportadora. También ha importado mucho. Pero estas importaciones han sido, sobre todo, inputs intermedios destinados a procesos de re-exportación. Ahora todo esto está cambiando. China debe consumir más bienes de aquellos países que necesitamos exportar para, entre otras cosas, equilibrar nuestras cuentas exteriores. Y China también necesita consumir, porque tiene ahorro para ello, que se traduce en una economía más dinámica con mayores salarios. Tras décadas de mucho sacrificio, a China le toca disfrutar del bienestar económico, e importar los bienes que sus consumidores deseen consumir. Los fundamentales económicos indican que la tendencia natural es ésta, si bien hace falta tomar conciencia del cambio. Por eso, esta feria es importante, porque pone su foco sobre este nuevo paradigma económico: China sigue evolucionando desde un modelo de “exportaciones baratas-ahorro interno excesivo” hacia otro más orientado al consumo doméstico y las importaciones. Esta evolución, como desmuestra el acontecimiento que usted saca a colación, es una realidad ineludible.

¿Qué productos españoles está demandando actualmente China?

Ahora China parece querer identificar a los países por uno o dos productos concretos, pero España es mucho más que vino, jamón serrano o aceite de oliva, como he razonado antes. En todo caso, si deberíamos aprovechar el tirón de nuestros productos agroalimentarios para consolidar estos bienes españoles dentro del mercado chino. Ahora bien, tampoco tiene demasiado sentido vender mucho vino, pero a precios tan bajos, como hacemos actualmente. Si tenemos algunos de los mejores vinos del mundo, y China nos reconoce por eso, España debe posicionarse en la gama alta.

¿En qué punto están las relaciones de inversión entre ambos países?

Tras la crisis de deuda en Occidente, era evidente que países como España necesitábamos recurrir al ahorro exterior para reducir nuestro déficit externo. Por explicarlo gráficamente, España ya no podía consumir tanto como antes, incrementando su deuda para ello. Y China, por otra parte, tampoco podía seguir exportando y ahorrando tanto como antes. En cuanto a las inversiones, por tanto, es obvio que un país tradicionalmente ahorrador como China tiene ahora mucho músculo financiero. Y que países en pleno proceso de ajuste estructural, como muchos europeos, podemos utilizar ese capital para reequilibrar la economía mundial. Fíjese, antes de 2008, la inversión china en Europa y España era residual. Sin embargo, durante la crisis económica, China ha multiplicado por veinte su stock en Europa. España no ha conseguido atraer tanta inversión china como otros países del entorno europeo, pero pensamos que existen buenas oportunidades en terceros mercados. Por ejemplo, el primer destino de las inversiones chinas es América Latina, y ahí nuestras empresas pueden prestar un apoyo importante a China. Por otra parte, las empresas chinas y españolas también pueden invertir conjuntamente en asia, donde nuestra presencia es menor. Si conseguimos desarrollar una estrategia conjunta de inversión en terceros mercados, como América Latina o Asia, las relaciones económicas entre China y España terminarían siendo tremendamente beneficiosas para ambos.

Por último ¿Cómo ven ustedes la situación económica actual de China?

China es una economía de renta media-alta que va a crecer en torno al 6,5% este año. Cierto es que este crecimiento lleva un tiempo desacelerándose, casi cuatro puntos en comparación con los dobles dígitos registrados hace ocho años, pero el balance es positivo. Cada año, hay diez millones de pobres menos, los salarios continúan aumentando y la renta personal disponible supera, en tasa porcentual, al avance del PIB. Pasar del diez al seis por ciento de crecimiento, pese a lo que algunos analistas repiten desde hace tiempo, no está teniendo efectos adversos sobre el desarrollo económico chino. Es más, conforme los países del mundo completan su desarrollo industrial, el crecimiento siempre tiende a situarse en torno al 2-3%. China avanza hacia tasas moderadas de crecimiento, como sucede en Europa o Estados Unidos, lo cual implica crecer menos pero hacerlo mejor. Cuando China crezca a tasas del 2-3%, en ese momento, estoy convencido de que será una economía desarrollada.

Las reformas económicas, según se deduce de sus palabras, están teniendo el efecto deseado ¿No?

La reforma económica china, iniciada en 1979, ha sido una historia de éxito. Sin embargo, todavía dista mucho de haberse completado. Por esta misma razón, el propio gobierno chino sigue hablando de profundizar en las reformas. A corto-medio plazo, la economía china tiene dos reformas pendientes. Por un lado, la reforma del sistema financiero para liberalizar las transacciones de capital y permitir el cambio sin restricciones del Yuan. Y, por otra parte, una reforma del sector estatal que debe poner fin a la situación privilegiada de los monopolios públicos, introduciendo más competencia. Nosotros creemos que habrá privatizaciones parciales para fomentar la eficiencia. Los beneficios de esta reforma pasan por acabar con el exceso de capacidad en algunas industrias, reducir los precios al consumo, incrementar el bienestar social y corregir otras externalidades negativas como la contaminación medioambiental. Actualmente, las empresas estatales acaparan un ochenta por ciento del crédito concedido, pero sólo contribuyen a una quinta parte de los beneficios totales. En términos de empleo total, además, tampoco son estratégicas al aportar solamente un 17%.

Cuando se liberalice la balanza de capitales, también subirán los intereses sobre depósitos para evitar una fuga, y surgirán muchas otras alternativas atractivas con vistas a colocar eficientemente el ahorro. Todo esto significa que la dinámica perversa del banco público prestando dinero cautivo al sector estatal, más ineficiente cada vez, tiene los días contados. La reforma financiera exigirá una mayor calidad del crédito para poder cumplir con unos tipos más altos sobre depósitos. Cortará el crédito fácil a las empresas del sector estatal. Y las industrias, en consecuencia, tendrán que incrementar su eficiencia e introducir nuevos competidores para poder satisfacer la demanda china. Esto fomentará la innovación tecnológica, habrá más consumo e incrementará el peso del sector terciario en China. En otras palabras, la reforma financiera y del sector estatal son condición necesaria para que China termine completando con éxito su propio proceso de desarrollo económico. Esto, por otra parte, también deberá facilitar la expansión de las empresas extranjeras en China.

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