Mientras se discute si hay que lanzar un programa de activación de la economía o no, el barómetro IFO que refleja el clima empresarial en Alemania está bajando por quinta vez seguida y el ánimo de los empresarios es ya tan bajo como en noviembre de 2012. “Cada vez parece más probable que nos enfrentemos […]
InternacionalDirigentes Digital
| 02 sep 2019
Mientras se discute si hay que lanzar un programa de activación de la economía o no, el barómetro IFO que refleja el clima empresarial en Alemania está bajando por quinta vez seguida y el ánimo de los empresarios es ya tan bajo como en noviembre de 2012. “Cada vez parece más probable que nos enfrentemos a una recesión”, dice Clemens Fuest, presidente del centro de investigación IFO que consulta para su famoso barómetro a 9.000 empresas en Alemania. En el centro de estudios de Mapfre ya creen que se producirá una recesión ordenada para los países germánicos – Alemania, Suiza y Austria. Los síntomas y enfermedades son bastante similares. El problema de fondo que tienen estos países tiene que ver con los años vividos de tipos bajos y también en la fuerza de trabajo a bajo precio de China que han hecho posible que entren en el mercado empresas que no son necesariamente mejores, pero que ofrecen productos similares a mejor precio.
Este malestar de los países más industriales de Europa que se agrava por los enormes cambios empresariales a nivel de digitalización que afectarán también al resto de la región y al mundo entero que, por ahora, sigue creciendo en su conjunto según estimaciones de Mapfre: “Nuestra previsión de crecimiento global en 2019/2020 se ubica entre el 3,3% +- 0,2% en promedio durante ambos años con aportaciones similares entre emergentes y desarrollados, pero con riesgos a la baja en esta previsión dependiendo del balance de riesgos”, cuenta Gonzalo de Cadenas-Santiago, jefe de la división del departamento de investigación económica en Mapfre. Con el panorama actual –posible Brexit duro, guerra comercial con China y un Donald Trump como un riesgo constante – las previsiones de los economistas son cada vez más cautelosas. Lo que es lo más alarmante de Alemania: desde agosto 2018 está cayendo el índice de producción industrial, en el mes de junio hasta un 6,2%, lo que indica cada vez más que Alemania está entrando en fase de recesión.
¿Por qué Alemania no reacciona con inversión?
Desde hace años economistas y políticos en Europa y también en EEUU piden a Alemania aumentar su inversión pública y reducir su cuota de exportación, para así reducir el superávit comercial. Pero los alemanes tienen un trauma con la deuda debido a la historia de hiperinflación de la República de Weimar. El Bundesbank no se cree que los mecanismos de inflación ya no funcionen de la misma manera. Es decir, todavía creen que si entra más dinero en el mercado se incrementa la demanda y así los precios. Aunque estamos viendo desde hace años que con dinero barato sí se crece más rápido, también vemos que ya no aumentan los precios de la misma manera y su jefe Jens Weidmann niega lo obvio. Con su “obsesión de no endeudarse”, Alemania se daña a sí misma y a la economía mundial, escribió el economista americano Paul Krugman en estos días en el “New York Times”. De hecho, no hay otro país entre las principales economías occidentales que tenga una deuda pública tan baja y un superávit presupuestario continuo.
Además, ahora los bonos soberanos están en una rentabilidad 0, o hasta cuestan dinero para la gente que quiere invertir en deuda alemana. “Es el momento para invertir”, dice De Cadenas-Santiago. Las ideas para gastar más dinero son abundantes: en energías respetuosas con el clima y redes de datos más rápidas, en carreteras y raíles, en educación e investigación. La mejora en todas estas áreas podría ser un beneficio duradero y estimular una mayor inversión privada, creen muchos economistas. Los recortes de impuestos también están en debate, pero por el momento Merkel no se mueve, ni tampoco hay mucho movimiento por parte de las empresas. Parece que el gigante alemán duerme un poco.
El proveedor automotriz Continental, por ejemplo, no producirá celdas de batería de estado sólido – un negocio de mil millones de dólares. Además, el salto tecnológico podría romper el liderazgo del mercado de un puñado de proveedores asiáticos en tecnología convencional de iones de litio. Pero Alemania no solamente pierde el tren a nivel de baterías, sino también en relación con los ferrocarriles, igual que en seguridad y movilidad urbana. Comparado con España, muchas ciudades alemanas parecen sucias y la densidad de población llega al límite en sitios como Colonia. Según expertos en infraestructuras es necesario mejorar la vida en el campo y en los pueblos para que en las ciudades bajen los precios de alquiler y aumente la calidad de vida.
La política monetaria ha llegado a sus límites
Según el economista Gonzalo de Cadenas-Santiago, Alemania es un buen ejemplo para comprobar que la política económica ha tocado sus límites en Europa y que tiene que haber mucha más iniciativa privada: “Seguimos sin abordar una acción concertada para la política fiscal. No se ha aprovechado además nuevamente la bonanza económica anterior para hacer reformas estructurales de calado en la gran mayoría de las economías, con excepción de España”. Es justamente por el buen trabajo de las empresas y, en menor medida, por el gobierno de Mariano Rajoy, que la economía española está actualmente mejor posicionada en algunos segmentos, como en el sector bancario. “Además, las tensiones comerciales entre EEUU y China no tienen efectos directos sobre España pero una posible crisis comercial europea como en el acero o el automóvil, como la vemos ya en los mercados germánicos, sí podría tenerla”, advierte Cadenas-Santiago. La debilidad actual se refuerza porque no se tomen medidas estructurales que sobrevivan legislaturas.
Para él hay que flexibilizar los mercados, arrimar el hombro entre todos los socios europeos en materia fiscal y no abusar de medidas que limitan los síntomas pero no solucionan el problema y pueden llegar a crear un mal mayor. Y con estas palabras se refiere a la década de tipos bajos que vivimos en Europa, se posiciona entre un Mario Draghi y Weidmann en la estrategia monetaria: “Hay que limitar un mayor endeudamiento pero al mismo tiempo hay que promover crecimiento y más inflación para que el crecimiento nominal sea capaz de reducir el crecimiento de la deuda. Si no, corremos el peligro de vivir en un mundo de elevada deuda y poco crecimiento, lo que viven los japoneses ya desde hace mucho tiempo”. En el caso de Japón solamente se lo pueden permitir porque su deuda se queda dentro del país y los ciudadanos tienen una alta cuota de ahorro. Lo último lo tienen en común con los alemanes, aparte de muchas otras cosas. Pero si las viejas virtudes japonesas y alemanas ya cuentan en un mundo digital dónde los hábitos cambian cada año, nos queda esperar.