Hace tan solo unas semanas el Fondo Monetario Internacional (FMI) planteaba que poner parches a la propagación del coronavirus es como colocar un cubo bajo una gotera. Por el contrario, la conclusión era que la manera de atajar con efectividad el goteo constante de nuevos casos es confinar a la población. Este planteamiento supone que […]
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| 29 oct 2020
Hace tan solo unas semanas el Fondo Monetario Internacional (FMI) planteaba que poner parches a la propagación del coronavirus es como colocar un cubo bajo una gotera. Por el contrario, la conclusión era que la manera de atajar con efectividad el goteo constante de nuevos casos es confinar a la población.
Este planteamiento supone que una economía funcionando a medias mientras el virus se expande crece menos que si se intenta reducir al mínimo los contagios. En definitiva, que un confinamiento más estricto ahoga la economía en un primer momento, pero la hace crecer más vigorosamente. La razón es que “es poco probable que el desconfinamiento genere un estímulo económico contundente y sostenido si las infecciones aún son elevadas”.
La nueva normalidad tan anunciada en el continente europeo va en contra de esa idea, por lo que los principales dirigentes europeos se han propuesto tomar cartas en el asunto. Además, sus decisiones están avaladas por el descontrol de los contagios de los últimos días: en Francia los casos diarios superan los 30.000; mientras, en Alemania superan los 15.000, y España e Italia rondan los 10.000 casos diarios.
Por ello, las autoridades de estos países no han encontrado otra solución que volver a imponer medidas drásticas, como cierres de bares, restaurantes y museos, así como limitaciones de movilidad. El presidente francés, Emmanuel Macron, alegó durante la noche del miércoles que el país tendría que volver a cerrarse hasta finales de noviembre para enfrentarse a una segunda ola “más dura que la primera”.
A partir de este viernes, los franceses estarán obligados a tener una causa justificada para salir de casa, como ya sucedió en marzo. No podrán reunirse con otras personas: “Solo podrán salir de casa para trabajar, acudir a una cita médica, prestar asistencia a un familiar, comprar productos esenciales o dar un paseo cerca de casa”. Por ello, los bares y restaurantes cerrarán sus puertas al menos hasta diciembre. No obstante, las escuelas continuarán abiertas, a diferencia de la primera ola.
Hay que recordar que estas nuevas restricciones llegan después del fallido intento de controlar la expansión de la pandemia por medio del toque de queda nocturno. En el caso de Alemania, las medidas llegan con un número de casos diario menor que en Francia, si bien la actuación será menos contundente por parte de la canciller germana, Angela Merkel.
Los bares, restaurantes, cines y teatros permanecerán cerrados, mientras que los comercios seguirán abiertos. El propósito alemán es poder mantener los centros educativos abiertos y que no se tenga que llegar a un confinamiento más extremo, como en el caso de Francia.
Por su parte, Italia lleva esta última semana sufriendo diversas prohibiciones. Los italianos no pueden ir a piscinas, gimnasios, teatros y cines, mientras que pueden acudir en grupos de hasta cuatro personas a bares y restaurantes hasta las seis de la tarde, hora en que están obligados a cerrar. En el territorio transalpino también se impuso el toque de queda en más de la mitad del país.
España marcha con retraso con respecto a sus vecinos europeos. Acaba de adoptar un estado de alarma que, por otra parte, no prevé realizar confinamientos estrictos, más allá de prohibir la circulación de personas por la noche. En principio, podría mantenerse hasta mayo para dar cobertura legal a nuevas medidas que traten de evitar que la pandemia siga extendiéndose.
En todo caso, la diferencia entre el apoyo gubernamental en Europa y en España es significativo. Alemania dispone de 10.000 millones de euros para ayudar a sus empresas, en concreto a las de menos de 50 empleados. La idea de Merkel es cubrir el 75% de la facturación que pierdan las empresas. Dicha ayuda se mantendrá hasta 2021.
El líder francés, en un plan similar al de Merkel, facilitará ayudas de hasta 10.000 euros mensuales a los pequeños negocios que se hayan visto afectadas por el nuevo cierre. Mientras, Italia ha lanzado un plan de 5.400 millones de euros, tras las protestas que se han sucedido en distintos puntos del país.