VUCA es la sigla del momento en ambientes corporativos, de inteligencia de negocios y prospectiva, pero también académicos y gubernamentales, en América Latina. Tomado del inglés para referir a Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad, el acrónimo resume muy acertadamente el espíritu de época que se vive allí en los albores de la década de 2020. […]
InternacionalDirigentes Digital
| 16 abr 2019
VUCA es la sigla del momento en ambientes corporativos, de inteligencia de negocios y prospectiva, pero también académicos y gubernamentales, en América Latina. Tomado del inglés para referir a Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad, el acrónimo resume muy acertadamente el espíritu de época que se vive allí en los albores de la década de 2020.
Dos gobiernos antagónicos en su identidad política, pero sin grandes disidencias en lo económico, dieron sus primeros pasos este año en Brasil y México al tiempo que la crisis de Venezuela fue agravándose de tal manera que, a fines de febrero, el país se encaminaba a un desenlace “con todas las opciones sobre la mesa”.
Sumando a ello las proyecciones de organismos internacionales (que indican una desaceleración regional concomitante con la global), además de la actuación de EEUU, China y Rusia (que pasaron a utilizar la región como teatro de operaciones para sus estrategias de expansión), el conjunto de factores a considerar exige una alta dosis de creatividad a los más expertos analistas.
Gestionar el cambio que tales escenarios exigen ha creado en las organizaciones la demanda por un tipo de análisis multidisciplinario de prospección de diverso alcance. En esa línea, el trabajo de investigadores del proyecto Millenium (MP), surgido de la Universidad de Naciones Unidas y con nodos en 63 países, es una referencia para estructuras públicas y privadas en diversas especialidades.
LATAM 2030
“América Latina debe reconsiderar sus primeros dos siglos para visualizar las próximas dos décadas”, sugiere el director del nodo Venezuela de ese think tank, José Cordeiro, en el libro “Latinoamérica 2030”, un estudio prospectivo publicado originalmente en 2012 que fue material de consulta de expresidentes como Fernando Henrique Cardoso (Brasil), Enrique Peña Nieto (México) y Eduardo Frei (Chile), además del exsecretario general de la ONU Ban Ki-moon, entre otros.
Proyectando eventos y escenarios hacia 2030, ese “mapa del futuro” consideraba 50% de probabilidades de que los países seguirán el modelo de la Unión Europea, los precios de los alimentos aumentarán el doble y el PIB per cápita crecerá 50%, al tiempo que la región seguirá siendo la principal productora de biocombustibles y el crimen organizado adquirirá más poder que algunos gobiernos.
“La próxima década estará moldeada por decisiones que irán más allá del color político, porque deberán estar enfocadas en cómo los países de América Latina enfrentarán los cambios tecnológicos, económicos, sociales, culturales, políticos y ambientales de la Cuarta Revolución Industrial”, le dijo a DIRIGENTES Fernando Ortega San Martín, director de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (CONCYTEC) del Perú.
PROBABLE Y POSIBLE
Entre futuros probables (cercanos) y posibles (lejanos), los especialistas de prospectiva trazan escenarios positivos y negativos. Entre los primeros, pueden listarse “mejoría considerable del Índice de Desarrollo Humano (IDH), marca ‘made in Latin America’ como símbolo de calidad y tecnología punta, aumento del PIB, valorización de los recursos naturales como un activo económico y combate a la corrupción”, señala Rosa Alegría, directora del MP en Brasil, que capacita a profesionales corporativos en tal visión.
Ya en términos negativos, lo que América Latina puede esperar en los próximos años es, de acuerdo con su análisis, “un aumento de la desigualdad social, derrota del avance tecnológico en favor de importaciones, caída del PIB y deterioro brutal del medio ambiente”. Claro que hechos imprevistos pueden tener derivaciones inesperadas. “La caída de Venezuela pasa a ser un factor de integración y está cambiando los contornos geopolíticos del continente”, resume la analista, que disertó recientemente en el Senado de Argentina en favor de una Ley de Prospectiva y sobre la Economía Naranja propuesta por el BID, entre otros conceptos innovadores.
Al momento de hablar tanto del sector público como del privado, la especialista sugiere a los inversionistas observar los recursos naturales de la región como una fuente de oportunidades. “Agua, energía y alimentos, el Nexo de Supervivencia, según la FAO, constituyen la gran oportunidad para el continente latinoamericano, pues es proveedor de los tres. Entender las tendencias y la innovación en esos pilares puede asegurar la sustentabilidad de un negocio”, apunta la especialista de prospectiva y disertante habitual en países latinoamericanos.
INESPERADO Y CAMBIANTE
No obstante, el informe del IE también parece dar espacio a la fórmula de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad citada al inicio de este texto. “Si los elementos externos cambian de dirección” -esto es, que China y EEUU entren en acuerdo y los tipos de interés de la FED no aumenten significativamente- “la recuperación de la región podría ser más intensa de lo pronosticado inicialmente”, arriesga el equipo del IE.
También los futuristas admiten que tal escenario aparece en el radar de posibilidades en el corto plazo. Lo que, sin embargo, continúa siendo una incógnita es el potencial desestabilizador de la caída del régimen de Nicolás Maduro. La suerte del gobierno de Mauricio Macri, su antagonista ideológico y económico, paradójicamente tiene mayor peso en proyecciones de impacto regional tanto del IE como también del World Economic Forum y el FMI.
Este último, precisamente, al justificar su rebaja en las proyecciones de crecimiento de los países latinoamericanos, utiliza el término que tanto circula últimamente en los corredores académicos, corporativos y gubernamentales: incertidumbre.