Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, se anotó el tanto de anunciar uno de los planes más ambiciosos que se han visto en el proyecto comunitario. El importe de su propuesta para paliar la crisis del coronavirus en Europa se eleva a los 750.000 millones de euros, de los que 500.000 millones […]
InternacionalDirigentes Digital
| 03 jun 2020
Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, se anotó el tanto de anunciar uno de los planes más ambiciosos que se han visto en el proyecto comunitario. El importe de su propuesta para paliar la crisis del coronavirus en Europa se eleva a los 750.000 millones de euros, de los que 500.000 millones se repartirían en forma de transferencias directas, mientras que el resto se destinará a préstamos.
Un buen número de gobiernos han recibido con optimismo la propuesta, entre ellos el español, aunque de momento no es más que eso, porque aún restan unos cuantos pasos para que el dinero llegue a quien lo necesita. En un encuentro organizado por el Comité Económico y Social Europeo (CESE), diversas instituciones dieron su punto de vista de cómo se desarrollará el plan a partir de ahora, entre ellas, la propia Comisión Europea, representada por su vicepresidente ejecutivo y máximo responsable económico, Valdis Dombrovskis.
Otra de las participantes, Irene Tinagli, del Comité de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo, reitera la buena acogida que tuvo la presentación de von der Leyen, y se alegra de que la solidaridad continúe siendo uno de los valores principales de la Unión. No obstante, es consciente de que habrá que discutir algunos aspectos, si bien “se necesita acelerar el proceso en el Consejo Europeo”.
En la misma línea se expresa Amélie de Montchalin, secretaria de estado de asuntos europeos francesa. Desde su punto de vista, no actuar con rapidez supondría una pérdida de credibilidad para el proyecto, aunque cree que es “legítimo” que algunos países quieran defender sus intereses. En todo caso, “no podemos perder tiempo en debates teóricos”, afirma la responsable francesa. En ese sentido, solicita a que se tomen decisiones cuanto antes, y no “en 10 meses, ni en 2 años” porque la necesidad apremia ya.
Por su parte, el presidente del CESE, Luca Jahier, se congratula de que, en general, se haya alcanzado un consenso nunca visto, como el que ejemplificaron Alemania y Francia al presentar su propuesta de un fondo de transferencias de medio billón de euros. De todos modos, valora con optimismo que en esta crisis la respuesta haya sido más rápida que en otras ocasiones. Jahier se alegra de que la presentación de este plan “ha tomado 2 meses y medio, mientras que en otros periodos las grandes decisiones han necesitado 10 años”.
Aun así, al igual que las demás participantes en el foro, advirtió de que si el plan “no se implementa, será un desastre”. “El dinero tiene que llegar a las regiones donde se necesita y a los ciudadanos que lo necesitan”, avisa Jahier. También coincide en señalar que el plan no está basado en “imprimir dinero y repartirlo”, sino que hay una estrategia económica para el futuro, aunque necesite la aprobación de cada uno de los estados miembros.
Dombrovskis prefirió señalar que la Comisión Europea ha tomado un camino nuevo para la Unión. “Es un nuevo concepto en la Unión Europea”, dice el vicepresidente con respecto al plan de rescate. “Vamos a los mercados financieros en una gran escala”, afirma Dombrovskis, lo que significa que es toda la Unión la que asume el riesgo y el coste de tener que devolver la financiación que obtenga. En esa línea, cree que es necesario que los países miembros unan fuerzas para movilizar recursos.
A este respecto, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha anunciado que se celebrará una cumbre de líderes europeos el próximo 19 de junio por videoconferencia. Sin embargo, cree que esta reunión no será suficiente para cerrar acuerdos, por lo que anticipa que se producirá un segundo encuentro más adelante, de manera física, según ha explicado en la red social Twitter.
Uno de los debates que adelantó DIRIGENTES es la creación de nuevas figuras impositivas que sirvan para compensar los costes de emitir deuda. El vicepresidente de la Comisión afirma que los impuestos que propone no son nuevos y ya habían sido discutidos por los miembros, aunque sin consenso. Por un lado, menciona que las figuras fiscales que tienen que ver con la sostenibilidad van en línea con el Green Deal que ya presentó la Unión hace unos meses. Mientras, los impuestos digitales persiguen la contribución de las grandes compañías. Para ello, Dombrovskis apuesta por que Europa lidere esta iniciativa, en vistas de que “es incierto” un acuerdo a nivel internacional en el corto plazo.
Además, señala otra necesidad para que estos impuestos sean efectivos. Para Dombrovskis es imprescindible la unanimidad de los estados para imponerlos, y también para que los gestione directamente la Comisión Europea. Sin embargo, estas propuestas tuvieron respuesta por parte de los demás participantes del evento.
Irene Tinagli respalda la creación de nuevas figuras impositivas, dado que “hay muchos actores que se están beneficiando del mercado común y no contribuyen”. Por el contrario, rechaza imponer más tasas a los ciudadanos europeos. Además, esto supondría que la Unión está más integrada y coordinada, y que cuenta con más recursos para poder enfrentar una próxima crisis.
La representante francesa cree que el punto positivo del plan de acción es que está coordinado y es común. “La interdependencia no es una debilidad pero tiene consecuencias”, dice Amélie de Montchalin, en referencia al mercado común. En todo caso, se muestra de acuerdo con Tinagli, al decir que los ciudadanos “soportan muchos” impuestos.