Marruecos es la economía número 60 por volumen de PIB en el mundo. Su deuda pública representaba en 2018 el 64,96% del PIB, una cifra moderada comparada con el endeudamiento del mundo occidental. Sin embargo, esta relativa riqueza está mal distribuida entre la población porque sus 36 millones de habitantes tienen un bajísimo nivel de vida, según el Índice de Desarrollo Humano elaborado por Naciones Unidas para medir el progreso de un país. Entre ellos también Hamza Chimine de 24 años. El joven ama a su país de origen, Marruecos, pero ve su futuro en Europa. Por ello ha venido a Canarias y ha arriesgado su vida gastando todos sus ahorros para el trayecto en cayuco por el Atlántico: "Soy programador. Quiero trabajo". Parte de su familia ya está en Italia, él quiere quedarse en España. Mientras Alemania busca en Marruecos un aliado en su estrategia de hidrógeno, con lo que espera también poder contar con el apoyo del país en la lucha contra la migración ilegal, para España el vecino africano ya es el socio comercial más importante fuera de la UE. La relación entre los dos países es de amor-odio y supone un peligro para la seguridad nacional, cree Francisco Javier Álvarez, catedrático de la universidad Carlos III en Madrid.

La amenaza de la migración ilegal vs ayuda económica

La amenaza de la migración irregular y la creciente potencia militar de Marruecos se siente sobre todo en España pero afecta a la UE en su conjunto. Alemania reacciona con dinero: "Hemos prometido a Marruecos casi 90 millones de euros en préstamos para la construcción conjunta de la primera planta a gran escala para la producción de hidrógeno verde", dijo el ministro de Desarrollo, Gerd Müller (CSU). El problema es que el Gobierno de Pedro Sánchez también aspira a convertir su país en proveedor de hidrógeno para países como Alemania donde todavía está el corazón de la industria europea. “Otro regalo para el rey Mohammed VI viene de EE.UU. en forma de armas vendidas a buen precio para que Marruecos luche contra el yihadismo”, dice Álvarez. Además, el reino alauí acaba de reconocer a Israel como estado, lo que ha sido una bomba diplomática en el mundo árabe. En cambio, a este gesto en favor del antiguo presidente Donald Trump, este reconoce la soberanía de Marruecos sobre la región ocupada del Sáhara Occidental. Mientras tanto las líneas áreas de Israel y Marruecos se alegran porque gracias al acuerdo diplomático ya hay vuelos directos a cada país. Las protestas sociales, y ahora también políticas, aumentan en Marruecos sobre todo en el Rif. Ahí viven gran parte de los agricultores de la marihuana que entra en Europa. “El país no está andando por el buen camino”, opina el analista político marroquí Said Ida Hassan.

Alemania se calla, como España, en relación con el Sáhara Occidental, también porque cree que no le concierne pero claramente existe un cruce de intereses. Mientras tanto ha acordado en las últimas negociaciones gubernamentales con el ministro de Relaciones Exteriores de Marruecos, Nasser Bourita, ayudas económicas multimillonarias que tienen como objetivo garantizar que el país líder del norte de África salga más fuerte de la pandemia. El país que vive del turismo y de la agricultura ha cerrado las fronteras durante muchísimos meses para controlar el impacto negativo del Covid-19 en su débil sistema sanitario. Los expertos coinciden en que Marruecos tardará décadas en lograr disminuir la atracción por escaparse a Europa de sus habitantes, siendo el producto interior bruto per cápita alrededor de los 3000 euros, mientras en España llega a más de 27.000 euros y en Alemania a aproximadamente 45.000 euros. Ya viven alrededor de un millón de marroquís en la península Ibérica: “Es normal que exista el deseo de los marroquís de venir aquí. La brecha de bienestar es igual en la frontera de México con EE.UU.”, dice el experto en seguridad Fernando Cocho.

Marruecos es un modelo para futuros proyectos de hidrógeno en África

La licitación de la planta piloto alemana para producir hidrógeno verde en Marruecos se realizará en 2021. En la primera etapa de expansión, la planta tendrá una potencia de 200 megavatios de energías renovables y 100 megavatios de capacidad de electrólisis. La construcción no solo pretende demostrar la viabilidad económica de los proyectos de hidrógeno a gran escala, sino que se considera un modelo de producción competitiva en los países socios a través de la cooperación al desarrollo. Implicadas están empresas como Thyssen-Krupp, Siemens, MAN Energy Solutions, pero también compañías emergentes como Sunfire de Dresden e Ineratec de Karlsruhe están mostrando interés en esta colaboración.

Marruecos es uno de los países socios de la reforma de Alemania en África que según el ministro Müller ha logrado grandes avances en el desarrollo en los últimos años. Aunque en el índice “Doing Business” del Banco Mundial, que mide las condiciones para hacer negocios, el país ha pasado del puesto 115 al 53 en los últimos diez años. “Marruecos sigue siendo una dictadura de hecho y un país con un conflicto grave en el Sáhara Occidental”, dice el experto del Maghreb Ignacio Cembrero que ha sufrido el poder autoritario de las autoridades marroquís en su propia piel cuando ha trabajado de periodista en la zona.

La pandemia ha tenido un impacto desastroso en Marruecos

También el pequeño progreso económico de los últimos años que se refleja en la modernización de su turismo, su agricultura y sus puertos como Tanger Med, y en proyectos innovadores de energía renovables, está en peligro por la pandemia de coronavirus. Marruecos es el segundo país económicamente más afectado de África después de Sudáfrica. El turismo, donde compite igual que en la agricultura con España, representa el 7% del PIB. El ministerio de desarrollo alemán ha prometido a las empresas marroquís garantías de 400 millones de euros y paga una ayuda puente adicional para las personas particularmente afectadas por la pandemia. "Alemania es el mayor partidario de Marruecos en la crisis", dijo Müller. El banco estatal alemán KfW también apoya a Marruecos con 250 millones de euros para préstamos a bajo interés, lo que debería allanar el camino para el acceso a los servicios financieros para las empresas del país.

Esta estrategia de invertir en el desarrollo y así frenar el flujo de inmigrantes irregulares es una realidad en todo el mundo. “Pero éticamente es muy cuestionable usar seres humanos como armas o monedas de cambio, mientras el rey vive una vida de un lujo escandaloso”, dice Álvarez. Tampoco todos los proyectos europeos iniciados con esta intención son económicamente rentables como por ejemplo Desertec, el parque solar promovido por alemanes en el desierto marroquí. Su futuro es incierto, lo que hace que jóvenes como Chimine siguen llegando a España. "De hecho, solo el 47 por ciento de la población marroquí trabaja, y un tercio de ellos en la agricultura que sufre la sequía actual”, dice Gonzalo Escribano del Think tank Real Instituto Elcano. Mientras centenares de migrantes marroquís se han ahogado en estos últimos meses en el mar buscando un futuro mejor en Europa, el rey Mohammed VI es ahora el quinto hombre más rico de África, según Forbes.