La ralentización económica está sobre la mesa. Sus consecuencias, también. Uno de los desencadenantes ya ha sido expuesto por la ONU: 500 millones de personas no tienen un empleo digno. Y es que “mientras que la fuerza de trabajo mundial aumenta, no se están creando suficientes empleos nuevos”, recoge un estudio elaborado por este organismo. […]
InternacionalDirigentes Digital
| 21 ene 2020
La ralentización económica está sobre la mesa. Sus consecuencias, también. Uno de los desencadenantes ya ha sido expuesto por la ONU: 500 millones de personas no tienen un empleo digno. Y es que “mientras que la fuerza de trabajo mundial aumenta, no se están creando suficientes empleos nuevos”, recoge un estudio elaborado por este organismo.
Las cifras son estas: 188 millones de desempleados en el mundo, 165 millones que desean trabajar más horas y 120 millones que no están clasificadas como desempleadas al abandonar la búsqueda activa de trabajo o no tener acceso a éste.
El director general de la Organización Internacional del Trabajo (perteneciente a la ONU), Guy Ryder, define la situación así: “Para millones de personas comunes es cada vez más difícil construir vidas mejores gracias al trabajo. La persistencia y la amplitud de la exclusión y de las desigualdades relacionadas con el empleo les impiden encontrar un trabajo decente y forjarse un futuro mejor”. Hablando de futuro, son los jóvenes, precisamente, uno de los grupos poblacionales más afectados: 267 millones ni trabajan ni reciben ningún tipo de formación.
Los pronósticos a futuro tampoco ayudan: el número desempleados aumentará 2,5 millones este 2020. Y muchos de los que sí tengan trabajo en países emergentes vivirán un aumento de su pobreza entre 2020 y 2021. Actualmente, casi uno de cada cinco trabajadores, un 19%, “no han ganado lo suficiente para subsistir ellos mismos y sacar a sus familias de la pobreza”.
América del Sur es un ejemplo de este escenario. Una de sus trabas al crecimiento es la caída del ingreso destinado a mano de obra. Como resultado, se sucedió un estancamiento durante el año pasado de la renta per cápita en muchos de estos países. De hecho, el PIB promedio per cápita es un 4% más bajo que en 2014.
Además, “las perspectivas iniciales para este año en América del Sur prevén un tercer año de recesión, aunque a un ritmo menor que en 2019”, recoge otro estudio de la ONU. Todo esto acompañado de “unas difíciles condiciones externas y una gran incertidumbre económica”.
La ralentización de la economía mundial se hace palpable. Los problemas estructurales de cada economía se acentúan con este nuevo ecosistema. La conclusión es unánime: la pobreza afecta incluso a los trabajadores.