La máxima más acertada con respecto a la relación comercial con China es la de Luis Azofra, country manager de Ebury España: “Esto es comprar y listos, no hay relación comercial”. El mundo entero se acerca al gigante asiático como a un infinito mercado en el que se fabrica de todo y en el que […]
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| 27 may 2021
La máxima más acertada con respecto a la relación comercial con China es la de Luis Azofra, country manager de Ebury España: “Esto es comprar y listos, no hay relación comercial”. El mundo entero se acerca al gigante asiático como a un infinito mercado en el que se fabrica de todo y en el que un amplio abanico de materias primas entran y salen para distribuirse por todo el globo.
Azofra fue el moderador de un coloquio organizado por Ebury en el que se analizó la relación de China con las empresas que importan sus productos desde allí. Los últimos meses han puesto en peligro la cadena de suministro, por lo que han resultado un “quebradero de cabeza”, según lo define Fernando Cimorra, director en España de MingTa Group.
En su opinión, el coronavirus vino “como una auténtica bomba” y “ni las compañías con más previsión del mundo podían elucubrar una tormenta perfecta como la que se ha dado”. El chubasco al que se refiere es a los problemas y los retrasos para traer mercancías a España. Entre otras cosas, no solo se han disparado los precios en algunos sectores concretos, sino que las materias primas se han apreciado entre un 8% y un 30% en determinados segmentos.
Para Cimorra, “esos incrementos no son justificados” y han sido deliberados por parte de las compañías chinas. La mejor manera de afrontar esas turbulencias consiste en anticiparse para “contar con una horquilla de previsión mucho mayor”. Eso supone que los proveedores pueden hacer acopio de materiales con más previsión y, por ende, ajustar los precios. En ese escenario, “toda industria que no sea capaz de adaptarse al nuevo campo de juego desaparecerá”.
Ismael Ahmad Fernández, CEO de Universal Blue, también compartió su experiencia en los negocios con la segunda potencia mundial. En un primer momento, los obstáculos estaban en los retrasos en las entregas, pero no en los precios. Una vez que las tiendas españolas y de todo el mundo volvieron a abrir, se disparó el consumo y subieron los precios del transporte.
“Los proveedores aseguran su margen y repercuten la pérdida de beneficios en el incremento de precio basándose en la apreciación de las materias primas”, resume este dirigente. Así que lo que en principio fue temor por la llegada de mercancías se convirtió en temor por no encontrar espacio en los buques para transportarlas. Como Cimorra, incide en la necesidad de tener mucha más agilidad.
En respuesta a si esta crisis en el suministro puede hacer cambiar la dinámica mundial, los participantes en el coloquio tienen claro que no. Isabel Ye, directora de Iniciativas en China de Ebury, destaca que China “tiene la cadena de suministros montada”, lo que significa que “será complicado buscar otras opciones” para proveer productos.
Cimorra añade que “el mundo ha creado una dependencia de con respecto a Asia importante”. Eso supone que “para revertirlo nos iríamos a décadas”, prosigue, “lo que hay que hacer es tener una visión global y adaptarnos”. Por otro lado, destaca que las empresas asiáticas “no necesitan exportar o salir al mercado internacional para ser rentables”, por lo que hay una dependencia de Occidente de China, pero no al revés.
Para Ahmad Fernández es preciso retirar mitos del imaginario colectivo. “Se decía que la única ventaja competitiva de China es la mano de obra barata, cosa que a día de hoy no es cierta”, reflexiona. Lo que tienen ahora son “fábricas tremendamente tecnológicas que se han convertido en la fábrica total del mundo por lo bien que lo han hecho”, recalca.