El ascenso de las mujeres es una realidad, objetivamente positiva, también en China. Es cierto que, dentro de las estructuras políticas del régimen, sigue habiendo una mayoría claramente masculina. Pero la proporción femenina en los principales órganos legislativos, donde se promulgan las leyes, ya asciende al 25%. Y, si se observa la proporción de diputadas nacidas durante los años 90, ellas son mayoría con respecto al género masculino. Todo esto, que puede parecer anecdótico, también se está extendiendo al ámbito de la empresa privada.

La riqueza media entre las mujeres empresarias chinas se sitúa en torno a los 3 mil millones de dólares. Y, las más ricas, se encuentran dentro de los sectores manufacturero e inmobiliario. La empresaria china, Diane Wang, es para Forbes una de las diez ejecutivas más poderosas en Asia. Toda su carrera profesional ha estado dedicada al sector de las nuevas tecnologías, aún cuando el comercio electrónico todavía no existía como tal, lo cual la convirtió en una auténtica pionera.

A finales de los años 90, tras haber sido la directora más joven nombrada nunca, abandonó Cisco. Luego fundaría la filial china de Amazon, en 2004, para finalmente acabar presidiendo los consejos empresariales del G-20 o el foro APEC. Su caso, sin embargo, no es ninguna excepción. Wu Yajun, que preside la inmobiliaria Longfor, tiene un patrimonio medio estimado cercano a los nueve mil millones de dólares. Esto sitúa a Wu, oficialmente, como la segunda mujer más rica de China. Pero también es posible encontrar multimillonarias fuera de los sectores manufacturero e inmobiliario.

Por ejemplo, Zheng Xiangling cierra el top-10 actual como directora ejecutiva del China National Biotec Group, tras haber acumulado 4 mil millones de dólares. Y la dueña del Grupo Médico Yongjin, Chen Jinxia, se ha colado recientemente entre las ejecutivas más exitosas. Las mujeres trabajadoras, por tanto, también son clave en el devenir de la China del siglo XXI.