No es oro, todo lo que reluce, una vieja máxima, un refrán que retoma al completo su significado si miramos a los criptoactivos, todo aquello que envuelve estas nuevas tecnologías incluidas sus expresiones más populares ahora en España, las criptomonedas con Bitcoin a la cabeza. Sus revalorizaciones a niveles del 4.000% y el incremento de […]
Dirigentes Digital
| 10 may 2022
No es oro, todo lo que reluce, una vieja máxima, un refrán que retoma al completo su significado si miramos a los criptoactivos, todo aquello que envuelve estas nuevas tecnologías incluidas sus expresiones más populares ahora en España, las criptomonedas con Bitcoin a la cabeza. Sus revalorizaciones a niveles del 4.000% y el incremento de su popularidad no hacen más que incrementarse.
En especial entre los más jóvenes para los que las revalorizaciones exponenciales, el brillo de las DeFi, las finanzas descentralizadas que no necesitan intermediación y los NFT los tokens no fungibles, esos activos criptográficos únicos, se unen a la implosión de la tecnología, un mundo con el que se mimetizan por completo con la referencia de un mundo que va hacia una completa digitalización.
Se trata sin duda de un mundo casi en pañales, no olvidemos que la evolución de la tecnología blockchain no ha hecho nada más que empezar, y qué decir de la creación de criptomonedas, un mercado que, no olvidemos, mueve diariamente en el mundo, a pesar de su trayectoria a la baja más de 1,66 billones de dólares a precios actuales, aunque llegó a superar en su mejor momento, en febrero del pasado ejercicio los 2,81 billones. En febrero de 2021 apenas sumaban 4.500 y ahora superan ya las 10.400 monedas virtuales y subiendo.
En el caso concreto de nuestro país, el Banco de España nos advierte en su último informe de Estabilidad Financiera que la rápida expansión de los criptoactivos, bien sea en su potencial uso o como medio de pago, plantean riesgos potenciales para la estabilidad financiera.
Nuevos modos, nos dice, en esos activos financieros, así como novedosas maneras de intermediación que pueden minorizar los costes de las transacciones, mejorar su eficiencia y establecer una mayor interoperabilidad en el sistema de pagos, con una competencia añadida. Pero indican que esos beneficios solo podrán calibrarse si se desarrollan de forma segura y con un marco regulatorio que mitigue riesgos y mantenga la confianza en el sistema financiero.
Y llama la atención, especialmente, sobre aquellos que no cuentan con el respaldo de activos financieros tradicionales, porque se pueden usar para actividades ilícitas, el blanqueo de dinero e incluso depender de tecnologías de última generación, que no están cubiertas por ley. A esto se suma además los interrogantes que plantea sobre su transparencia operativa e incluso sobre el elevado consumo energético. Riesgos que podrían incluso convertirse en sistémicos.
Cabe recordar, como nos indica el Banco de España, que las actividades sobre criptoactivos en España actualmente no están reguladas. Con alguna excepción, por ejemplo, con ciertos requisitos de la publicidad que ha establecido la CNMV, la Comisión Nacional del Mercado de Valores, el supervisor de los mercados financieros, por lo que no están sujetas a reserva de actividad.
De hecho, el BdE solo es responsable de operar el registro de proveedores de servicios de cambio de las criptomonedas a las monedas fiduciarias y de custodia de monederos electrónicos, solo eso. Y, por tanto, no puede regular la autorización de la prestación de sus servicios.
No hay tampoco competencias regulatorias sobre el control de los supervisores de estos servicios, lo que significa que cualquier problema relacionado con alguno de ellos no presenta autoridad alguna que pueda legalmente intervenir cuando se produzca un conflicto, por ejemplo, derivado de una transacción financiera con criptoactivos.
No olvidemos que el crecimiento de estos activos en España es muy elevado: nuestro país es la quinta economía por volumen de transacciones de Europa, continente que además es el principal receptor a escala global. Hablamos de casi 60.000 millones de euros en 2021 en España, el 4,8% del PIB y el 2,7% de los activos financieros totales, por delante de Suiza e Italia y únicamente tras el Reino Unido, Francia, Alemania y Países Bajos. El peso de ese volumen es equivalente al de nuestro PIB, en torno a un 10% de la eurozona.
Y ganan la partida las operaciones sin intermediarios, en especial de la red Ethereum, con un 39% del total, son predominantes con un 64% del total de los servicios descentralizados. Todo ello mientras el 12% de los adultos españoles, como señala Finder.com, posee criptoactivos en España.