El Ministerio de Hacienda lleva tiempo analizando qué hay que reformar en la fiscalidad española para hacerla más eficiente, si es necesaria una subida de impuestos para mejorar la recaudación. Un comité de expertos evalúa la situación, pero los economistas ya han dado su opinión: no se trata de dar un vuelco a lo que […]
NacionalDirigentes Digital
| 24 feb 2022
El Ministerio de Hacienda lleva tiempo analizando qué hay que reformar en la fiscalidad española para hacerla más eficiente, si es necesaria una subida de impuestos para mejorar la recaudación. Un comité de expertos evalúa la situación, pero los economistas ya han dado su opinión: no se trata de dar un vuelco a lo que hay, sino de actuar con sentido común.
El Consejo General de Economistas (CGE) viene ofreciendo su opinión acerca de diferentes aspectos, pero la consideración general es que hace falta tener claro el objetivo. “El estado del bienestar requiere gasto, mucho gasto”, resume Luis del Amo, uno de los miembros del Consejo.
En este momento, el gasto público de España (46,6% del PIB) se encuentra 4 puntos porcentuales de la media de la Unión Europea, en consonancia con la presión fiscal, que es 4,5 puntos inferior (36,6%). En ese panorama, los economistas observan dos posibilidades: o reducir las pretensiones del estado o incrementar los ingresos para afrontar los gastos que supone el estado del bienestar. Teniendo en cuenta que se aspira a mejorar el llamado estado del bienestar, la principal opción pasa por aumentar los ingresos.
No obstante, los economistas no creen que esto quiera decir que hay que subir los impuestos. En primer lugar, del Amo señala un asunto al que se suele echar mano cuando se plantea este debate: “Está pendiente una reforma de la administración que ayude a racionalizar el gasto”, resume.
Por otra parte, los economistas afirman en su estudio que sería una ayuda eliminar ciertas figuras que existen en el sistema fiscal español. Por ejemplo, esto sucede con el IVA. El análisis concluye que las figuras de IVA reducido y superreducido no tienen una réplica en el resto de socios europeos.
Asimismo, hay cierta anomalía con el impuesto de sociedades. Los economistas creen que hay muchos regímenes especiales, beneficios fiscales y deducciones que merman la capacidad recaudatoria, de modo que el tipo efectivo es muy inferior al tipo nominal. En resumen, creen adecuado “analizar si la reducción de estos -beneficios, deducciones, etc- aumentaría la recaudación”. “Si lo hacemos quizá no tenemos que subir impuestos”, insisten.
En ese sentido, el presidente del CGE, Valentín Pich, rechaza la idea de que se suba impuestos en un momento como este. En su opinión, la salida de la crisis, la inflación y la incertidumbre constante hacen desaconsejable un incremento de los impuestos que perjudique a la competitividad del sistema fiscal español.
Por otro lado, reflexiona acerca de las numerosas dificultades que afrontan buena parte de los contribuyentes. Según estima, hay una franja de contribuyentes que ronda el 40% “que soportan el peso de la recaudación”. Pich cree que este grupo de población es la que trabaja y “hace que el país funcione”. Por eso, apunta que es un colectivo que hay que “interesa que estén tranquilos”.
También hay polémica con la competencia que efectúan las comunidades autónomas entre sí con el impuesto de sucesiones y donaciones. Unas lo bonifican y otras piden una homogeneización al alza. Desde el CGE creen que no se trata de imponer un tipo máximo y mínimo, pero Pich sí se atreve a explicar que es un asunto que se debería aclarar: “No podemos andar todo el día a la greña”.