El secretario general de la Alianza Hotelera, Fernando Gallardo, analiza junto a DIRIGENTES las claves actuales del turismo y el impacto de algunos mercados como el asiático o el norteamericano en la economía española. La Semana Santa y el posterior puente de mayo han permitido tomar el pulso al sector. ¿Cuál es su situación actual? […]
NacionalDirigentes Digital
| 19 jul 2023
El secretario general de la Alianza Hotelera, Fernando Gallardo, analiza junto a DIRIGENTES las claves actuales del turismo y el impacto de algunos mercados como el asiático o el norteamericano en la economía española.
Las previsiones de ocupación de la Alianza Hotelera para la Semana Santa eran muy buenas, estaban en el orden de un 80% y las hemos superado levemente porque conseguimos un 81,81%. Estos datos, además, se vieron superados por las ocupaciones del mes de abril en su conjunto, dado que nuestras cadenas hoteleras tienen un componente fuertemente urbano y patrimonialista y, por lo tanto, no necesariamente hacen el lleno en Semana Santa. Abril cerró con un 82,13%, muy levemente superior a la Semana Santa, lo que indica unas ocupaciones tremendas y mayo ha terminado con un 84,51%. 2019 fue un año de récord absoluto y este año muy probablemente se van a batir los datos de 2019 en ocupaciones y precios, por lo menos en el primer semestre. Estamos hablando de un nivel de precios en el que la Semana Santa de 2023 ha estado un 30% por encima de la de 2019. En abril más o menos lo mismo y en mayo cayó un poco, en torno a un 26% por encima de mayo de 2019.
Para este verano, las previsiones que tenemos en ocupaciones a fecha de hoy, [6 de junio] están en torno a un 76%. Teniendo en cuenta que aún estamos en junio y que la pandemia trajo una fuerte tendencia a las reservas de última hora, no me extrañaría nada que en julio y agosto alcancemos el 90%. En lo que respecta a los precios, estaríamos hablando también de una hipótesis de trabajo en torno al 24%-25% por encima de 2019. Claramente, 2023 es un año de récord y, a menos que en el segundo semestre se tuerzan mucho las cosas, se van a superar todos los récords.
Hemos hablado de récord en ocupación y precios. Sin embargo, tengo que resaltar que en lo que respecta a la rentabilidad, por poco no se alcanza el mismo nivel que en 2019. Los precios están un 25% o 27% por encima de lo que fue el verano de 2019, pero los costes han superado claramente esta barrera. Además, los costes de alimentación y energía son muy superiores al resto, por lo que estamos hablando de un déficit de rentabilidad con respecto a 2019. Agarramos récord en ocupación y precios, pero no en rentabilidad porque la inflación ha sido muy aguda en temas muy claves para la industria hotelera, fundamentalmente alimentación, bebidas y energía, por lo que nos falta todavía un 4% o 5% de rentabilidad superior para batir el récord de 2019.
Es buena, pero no es óptima. Hace falta dominar la inflación y que los precios medios se sostengan en el tiempo. Confío en que esto va a suceder porque el precio medio de los hoteles españoles está muy por debajo del resto del mundo a niveles de calidad, incluso, superiores. En los últimos años, España ha hecho una política muy certera en costes que ahora se disparan con la inflación, pero los costes estructurales están muy contenidos. De hecho, España es el país número uno en gestión de costes hoteleros. No lo es en ingresos, pero en lo que respecta a los costes, ningún país del mundo es tan competitivo y, en gran parte por esto, durante casi dos décadas España ha sido el país más competitivo del mundo.
Estos costes que nos han permitido ser extraordinariamente competitivos, al mismo tiempo nos han obligado a tener unos hoteles que no siempre se pueden renovar con el nivel de asiduidad que lo hacen otros países y, sobre todo, los costes bajos en general repercuten en la masa laboral. Además, hay que elevar el valor de lo que produce cada empleado del sector turístico. Su retribución no debe estar en función de la cantidad de trabajo que produce, sino del valor que produce ese trabajo. Es una apuesta que queremos hacer desde la Alianza Hotelera, lo que nos obliga a hacer un esfuerzo de formación y potenciación del valor.
Nuestros mercados principales ya no nos ven como un destino de sol y playa, sino que ahora nos ven como un destino de estilo de vida y de bienestar. España ha dejado de ser símbolo de buen clima y empieza a ser reclamado por su gran potencialidad, por su confort, sus infraestructuras, el buen alojamiento y su amabilidad.
Sin duda hay algo que empuja en esta dirección y hay algunos ejemplos en la Costa del Sol, aunque es turismo de golf o con especial énfasis en gastronomía. En España el turismo es mayoritariamente vacacional, mientras que el turismo de lujo es un segmento de élite y exclusivo, y aporta todavía relativamente poco. Cuando alguien quiere desarrollar este tipo de turismo en un país pequeño es muy fácil hablar de turismo de lujo. En 2019, España recibió 83,7 millones de turistas internacionales y puede que este año bata ese récord: entre el nacional y el internacional llegaríamos a los 110 millones de turistas. Cuando hablamos de paraísos y lujo como la isla Mauricio, las Seychelles o Montecarlo, hablamos a lo sumo de un millón de turistas. Comparado con 110 millones es muy anecdótico.
El turismo de lujo siempre va a ser algo muy aspiracional que hay que construir y promover, pero sin pensar más allá que es elitista y aspiracional. El turismo de lujo puede marcar pautas de desarrollo que después se conviertan en commodities. Creo que, sin perder la perspectiva de que España es un país de turismo de clases medias y productos de una categoría media, tenemos que conseguir que esa categoría media signifique una categoría baja mañana y que la fuerza motriz de ese turismo medio pueda ser el turismo de lujo donde mirarse y al que aspirar.
Es una incógnita. Aunque hasta ahora no lo ha sido, creemos que a medio y largo plazo el turismo chino va a ser importante en España. A corto plazo no es posible porque China se ha abierto muy recientemente y su comportamiento no es como el occidental, ya que tiene otra visión y otra manera de consumo. Es decir, el chino es el elefante que va ocupando territorio muy lentamente, pero sólidamente. Yo confío mucho en el turismo chino y creo que España tiene que hacer una apuesta decidida por este mercado. En la Alianza Hotelera tenemos muy claro que el producto que tenemos interesa mucho al ciudadano chino porque es un turismo muy urbano y culto, pero creo que este mercado vendrá gradualmente
Hablamos mucho de China, pero soslayamos un país tan importante como Corea del Sur, que está siguiendo la senda evolutiva de Japón y, probablemente, en una o dos décadas se convierta en la cuarta economía más potente del mundo. Los mercados asiáticos están cada vez más fuertes y aunque es lógico que todavía no suponen un gran avance turístico, especialmente para España, en el momento en que las clases medias se asienten, la siguiente oleada va a experimentar un enorme crecimiento turístico. Si ahora estamos acostumbrados a recibir 83,7 millones de turistas internacionales, a lo mejor en un par de décadas tenemos que ver cómo se mueven 150 millones de turistas internacionales, de los que una gran parte serán asiáticos.
Por otra parte, sí se ha producido de forma muy repentina el auge del turismo norteamericano. De hecho, todos nuestros hoteles están muy sensibilizados por la explosión de este tipo de turismo, sobre todo del estadounidense. A fecha de hoy, [6 de junio] el crecimiento que estamos observando frente a nuestro hinterland, que tradicionalmente era Francia, Alemania y Reino Unido, el turismo norteamericano triplica su crecimiento. Este es el año de Estados Unidos en España y muy especialmente en Madrid, que se está convirtiendo en la capital de moda para los norteamericanos. Tienen la idea de Madrid como la ciudad más agradable del mundo para pasear y una ciudad segura que ofrece mucha vida diurna y nocturna. Además, es probablemente te la ciudad más neoyorquina de Europa y donde la relación de bienestar, cultura y gastronomía se produce con mayor equilibro.
Asimismo, no hay que olvidar que, frente a lo que algunos piensan muy erradamente, un destino muy interesante para las inversiones acaba siendo un destino muy interesante para el turismo. Cuanto más se invierte, más turismo hay, por lo que las ciudades tienen que propiciar que haya mucha inversión tanto nacional como internacional para hacer subir su turismo. El turismo es el primer motor económico del mundo.
Con el mercado nacional me muestro muy cauteloso. A día de hoy, en los hoteles de la Alianza Hotelera estaríamos hablando de un 37%. Frente al mercado internacional, empezamos a ver que las reservas se van ralentizando y por eso es difícil hacer una previsión, pero si se cumple lo que estamos viendo en estas dos últimas semanas puede que lleguemos al 34% más o menos. Estamos empezando a notar un indicio de desaceleración, que es visible en el mercado nacional. La inflación y la subida de los tipos de interés empiezan a tener efectos, aunque todavía muy livianos.
El camino ascendente que se ha producido en los dos últimos años en el turismo como factor de reactivación económica, genera un alto índice de ocupaciones con excelentes precios, pero también hay que introducir en la ecuación que el número de cancelaciones sigue siendo elevado. Hay mucho que se reserva y que cuenta como estadística de cara al verano, pero también hay mucho que se cancela. Por ello, a principios de julio puede haber una lectura levemente diferente.
También, otro factor a tener en cuenta es que los altos precios siguen aguantando. Es decir, se siguen produciendo subidas de precios, pero empieza a observarse un techo a partir del cual las reservas se estancan. Esto es importante conocerlo y predecirlo porque mientras los precios energéticos se sostengan, estaremos viendo un signo de ralentización económica. Si la energía vuelve a tomar la senda alcista estaríamos hablando de un problema serio y no podremos repercutir los costes energéticos en los precios, y se produciría una crisis directamente. Estamos en el principio de un cambio que puede ser lento o rápido. Por ejemplo, Alemania está en recesión y a partir del otoño veremos cómo su demanda se frena, por lo que es probable que todos los países que tienen una deuda insostenible entren o se acerquen a un periodo recesivo, España incluida. Tenemos que prepararnos para que el proceso recesivo no caiga súbitamente, sino que se vaya frenando paulatinamente porque significara que la crisis estará más controlada que hace una década.
Asimismo, también hay que añadir que la curva de reservas que estamos viendo para el segundo semestre se asemeja a la del año pasado. Si no hay una subida de los precios energéticos y el número de cancelaciones se va estabilizando podremos pensar que estaríamos ante un crecimiento menor que en el primer trimestre, pero igualmente interesante. De hecho, esto ya ocurrió de forma similar el año pasado cuando se vio que ya no se crecía tanto, pero se seguía creciendo.
En este periodo posterior a la pandemia se puede ver que, para la mayor parte de las generaciones, el turismo hoy no es un capricho ni una mejora, sino que es una necesidad de salud y bienestar. El turismo ha dejado de ser una industria capricho a un bien primario, tan primario como el pan que consumimos. Esto conforma una industria menos singular de lo que era hasta ahora y más ordenada con claves commdities y gourmet. Además, se hace más compleja como actividad económica gracias a que ya penetra en la mente de las personas y se convierte en algo difícil de abandonar y renunciar porque encaja en todos los órdenes de desarrollo humano.