Uno de los recursos más a mano de los políticos es la fiscalidad. Cuando aparece un problema, la respuesta del dirigente de turno es crear un impuesto. Con el medio ambiente ocurre de una forma similar, dado que basta con crear figuras impositivas que graven la mala praxis de las empresas. En principio, para las […]
NacionalDirigentes Digital
| 27 ene 2022
Uno de los recursos más a mano de los políticos es la fiscalidad. Cuando aparece un problema, la respuesta del dirigente de turno es crear un impuesto. Con el medio ambiente ocurre de una forma similar, dado que basta con crear figuras impositivas que graven la mala praxis de las empresas. En principio, para las arcas públicas no tiene coste, al contrario, genera ingresos.
La cuestión es que estos impuestos medioambientales no pueden considerarse como impuestos al uso, tal y como lo define Alejandro Esteller Moré, catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona. En un evento del Consejo General de Economistas, Esteller planteó que estas figuras impositivas tienen una finalidad correctora, por lo que no deben considerarse como el resto, que suelen tener un carácter recaudatorio.
Para el otro participante del coloquio, Javier Suárez Pandiello, catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Oviedo, “es importante definir qué queremos”. En esa línea, afirma que si los impuestos pretenden alcanzar objetivos diversos “entramos en contradicciones flagrantes”. La situación es la siguiente: “Si es un impuesto, lo que queremos es recaudar”. No obstante, “si su naturaleza es medioambiental, lo ideal sería recaudar cero”.
Desde el punto de vista de Esteller, “los impuestos no van a ser la solución porque puede haber empresas que consideren rentable el beneficio que obtienen haciendo daño al medio ambiente en comparación con el coste de pagar esos impuestos”. En esa línea, cree que es un primer paso, pero no es suficiente para reducir el impacto medioambiental.
Suárez considera que, antes de plantear cualquier nuevo impuesto, se debe hacer un estudio serio sobre sus costes, sus objetivos, sus ventajas frente a otras opciones… La posibilidad de llevarlo a cabo también es un aspecto a tener en cuenta, dado que se puede llegar a pensar en figuras impositivas que no se puedan realizar. En todo caso, cree que la política fiscal, sea en el ámbito medioambiental o en otros, debe estudiarse desde un plano integral, puesto que unos impuestos tienen consecuencias sobre todo el sistema fiscal.
Uno de los temas más utilizados en esta fiscaildad medioambiental tiene que ver con los vehículos. Suárez puntualiza que se necesita volver a considerar qué se quiere gravar: si quiere gravarse el uso de las autopistas, el grado de contaminación de cada vehículo, el uso que se hace de ellos, o simplemente la propiedad. En este momento, el principal gravamen tiene que ver con la propiedad, de modo que su apuesta es introducir otros impuestos que tengan en cuenta el uso que se hace de los mismos: a más uso, más contaminación y más impuestos.
A Esteller le llama la atención que en las revisiones ITV se registra el número de kilómetros que se hace de un año a otro, y sin embargo no se traslada al ámbito fiscal. En cuanto a los impuestos a los hidrocarburos, Esteller recalca que los tipos impositivos en España son un 9% inferiores a los de los socios europeos. “No tiene sentido que sean menores si la contaminación de un coche aquí y en Francia es la misma”, reflexiona.
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