Sobre todo, en el mercado germánico cadenas de moda luchan actualmente por su supervivencia. La moda en Alemania nunca ha sido un asunto fácil, los alemanes prefieren gastar su dinero en vacaciones. Ahora un sector ya tocado choca con una crisis comercial en muchas ciudades de tamaño medio donde turistas no compensan la falta de clientes en las tiendas. Lo sufren también cadenas como Douglas.
Los núcleos urbanos en algunas ciudades alemanas luchan su propia batalla de supervivencia con un aumento de inseguridad también en ciertas zonas como pueden ser las estaciones de tren. Christian Gerloff, administrador de insolvencia, cree que el hecho que cada vez más gente compra online no es la amenaza de marcas como Gerry Weber, Esprit, Tom Tailor o Jones en Austria que están ya en bancarrota o pasan por un momento difícil, sino que les falta una estrategia clara y un enfoque concreto en definir sus clientes: “2019 será un año decisivo para muchas cadenas”, pronostica Gerloff que llevo en 2009 ya la insolvencia de la marca tradicional Escada.
Para Alemania, la llegada de las tiendas “low cost” de Zara, Bershka, Mango y H&M, para solamente mencionar algunas, han cambiado el sector por completo. Muchas marcas alemanas simplemente ya son demasiado caras para algunos clientes y también rápidamente fuera de moda. Sobre todo, los jóvenes cambian su estilo y ropa casi cada mes y compran cada vez más de segunda mano para tener más variedad. Así, las empresas tradicionales que no tienen una logística tan perfeccionada como Inditex tienen un problema de competir en precios y moda con estas tiendas que además ya funcionan también muy bien online y via App.
Además, H&M y Inditex hacen publicidad con sus propias tiendas físicas y así no gastan mucho dinero en Marketing, algo que el sector retail en Alemania todavía no ha aprendido. Zara también es un excelente ejemplo de como combinar online y offline ofreciendo al cliente que lo que compra en la tienda se lo manden a casa o a revés lo que compra online lo puede recoger en su tienda. La en Madrid ubicada diseñadora de moda alemana Kerstin Krause cree que los actuales problemas en el sector también tienen que ver con que se ha perdido en el aprecio al bien hacer. Ella ha comprado hace poco una sastrería de la región de Sachsen/Thuringen en Alemania del Este para apostar por la calidad: “Para mí ha sido un riesgo enorme, pero coser es un arte, una manufactura muy tradicional. Esto tiene su precio. Lo hemos olvidado un poco”.
Además, por Facebook, email o googleads nos llegan cada día docenas de ofertas de moda que a precios muy competitivos ofrecen ropa que ya está ajustada a nuestros gustos gracias a cookies y nuestra vida variopinta online. Muchas de estas empresas que nos ofrecen zapatos y abrigos “cool“ están ubicadas en China o EEUU, pero atraen clientes con sus cortes originales y sus precios. Como tal el sector de moda ya tiene un problema a nivel global, mucho tiene que ver también con una sobreoferta en el mercado.
Así, las tiendas clásicas lo tienen muy difícil de construir lazos duraderos con clientes que cambian todo durante todo el rato. Parece que Inditex, Mango y H&M también tienen tanto éxito, porque ya están en todo el mundo y recogen las nuevas tendencias como primeros. Otros competidores en el mismo segmento de “low cost” como “Forever21” que no son tan global y grande, tienen problemas de mantener el pulso. También la cadena de moda vienesa Jones acaba de presentar más de siete millones de euros en deuda y está en bancarrota, igual como Vögele y Mister*Lady.
El sector sabe sobre los problemas e intenta tomar medidas, pero al final habrá una limpieza en el sector de lo que van a aprovechar los grandes como siempre. Tom Tailor intenta con una reducción de sucursales y reorientación de la marca salvar su piel, pero no es fácil. Gerloff cree también que moda en general ya no tiene esta importancia que solía tener, sobre todo en Alemania: “La gente invierte su dinero en otras cosas”.
Diferente a Inditex por ejemplo que tiene sus Flagship Store en las mejores direcciones de cada ciudad y atrae así muchos clientes que normalmente no comprarían en Zara, otros competidores no tienen el músculo financiero para hacerlo. “Falta innovación en el resto del sector,” dice Gerloff que cree que también las farmacias, concesionarios de coches y los hospitales, por lo menos en Alemania, tendrán que luchar fuerte este año para poder sobrevivir.