¿Qué pasa con la factura del gas en España?

El precio del gas en los mercados internacionales ha crecido exponencialmente en este 2021 con coste récord registrado en el mes de octubre y ha propiciado que la factura de la luz, al ser la energía más cara con la que se obtiene electricidad y la que al final lo contabiliza para marcar sus precios, se ha haya disparado hasta 27 récords en este año.

Sin embargo, también ha impactado en la factura del gas, que, aunque se sigue pagando a niveles de IVA del 21%, el establecimiento de las medidas del Gobierno ha limitado el coste de la materia prima, hasta el 15% en la TUR, las tarifas reguladas del gas denominadas de último recurso, lo que ha minimizado el impacto del consumidor medio de gas.

Y lo seguirá haciendo en 2022, a pesar de que se espera una nueva subida media en la factura. Será del 5,48% en la factura anual para los consumidores acogidos a la TUR. Sin la implementación en el pasado mes de septiembre de las medidas del gobierno mediante el Real Decreto Ley para moderar su impacto, el incremento en la factura sería del 83,62%. Eso significa el pago, para las familias que lo utilizan para su calefacción de unos 17 euros añadidos en su factura.

Todo esto se debe sobre todo al incremento en origen, que, para los contratos de futuros con vencimiento más inmediato, en enero, alcanza los 147,12 euros el megavatio hora.

Pero se ha producido en los precios del gas de contado un repunte significativo en este mes de diciembre, incluso a 180 euros MWh para después reducirse hasta en un 20% en la última semana, con diferencias abismales entre uno y otro día.

Factores de la subida y bajada del precio del gas

Ese momento montaña rusa que está viviendo el precio del gas, que luego se traduce en incrementos en nuestra factura se debe sobre todo al momento geopolítico que se está viviendo a cuenta de esta materia prima.

Disparado su precio a cuenta, en principio en 2021 a la pandemia, se ha visto agravado sustancialmente por los efectos perniciosos, en Europa, de la conflictividad con Rusia. De hecho, el país que preside Vladímir Putin ha reducido los suministros justo en la recuperación de las economías tras la pandemia, cuando abandonaron el confinamiento, y la actividad se reactivó.

Todo ello aderezado por el retraso en el Viejo Continente del mantenimiento de las infraestructuras y también por el efecto de las interrupciones que se han producido en las centrales eléctricas, en una materia prima, que, recordemos, en Europa se encarece hasta 13 veces más que en Estados Unidos, debido a las importaciones. A eso se une la sobre demanda con una oferta limitada y controlada.

Rusia es el principal proveedor europeo y, al aumento de la tensión militar por la crisis de Ucrania y la menor provisión, se ha unido la ausencia de viento y las bajas temperaturas que han imperado en Europa. Un cóctel perfecto para el encarecimiento de los precios, que solo se ha corregido a la baja con la llegada de metaneros estadounidenses con cargamentos de gas natural con destino Europa.

En el caso español, hay además un añadido. Nuestro suministro tradicionalmente proviene de Argelia, que ha cerrado, por sus desencuentros con Marruecos, el gasoducto con el país alauí. Y aunque la llegada del gas al continente ha proliferado por medio de barcos metaneros, se ha incrementado el suministro procedente de otros países como Qatar, Nigeria y como decimos de Estados Unidos.

De cualquier forma, el incremento de los precios del gas ya ha puesto en guardia a industrias como la del azulejo, que están recurriendo a paradas en sus fábricas por estos aumentos del coste, del 12 al 39% para sus plantas, y al que la factura le puede salir por 300 millones de euros. Un sector con buenas perspectivas que exporta el 75% de su producción. 

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