Los aledaños de la plaza de Santo Domingo tienen vida propia. Son casi un microespacio entre la bulliciosa Gran Vía y la concurrida plaza de Callao, porque aunque siempre lleno de luz, ambiente y alegría, este recoveco parece estar aislado del jaleo turístico. Y en una de las calles que se ramifican hacia la arteria de los musicales, está el restaurante Sandó, caracterizado por su cocina de vanguardia con raíces tradicionales que conquista a quien la prueba. En sus fogones, este invierno, además de estrellas de la carta como el Ravioli de calabacín relleno de presa ibérica, Marmitako de atún rojo, Steak tartar templado o el Tournedó de vacuno con patata violeta confitada, se cocina una propuesta de menú muy atractiva -todos los días de la semana, tanto a mediodía como por la noche- que sigue la línea habitual: gastronomía clásica con un excelente producto y una impecable presentación.
Aperitivos de la casa Crema parmentier verde con cigalas Paté de hígado de perdiz
Entrante Verduras en tempura con huevo y foie
Plato principal (a elegir) Bacalao a la romana con mojo de tomate asado y frutos secos o Milhojas de solomillo ibérico con queso de cabra al Pedro Ximénez Postre Sándwich de chocolate con vinagreta de naranja
El restaurante Sandó cuenta con un ambiente elegante, familiar e íntimo y tiene capacidad para 75 personas. Cuenta con un semi-reservado panorámico en forma de cubo y completamente acristalado, perfecto para 12 comensales, y un reservado para 18. Además dispone además de un gran salón, el Tragaluz, ideal para eventos. Y para arrancar la tarde o terminar la noche, el entretenimiento está bajo tierra a escasos metros, en Las Cuevas de Sandó, un espacio con más de cinco siglos de historia convertido en coctelería llena de encanto para alargar las noches de jueves a sábado.
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