La labor de las organizaciones no lucrativas en la sociedad es de suma importancia. No solo a nivel humanitario, sino también social, político y educacional. Un sector que está experimentando un cambio abismal que viene de la mano de la mujer. Y ello, no puede ser casualidad.

Ana Benavides, directora general de la Fundación Lealtad, habla con DIRIGENTES sobre este momento de cambios y evolución en el Tercer Sector. Una etapa que, aún lejos de alcanzar la meta de la igualdad de género, sabe que va por el buen camino gracias a la visibilidad de mujeres líderes y la educación en el amplio sentido de la palabra.

DIRIGENTES (D.) El liderazgo femenino en el Tercer Sector cada vez es más notable. ¿A qué piensa que es debido?

Ana Benavides (A.B.) Por un lado, hemos de tener en cuenta de dónde venimos. El papel de la mujer como cuidadora o su dedicación a profesiones como la enseñanza, la enfermería y otras relacionadas con esos roles ha hecho que hubiera muchas más mujeres en el ámbito de las organizaciones no lucrativas.

Y por otro, dónde estamos. Como en cualquier otro sector, la incorporación de la mujer al mercado de trabajo se refleja en los datos actuales. Y esa mayor presencia tradicional de la mujer en las ONG se traduce ahora en que casi 8 de cada 10 profesionales contratados en las ONG son mujeres, y es lógico que más mujeres asuman el papel de liderazgo en sus organizaciones. Según nuestro estudio, sobre 260 ONG Acreditadas con el sello Dona con Confianza, el 53% de las entidades están dirigidas por una mujer, y en el 66% una mujer ocupa el puesto de presidenta o directora.

D. Las organizaciones no lucrativas cuentan con una mayor presencia femenina que aquellas entidades cuya dirección ejecutiva sigue siendo primordialmente masculina. ¿En dónde se encuentra la diferencia? ¿Cuál opina que es el principal rasgo para que se de esta diferencia?

A.B. Si hay una mayoría de mujeres en los equipos, es normal que los puestos ejecutivos estén ocupados por personas que se han formado y trabajado en las organizaciones y con el tiempo van asumiendo mayores responsabilidades. Podemos pensar que la diferencia está en el punto de partida, y que los avances en el Tercer Sector tendrán reflejo en otros ámbitos. Lo importante es que haya elementos facilitadores para acelerar ese cambio.

En nuestro estudio cada año comparamos la presencia de la mujer en los órganos de gobierno de las ONG con el dato de mujeres consejeras en las empresas cotizadas. En las ONG el dato crece este año hasta el 49%, rozando la paridad. El dato de mujeres consejeras también crece, según los datos publicados de la CNMV de 2021 y otros estudios recientes, las consejeras representan alrededor del 30%. La diferencia, como digo, puede estar en el punto de partida.

D. Su estudio anual con motivo del Día de la Mujer, La presencia femenina en el Tercer Sector, aporta un curioso dato: a mayor presupuesto en las organizaciones, menor presencia de mujeres líderes en los altos cargos. ¿A qué se debe?

A.B. Efectivamente, según nuestros datos las mujeres gestionan de media un presupuesto inferior, 5,2 millones, frente a los 6,8 de los hombres, y también tienen a su cargo una media inferior de empleados. Puede estar relacionado con que hasta hace unos años, las entidades estaban dirigidas principalmente por hombres. Eso también está cambiando y hay más presencia femenina al frente de las organizaciones, especialmente las de más reciente creación. Es probable que a medida que estas entidades vayan creciendo, haya más equilibrio en el tamaño de las entidades gestionadas por hombres y mujeres. Espero que lo veamos pronto. De momento ya tenemos ejemplos como Médicos Sin Fronteras, la ONG Acreditada con mayor presupuesto y mayor número de empleados, que está presidida y dirigida por mujeres.

D. La visibilidad de mujeres triunfadoras es clave para la educación de niñas y jóvenes a la hora de seguir los pasos de un referente. ¿Ocurre lo mismo en el Tercer Sector o es algo más vocacional?

A.B. Sin duda los referentes son importantes y, en ese sentido, que las líderes del sector tengan visibilidad es muy positivo. Es importante que mujeres al frente de ONG figuren en los ranking y estudios sectoriales de todo tipo, o que en iniciativas como las Top 100 mujeres líderes haya una categoría de ‘Tercer sector e impacto social’, junto a otras como empresas, startups y pymes.

Es cierto que el Tercer Sector tiene un fuerte componente vocacional, en todas sus áreas y a todos los niveles, porque al fin y al cabo hablamos de trabajar por causas que nos preocupan a todos. Dedicarse a temas sociales, en ocasiones es una opción de vida llevada a la esfera profesional. Al tener un familiar con una discapacidad, una enfermedad rara o al haber vivido de cerca una enfermedad grave, hay quien orienta su carrera profesional a organizaciones centradas en esos temas y su vivencia personal se convierte en un activo que le impulsa y le motiva. Es posible que esto antes lo hicieran más mujeres, pero la verdad es que ahora mismo también encontramos numerosos casos de hombres en esta línea.

D. ¿Qué opina que necesita la sociedad para alcanza la ansiada igualdad de género?

A.B. Para mí la clave está en la educación, en sentido amplio: educar en el reparto de las tareas familiares y del hogar, pero también educar en valores que integren la igualdad en todos los sentidos. Y esa educación debe llevarse a la práctica con medidas que faciliten la equiparación de hombres y mujeres en el ámbito laboral. Personalmente, no estoy a favor de los sistemas de cuotas porque no me gustan las discriminaciones de ningún tipo, tampoco las denominadas positivas. Creo profundamente en el talento, y por eso me cuesta pensar que si ocupamos un puesto directivo tenemos además que demostrar que estamos ahí por nuestra valía y no por rellenar una cuota.

D. ¿Cuál es el perfil del liderazgo femenino en el Tercer Sector?

A.B. No creo que sea muy diferente al del liderazgo femenino en cualquier otro ámbito. Se suele decir que la mujer como líder aporta empatía, escucha activa y trabajo en equipo, o que las directivas son más expresivas, sociables y comunicativas. Creo que esas son características deseables en cualquier líder en cualquier ámbito de actividad, pero en todo caso, son competencias muy necesarias y que se ponen en práctica en el tercer sector. Pensemos que trabajamos con colectivos vulnerables, con personas en situaciones complicadas y eso te da y te requiere otra perspectiva de la gestión. Las ONG tenemos escasos recursos para hacer frente a necesidades crecientes y se necesita creatividad, capacidad de colaborar, de innovar…

D. ¿Qué echa en falta para una mayor presencia femenina en los altos cargos?

A.B. Además de la educación en igualdad que he comentado antes, algunas medidas de conciliación como la flexibilidad ayudan mucho. La tecnología y la experiencia durante la pandemia han ayudado a implantar de forma definitiva el teletrabajo y eso es muy positivo.

Nosotros en Fundación Lealtad trabajamos desde casa tres días a la semana, y al menos una vez al mes todos estamos en la oficina para fortalecer los vínculos entre los equipos. Trabajar desde casa es como estar en dos sitios a la vez, porque, a pesar de no estar activamente ocupándonos, por ejemplo, de nuestros hijos, ellos sienten la presencia de los padres. Además, todos los trabajadores, tengan a no cargas familiares, se organizan mejor y disponen de más tiempo libre para dedicarlo a lo que deban o quieran hacer. Esto, inexorablemente repercute en eficiencia ya que, cuando la gente está contenta, trabaja más y mejor.

D. Actualmente, se sigue teniendo la creencia de que determinados perfiles profesionales relacionado con el cuidado a lo demás, es femenino. ¿Tiene esto que ver con la presencia de la mujer en el Tercer Sector?

A.B. Creo que ese rol cuidador fue el origen, en el pasado, de la mayoritaria presencia femenina en las entidades no lucrativas, pero hoy en día el tercer sector es una alternativa más de carrera profesional para cualquier persona. La oferta educativa también ha evolucionado. Hay postgrados específicos, especialidades en las titulaciones, especialmente orientadas a las entidades no lucrativas, y eso hace que más jóvenes en general se decanten por trabajar en una ONG. También hay muchas mujeres (y hombres por supuesto, pero hoy hablamos de mujeres) que en un momento de su carrera profesional deciden dar un giro y recalan en el Tercer Sector. Forma parte de la movilidad natural del mercado de trabajo y el Tercer Sector es un espacio más. Buscan otros retos, aplicar su experiencia y trayectoria, y en este sentido, y lo digo por experiencia propia, las organizaciones no lucrativas ofrecen retos apasionantes.

Gestionar una ONG no difiere mucho de gestionar una empresa. Maximizar la eficiencia en el uso de los recursos, gestionar y motivar personas, conseguir objetivos, crecer… Las ONG Acreditadas gestionan en conjunto un presupuesto superior a los 1.500 millones de euros, muchas ONG son más grandes y tienen más empleados que muchas pymes.