El dato del IPC interanual adelantado de mayo, del 8,4 %, supone una reducción de 1,4 puntos frente al 9,8 % de abril. “Ese descenso en los precios de la cesta media de la compra, que siempre es buena noticia porque alivia los bolsillos, se ve ensombrecido por el detalle de la inflación subyacente y […]
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| 28 abr 2022
El dato del IPC interanual adelantado de mayo, del 8,4 %, supone una reducción de 1,4 puntos frente al 9,8 % de abril. “Ese descenso en los precios de la cesta media de la compra, que siempre es buena noticia porque alivia los bolsillos, se ve ensombrecido por el detalle de la inflación subyacente y lo artificial de las causas del descenso en los precios”, advirtió hoy Fernando Tomé, doctor en Economía y vicerrector de Estudiantes, Empleabilidad e Internacionalización de la Universidad Nebrija.
Por un lado y sin datos aún que permitan concretarlo, Tomé considera evidente que una parte de la corrección a la baja de la inflación “se ha generado por las medidas del Gobierno que no suponen una solución definitiva al problema, sino una medida temporal que desvía el coste al comprar. Lo desvía en el tiempo y lo desvía en el canal de pago”. A juicio del economista, “que nos descuenten unos céntimos en el litro de gasolina nos ahorra euros al pagar en la estación de servicio, pero no es más que posponernos el pago al futuro de los impuestos venideros y no soluciona el problema que origina todo: el elevado coste de las energías, que no depende de nosotros en su mayor parte. Alivia pero engorda la bola de nieve”.
Por otro lado, Tomé alude también a la inflación subyacente, que resulta tras eliminar del análisis todo aquello que acostumbra a ser volátil en precios, como la energía o los alimentos frescos, y que se dispara a un 4,4 % en los últimos 12 meses, subiendo un punto desde abril. “Esto quiere decir que nos enfrentamos a un problema económico que no se solucionará cuando la guerra o las grandes incertidumbres generadoras de volatilidad se solucionen. Aún sin ellas, la vida nos cuesta ya un 4,4 % más que en mayo de 2021. Es un problema que ha llegado para quedarse y que se suma a los que nos acompañan incómodamente desde antes, el elevado desempleo y la tendencia al desequilibrio en el gasto público frente a sus ingresos. El respirador funciona y nos da aire, pero seguimos sin tratamiento que afronte el duro diagnóstico ni plan para cuando se agote el oxígeno de la bombona”, concluye.