El emprendimiento, un camino cuando menos escabroso y no exento de dificultades que puede conducir al éxito o convertirse en una travesía llena de espinas cuando no se tienen en cuenta determinados detalles. Y si bien es cierto que existen muchos factores exógenos que pueden influir en la trayectoria de un negocio, los expertos recomiendan […]
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| 05 nov 2018
El emprendimiento, un camino cuando menos escabroso y no exento de dificultades que puede conducir al éxito o convertirse en una travesía llena de espinas cuando no se tienen en cuenta determinados detalles. Y si bien es cierto que existen muchos factores exógenos que pueden influir en la trayectoria de un negocio, los expertos recomiendan establecer una serie de límites que no garantizan el éxito, pero si ayudan a evitar el fracaso.
Taalentfy, la plataforma de búsqueda de empleo basada en el talento, ha elaborado un análisis donde recoge aquellas actitudes y comportamientos que no deben adoptarse cuando alguien se embarca en el ecosistema emprendedor. “Las empresas son extensiones de los emprendedores que las han creado y dado forma. Los valores, identidad y dinámica de trabajo de estos acaban por conformar una cultura corporativa y valor diferencial propios”, asegura el CEO y fundador de dicha herramienta, Alejandro González, quien hace hincapié en la importancia de ser cautos con las acciones que realizan y transmiten a través de sus empresas.
Se trata de prácticas bastante variadas y muy habituales, que si bien parecern resultar útiles en el corto y medio plazo, en una trayectoria temporal más larga son “ineficaces”.
MENTIR
La credibilidad es uno de los cimientos sobre los que se asienta cualquier aspecto de la vida cotidiana y, en particular, la carrera profesional. Cumplir lo prometido y comprometerse es una cuestión primordial. Cuando una persona es creíble los de su alrededor creerán y confiarán en él, lo que resulta fundamental a la hora de llevar a cabo cualquier proyecto, actividad o empresa. En definitiva, se trata de un principio aplicable a todas las personas, pero cobra especial relevancia para quién cuenta con un grupo de inversores a sus espaldas.
‘SACAR EL LÁTIGO’
Los profesionales del siglo XXI no quieren jefes, buscan líderes que les guíen a lo largo de su trayectoria laboral. Los dirigentes que rigen bajo la máxima del ‘ordeno y mando’ y ‘porque yo lo digo’ son historia. El estilo de liderazgo autoritario y jerárquico está cayendo en desuso, simplemente porque se trata de una práctica que funciona mal, sobre todo en el arranque de nuevos proyectos donde el entusiasmo, la energía y la flexibilidad del equipo resultan claves para crear un buen clima laboral.
ARRIESGAR MÁS DE LO NECESARIO
Aunque puede parecer tentador implicarse al cien por cien en un proyecto que apasione, desde Taalentfy recomiendan establecer límites si no se quiere acabar “siendo devorado por nuestra propia criatura”. Tomar buenas decisiones en el ecosistema emprendedor, así como saber en cada momento qué, cuándo y cuánto arriesgar son cuestiones cruciales a la hora de tomar decisiones. En cualquier caso, “hacer lo que nos pide el cuerpo no es lo aconsejable”.
NO COMUNICAR
Tan importante es ejecutar un buen plan como tener la capacidad para comunicarlo. De nada sirve hacer grandes cosas si el emprendedor no sabe expresarlo a los demás. El empresario ha de contar con las herramientas necesarias para trasladar la esencia de su organización y servicios de manera “atractiva” con el objetivo de suscitar interés tanto para atraer a un inversor como a un potencial empleado. No obstante, esta cualidad no es innata y puede trabajarse.
MEJOR SOLO QUE MAL ACOMPAÑADO
Esta frase tan conocida es un error bastante común entre aquellos que prefieren arrancar un proyecto en solitario y dedicarse en cuerpo y alma a su trabajo, dejando para un segundo plano la búsqueda de nuevas alianzas, hacer networking o ahondar en relaciones profesionales. Desde Taalentfy inciden en que el ecosistema de un líder requiere de amistades con otros emprendedores o profesionales externos con los que explorar sinergias. Eso sí, hay que tener mucho cuidado a la hora de elegir la compañía.
NO PRIORIZAR
La procrastinación no solo puede jugar una mala pasada, sino que además, puede ser perjudicial a largo plazo. Para combatirla, los expertos recomiendan además de saberla identificar, fijarse prioridades. El paradigma debiera ser “mejor hoy que mañana”, ya que difícilmente se podrá gestionar un negocio o un grupo de personas si uno mismo no sabe hacerlo.
NO SER CONSTANTE Y PERSEVERANTE
En la larga travesía, el emprendedor se va a encontrar continuamente con dificultades y retos continuos que le generarán pesimismo y tentaciones de abandonar el proyecto. Para ello, la base del éxito de una idea radica en la constancia y perseverancia. Aprender cada día y escuchar a todos aquellos que contribuyen con buenas ideas ayuda a no desfallecer. Constante, perseverante pero a la vez paciente.
CAER EN LA SOBERBIA
El negocio podrá ir mejor o peor según el momento por el que atraviese, pero la humildad nunca debe dejar de acompañarte. Conviene recordar que emprender no es una competición contra nadie ni serás superior o inferior por la marcha de un negocio.
FALTA DE ADAPTACIÓN
La falta de adaptación relacionada con el famoso dicho “renovarse o morir”, viene a significar que un emprendedor no puede ser ajeno a las tendencias del mercado aunque tenga mucha idea de su negocio. Con toda probabilidad su sector cambiará y ha de tener “cintura” para saber adaptarse y realizar las modificaciones necesarias para montar su propio negocio.
OBSESIONARSE CON EL CORTO PLAZO
Habrá retos y problemas que requerirán soluciones inmediatas, pero la estrategia global del negocio debe ser fijada a un horizonte mucho más amplío. De hecho, estar obsesionado con las dificultades inmediatas podría incluso hacer perder las perspectivas y metas que se han fijado antes de embarcar en el emprendimiento.