Lleva años siendo uno de los recursos más a mano de las empresas para hacer frente a las deudas de sus clientes, sin embargo, el factoring se han convertido en la solución financiera más recurrente en los últimos meses para las pymes españolas. Más allá de los préstamos o las líneas de crédito, este método […]
PYMESDirigentes Digital
| 15 sep 2022
Lleva años siendo uno de los recursos más a mano de las empresas para hacer frente a las deudas de sus clientes, sin embargo, el factoring se han convertido en la solución financiera más recurrente en los últimos meses para las pymes españolas. Más allá de los préstamos o las líneas de crédito, este método de gestión de cobro se está consolidando dentro de los negocios españoles, habiendo crecido en el último año hasta un 11,5% con respecto al año anterior según datos ofrecidos por la Asociación Española del Factoring (AEF).
Se trata de una operación a través de la cual la empresa cede la factura de una deuda a una entidad bancaria, siendo el factor (refiriéndose al banco) quien adelanta el dinero de dicho importe a la pyme. A su vez, la entidad encargada de pagar al negocio cobra a este una comisión por cada factura, generalmente descontado de la cantidad que se le paga.
Sin llegar a ser una operación arriesgada, el factoring ofrece liquidez inmediata a la empresa siendo esta su ventaja principal. Se estima que el periodo de cobro de las deudas para un empresario es de 80 días, franja muy encima de la legalidad, por lo que recibir pagos, prácticamente, de manera inmediata supone una tranquilidad en muchos casos.
Además, el hecho de tener que presentar tan solo la factura a la entidad que asume el cobro, olvidando otro tipo de justificantes como sí sucede en algunos métodos de anticipo, hace que el factoring sea uno de las opciones más recurrentes de los últimos meses para las pequeñas y medianas empresas.
No generar deudas entre la pyme y el banco, sino que se trata de momentos puntuales, y externalizar la gestión del cobro, obviando el proceso en el que el empresario tiene que invertir tiempo y esfuerzos para cobrar su deuda, ensalza las ventajas del factoring.
El factoring se divide en dos modalidades diferentes: con y sin recurso. Mientras que en el factoring con recurso la pyme no transfiere el riesgo de insolvencia del deudor al factor financiero, haciéndose cargo del posible impago en caso de insolvencia, en el factoring sin recurso ocurre a la inversa, añadiendo, por tanto, una ventaja adicional a este modelo de financiación. En este caso, el negocio se despreocupa íntegramente de la gestión del cobro de sus facturas.
Otro punto a favor y bien valorado por quienes eligen este último método de financiación es que la empresa afectada recibe asesoramiento financiero y comercial antes de aceptar el factoring sin recurso. Un estudio sobre la cartera de clientes y la situación de la empresa es siempre positivo para esta, también para poder mejorar aquellos aspectos que van mal.
Recurrir al factoring no siempre debe ser sinónimo de insolvencia. Teniendo en cuenta las necesidades de cada negocio puede ser una herramienta que ayude a liberar capital o reducir costos administrativos.
La liquidez en tan solo 24 horas que aporta el factoring, las bajas tasas de interés que conlleva o la transparencia en su modelo de gestión puede beneficiar enormemente a la pyme, especialmente en aquellos momentos de incertidumbres.
Pero, y a pesar de todas las ventajas que presenta el factoring, se debe tener muy en cuenta que no se cobra el 100% del crédito. La pyme debe valorar detenidamente si realmente apremia esa necesidad de liquidez. Ello incluido a la imagen que se puede dar de la empresa frente a los clientes, interpretando estos que la empresa se encuentra en un momento delicado de financiación.