Buscar un producto o servicio disruptivo es solo el punto de partida necesario para emprender. Sin embargo, hay muchos más factores a tener en cuenta y que pueden llegar a ser determinantes en el proceso de supervivencia empresarial. La mayoría de los expertos ponen el foco en aspectos como la financiación, las tendencias en un […]
PYMESDirigentes Digital
| 14 nov 2019
Buscar un producto o servicio disruptivo es solo el punto de partida necesario para emprender. Sin embargo, hay muchos más factores a tener en cuenta y que pueden llegar a ser determinantes en el proceso de supervivencia empresarial. La mayoría de los expertos ponen el foco en aspectos como la financiación, las tendencias en un determinado sector o los errores más comunes en los que se suelen incurrir a la hora de lanzar un proyecto. Más allá de ello, hay uno que puede llegar a marcar la diferencia: la aptitud o conducta para enfrentar la nueva iniciativa que se pone en marcha.
Los seres humanos poseen dos tipos de inteligencia: la racional, que hace referencia a aquellos conocimientos que un individuo posee y que alude a las denominadas como ‘habilidades duras’ (hard skills) y, por otro, la parte más emocional, que implica ‘habilidades blandas’ o soft skills. Precisamente este fue uno de los aspectos que resaltaron algunos ponentes de JOBMadrid 2019, un congreso internacional de empleo y orientación profesional enfocado a universitarios y titulados junior.
En el citado evento, Nadia Maestro Pericano, directora de la compañía Aldalan -dedicada a los Recursos Humanos- puso de relieve la importancia de las habilidades que aluden a las emociones y al comportamiento en un puesto de liderazgo. De hecho, la mayor parte de las decisiones que toma un individuo se encuentran influenciadas por las emociones, de ahí la importancia de saber identificarlas y controlarlas. “Una persona que saca lo mejor de sí misma, sabe sacar los mejor de los demás”, comentó al respecto.
La experta distinguió entre la inteligencia emocional intrapersonal, que comprende elementos como la autoconciencia y el autoconocimiento emocional y la inteligencia interpersonal, compuesta por el reconocimiento y la conexión con las emociones de las otras personas, es decir, la empatía. “La diferencia que marca el éxito o el fracaso entre dos personas con el mismo coeficiente intelectual es precisamente la inteligencia emocional“, añadió Maestro Pericano.
En esta línea, la presidenta y fundadora de la Asociación Española de Emprendedores, Micropymes y Pymes, Sandra Rodríguez Checa, profundizó en esta variable desde su experiencia como emprendedora. A su juicio, el conjunto de ‘habilidades blandas’ incluye, además de la inteligencia emocional, otros campos como la capacidad de adaptación a nuevos retos, el trabajo en equipo o una actitud positiva. Sin olvidar cualidades como la creatividad o la asertividad. “Sin creatividad no hay negocio y, por tanto, no se pueden poner en marcha proyectos disruptivos”, aseveró. A ello hay que añadir la capacidad de ser sociable y saber moverse en entornos de networking para dar a conocer la iniciativa.
En un contexto en el que la robotización ha venido para quedarse, adquirir e incorporar las pautas anteriores a la estrategia empresarial se perfila como un agregado indispensable. El valor de lo humano no puede ser sustituido por máquinas.