La regulación en materia de finanzas sostenibles está haciendo que la industria de gestión de activos tenga que transformarse por completo. En 2021 se dio un paso clave con la llegada del Reglamento de Divulgación, pero 2022 será más intenso y transformador con la llegada de la modificación de MIFID, así lo cuenta Claudia Antuña, […]
La regulación en materia de finanzas sostenibles está haciendo que la industria de gestión de activos tenga que transformarse por completo. En 2021 se dio un paso clave con la llegada del Reglamento de Divulgación, pero 2022 será más intenso y transformador con la llegada de la modificación de MIFID, así lo cuenta Claudia Antuña, analista de inversiones en Afi Inversiones Globales.
Es cierto que en 2021 fue un año clave por la entrada en vigor del Reglamento de Divulgación, pero es cierto que era solo un primer paso. Para nosotros hay una norma que tiene que llegar todavía y que consideramos que es clave porque va a afectar de lleno a la industria de la gestión de activos. Se trata de la modificación de la directiva de MIFID, que se aprobó la propuesta en agosto de 2021 y entrará en vigor en agosto de 2022. Creemos que su llegada será muy importante porque aquellas entidades que prestan servicios de asesoramiento tendrán que empezar a preguntar a sus clientes si tienen preferencias de sostenibilidad. Todo apunta a que habrá una gran mayoría de clientes que respondan que sí tienen estas preferencias y la complejidad viene en que, si el cliente responde que sí a esta cuestión, los asesores tendrán que dar una respuesta de cartera sostenible y conforme a las definiciones marcadas previamente por la regulación. Es decir, cambia la gama de producto.
La taxonomía tiene una complejidad enorme y lo estamos viendo en todos los retrasos que se están dando en su desarrollo. Se espera que se desarrollen los cuatro objetivos restantes en materia de sostenibilidad, porque ya están desarrollados los dos primeros que están más centrados en el medioambiente. Pero pueden darse todavía muchos retrasos. También tendremos que esperar por esa taxonomía social, que es fundamental porque se ha empezado por la ambiental porque es quizá la más urgente y sencilla. Para mí la taxonomía es clave y es necesaria, pero hoy por hoy no puede suponer un freno para el desarrollo del resto de normativas. Aunque es cierto, que la taxonomía es como tener un diccionario o crear un lenguaje común que nos permite entender qué es sostenible y que no en materia social y ambiental, pero no podemos esperar a tener una taxonomía completa para seguir dando pasos. En la industria de gestión de activos, creo que la llegada de MIFID puede ser incluso más transformador.
Las entidades gestoras llevan ya tiempo trabajando en estos requisitos. Pero, no podemos ver esta transformación solo como un tema regulatorio, tiene que haber un cambio de fondo y que las entidades entiendan que se tiene que dar un cambio en el modelo de negocio. Algunas de ellas están muy preparadas y lo tienen muy integrado, pero quizá las más pequeñas pueden enfrentarse a una carencia de recursos a la hora de adaptarse a la normativa. Es muy importante aquí el papel de los consultores y asesores que permitan aterrizar esas normas, porque además es un continuo goteo de modificaciones y cambios.
Estamos viendo que algunas normas se han retrasado hasta 2024, entonces estamos hablando de dos o tres años para poder decir que el Plan de Acción de Finanzas Sostenibles está casi desarrollado e integrado en la industria financiera. A nivel de gestión de activos estamos viendo una transformación, especialmente en toda la parte de integración de riesgos ESG. En el futuro se va a dar por supuesto que todas las estrategias de inversión tienen en cuenta estos factores. Lo que vamos a ver transformado será la creación de más productos sostenibles tanto a nivel nacional como internacional. Veremos una gran migración de fondos a fondos sostenibles, especialmente de artículo 8. Básicamente porque con la llegada de MIFID es obligatorio que las carteras tengan esa parte de producto sostenible en función de las preferencias de los inversores.
Yo creo que, durante 2021, especialmente en el segundo semestre, se ha avanzado mucho en productos sostenibles. Pero sí que estamos en ese camino de ir generando cada vez más productos sostenibles. La demanda por parte de los inversores también está avanzando y, por eso, será necesario lanzar estrategias novedosas vinculadas al 100% con taxonomía, que traten de buscar ese impacto positivo a nivel sostenible. Tenemos que ser más innovadores, también a nivel asset class, para poder garantizar que en un futuro cercano vamos a poder construir carteras totalmente diversificadas con objetivos de rentabilidad atractivos con productos que sean 100% sostenibles, con lo cual queda camino por hacer, pero creo que estamos en la senda correcta.