ETF vs fondos de inversión: la nueva dinámica de la inversión minorista en España

Opinión de Adrián Amorín, country manager para España de Scalable Capital sobre la comparativa de los ETFs vs fondos de inversión.

Tradicionalmente, los pequeños inversores españoles, que deseaban exponerse al mercado de capitales para obtener una mayor rentabilidad para sus ahorros, han optado por invertir en fondos de inversión. Entre otros factores, los fondos de inversión eran los vehículos más familiares para este tipo de inversores, debido a que normalmente los comercializan los mismos bancos donde uno tiene su cuenta corriente o de ahorro.

Siempre se ha pensado, además, que los fondos de inversión son muy atractivos por los beneficios fiscales que acarrean. Sin embargo, hoy en día existen otras opciones que pueden tener en cuenta los inversores minoristas, especialmente si tienen su mirada puesta en el largo plazo: hablamos de los ETF o fondos indexados.

La primera ventaja de los ETF frente a los fondos de inversión es su coste. A la hora de evaluar las ganancias que podemos obtener utilizando un vehículo de inversión u otro, es importante conocer los gastos, tanto de iniciales como de mantenimiento, que las aminoran. En el caso de los fondos de inversión, hablamos de un instrumento de gestión activa, esto quiere decir que los analistas deciden en qué conceptos se invierte, una labor que conlleva unos costes asociados, por lo que la participación en un fondo de inversión suele tener una comisión inicial, entre otros gastos.

Además, el mantenimiento de la red de distribución (por ejemplo, los bancos) es caro. Pese a ello, según un análisis de la agencia de calificación de crédito Standard & Poor’s (S&P), el 90% de los fondos de gestión activa de renta variable no consiguen superar la rentabilidad global del mercado de capitales al cabo de cinco años, y la desventaja es aún mayor al cabo de diez.

Por otro lado, los ETF son un instrumento de gestión pasiva que lo que hacen es replicar el comportamiento de un índice, un sector, un bono, o una materia prima, entre otros elementos. No utilizan la estrategia de “stock picking” (selección de acciones una a una), lo que abarata el producto en hasta 10 veces frente a los fondos de inversión y elimina barreras de entrada.

Se podría decir que con la inversión en ETF, en lugar de escoger uno a uno los huevos que ponemos en la cesta, compramos la cesta entera, por lo que, a largo plazo, podríamos aprovecharnos de la tendencia global histórica del mercado de capitales a crecer a largo plazo. La entrada en escena de las plataformas digitales de inversión, donde uno puede comenzar a invertir en ETF desde tan solo 1 euro, también ha contribuido a democratizar la participación en los mercados de capitales.

Las ventajas fiscales de los fondos de inversión se traducen en una exención de impuestos hasta el momento de su reembolso (cuando retiramos los beneficios), una ventaja que se mantiene cuando se vende la participación en un fondo para invertir en otro. Sin embargo, no todos los inversores minoristas desean cambiar de fondo periódicamente.

Más bien al contrario, invertir a largo plazo, por ejemplo, a través de un plan de inversión en el que se reinvierten las ganancias, puede favorecer que se beneficien del interés compuesto, haciendo crecer su patrimonio por encima de la tan temida inflación. En definitiva, los menores costes de los ETF pueden compensar y superar la ventaja fiscal de los fondos de inversión, siempre que se invierta a largo plazo.

Sobre el papel

Comprobemos la teoría con un ejemplo práctico: si gastamos 1€ en vender y 1€ en volver a comprar un ETF, con un coste de mantenimiento del 0,2% cada año y pagamos un 20% de impuestos sobre las plusvalías, con una inversión de 10.000€ al cabo de 20 años y con una tasa media de rentabilidad del 7% (deducida de los datos históricos de crecimiento del mercado de valores), obtendremos 28.764€.

Si ese mismo capital lo hubiéramos invertido en un fondo tradicional con unos costes del 1,5%, en el mismo tiempo de inversión y con la misma tasa de crecimiento, habríamos obtenido 24.882€, casi 4.000€ menos. Este cálculo demuestra que aún sin la ventaja fiscal, los ETF siguen siendo más económicos y potencialmente más rentables que los fondos tradicionales.

Veamos ahora un ejemplo del impacto del coste de la inversión a largo plazo: si invertimos 150€ al mes durante 20 años en un plan de inversión, con una rentabilidad anual del 7% y unos costes anuales del 1,5% para un fondo de inversión y del 0,2% para un ETF, con el fondo obtendremos 65.643€, y con el ETF 76.700€, lo que supone casi un 17% más de rentabilidad.

En conclusión, cuando hablamos de invertir debemos ir más allá de los mitos y ponerlos a prueba. Aunque los fondos de inversión siguen gozando de gran popularidad en España y ostentan una cuota mayor dentro de la inversión minorista, cada vez más pequeños inversores escogen alternativas como los ETF para hacer crecer su patrimonio.

2024-08-19 06:00:00
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