Las pequeñas y medianas empresas españolas se muestran muy sensibles al cambio de paradigma que está viviendo la economía en nuestro país. Hemos pasado de esperar una recuperación a los problemas de inflación de oferta sobrevenidos, con más actividad, pero con elevados costes. Una situación, que a decir de Cepyme, la Confederación Española de la […]
Impuestos y normativasDirigentes Digital
| 21 jun 2022
Las pequeñas y medianas empresas españolas se muestran muy sensibles al cambio de paradigma que está viviendo la economía en nuestro país. Hemos pasado de esperar una recuperación a los problemas de inflación de oferta sobrevenidos, con más actividad, pero con elevados costes.
Una situación, que a decir de Cepyme, la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa, nos retrotrae a los peores niveles vividos por el colectivo desde 2014, con el momento más difícil por el que atraviesa el tejido empresarial con su indicador que marca 5,4 puntos de un máximo de 10. El mismo que se registraba hace ocho años.
Desde la Confederación consideran que las empresas de menor tamaño, al igual que las de medio, están dando muestras de haberse quedado descolgadas de la recuperación. Por varios factores esenciales.
Destaca que, en general, las compañías pequeñas y medianas presentan más actividad, pero esta, es mucho menos rentable que antes de la pandemia. Sobre todo, por los elevados costes que deben afrontar los empresarios. En especial, los laborales que han crecido hasta el 5,7% en el presente ejercicio, en especial las microempresas, con una subida superior, del 6,3%. Una subida, que, según Cepyme, refrenda el aumento exponencial que se ha producido en las cotizaciones sociales durante los últimos años.
Y es que el impacto de las subidas de los salarios es muy elevado, según exponen. Al tener una menor productividad, en general con sueldos más bajos que las grandes, en las pequeñas empresas, esos incrementos se realizan reduciendo los márgenes de negocio, lo que frena más si cabe su mejora.
A esto se une un elevado nivel de endeudamiento, en especial con la vista puesta en el horizonte, con el fin de los tipos negativos y las subidas del BCE previstas ya desde julio para controlar la inflación desbocada. En definitiva, un aumento del pasivo de las pymes del 10% hasta el 96% actual.
Aderezado con un gran nivel de inflación, las pequeñas y medianas empresas ven como su rentabilidad se desploma, como decimos, a niveles de 2014, a pesar del incremento de la actividad, con el octavo descenso interanual del porcentaje neto sobre el activo hasta niveles del 3%.
Y es que se van reduciendo los márgenes empresariales al ritmo que marca el incremento de los costes totales, ya que más allá de los laborales, ahora se imponen los relacionados con los suministros y la energía. Además, estos crecen de forma mayor y más rápida que las ventas. En concreto, con una diferencia de casi 5 puntos: costes que crecen al 23% y venta al 19,8%. Conlleva, por tanto, menores márgenes, con una liquidez que se desangra y niveles más bajos de competitividad para las empresas.
En Cepyme lo que se pide para poder contrarrestar esta situación es favorecer, ante la coyuntura adversa, actuaciones urgentes de tres órdenes, desde la crediticia a la normativa, pasando por la tributaria, para poder facilitar la adaptación de las pymes tras la crisis pandémica. Porque, además, el panorama presenta la posibilidad de que la resiliencia de la inflación amenaza con elevar la situación de insolvencias con efectos de segunda vuelta también de cara a los salarios.
También se solicita que el Gobierno implemente políticas para fomentar una mejora de productividad y la competitividad de las compañías. Con uno de los debes de nuestro tejido empresarial: la falta de tamaño en las sociedades, para poder, señalan, incrementar los salarios y dejando de lado medidas de corto alcance que penalizan la actividad empresarial.