El dato del IPC para la zona euro del mes de agosto ha confirmado la robustez de la inflación y lo difícil que está siendo ver un descenso en los precios. El dato general se ha cerrado en el 5,3%, cuando lo esperado por los analistas era un 5,1%. Pero, quizá lo más preocupante sigue […]
El dato del IPC para la zona euro del mes de agosto ha confirmado la robustez de la inflación y lo difícil que está siendo ver un descenso en los precios. El dato general se ha cerrado en el 5,3%, cuando lo esperado por los analistas era un 5,1%. Pero, quizá lo más preocupante sigue estando en la subyacente – aquella que excluye los precios de la energía y de los alimentos – ya que sigue siendo alta, concretamente del 5,3%. Mirando con más detalle estos datos, también se aprecia que el precio de los servicios ha crecido un 5,5%, algo que preocupa a las autoridades monetarias porque es uno de los principales motivos en el alza de los salarios y, por ende, en seguir manteniendo la inflación en tasas muy elevadas.
Lo cierto es que, si bien no ha sido un dato sorpresivo, sí que parece confirmar que la inflación tardará en retroceder. “Dada la rigidez de los mercados laborales, la tendencia a la deslocalización de la producción y las inversiones necesarias para impulsar la transición energética, creemos que es probable que la inflación se mantenga en niveles significativos durante más tiempo”, explica Marc Schartz, gestor de carteras del equipo de Renta variable europea en Janus Henderson.
Aunque, según Eric Winograd, economista jefe de AllianceBernstein, “la publicación de la inflación en la Eurozona no ha alterado el panorama fundamental. La inflación subyacente parece haber tocado techo, pero es probable que descienda lentamente en los próximos meses y trimestres”, agrega.
Si bien no es todo negativo y, parece, que el pico ya se ha tocado y el descenso moderado es el siguiente paso, va a costar ver una caída significativa de la inflación. “Viendo el vaso medio lleno, probablemente hayan iniciado su tendencia a la baja, ya que los sesgos al alza del verano generados por el efecto base de los billetes de tren baratos alemanes y el sesgo de peso hacia los artículos de turismo y ocio desaparecerán a partir de septiembre. Pero, por otro lado, aunque las empresas deben hacer frente a una menor demanda, como reconocen la mayoría de los indicadores de actividad recientes, también se enfrentan a unos costes más elevados debido a los salarios. Es probable que las presiones sobre los precios persistan hasta que el mercado laboral se relaje de forma más acusada”, concluyen François Cabau y Hugo Le Damany, economistas de AXA IM.
Con estos datos de inflación, y con un crecimiento ralentizado, el BCE probablemente siga aplicando el endurecimiento monetario como norma general, según explican los expertos. “La cuestión para el BCE es si la ralentización económica que estamos experimentando es ya suficiente para mantener los salarios bajo control en el futuro. Los datos de hoy indican que no se ha llegado ni mucho menos a un "todo despejado" y hacen que una subida de los tipos de interés en la próxima reunión del BCE sea una opción muy probable”, añade Martin Moryson, Chief Economist Europe para DWS.
Un punto fundamental en la próxima reunión de septiembre no será solo si se suben o no los tipos, sino la publicación de las perspectivas que el BCE maneja ahora sobre el crecimiento económico y los niveles de inflación. Esto determinará la política monetaria a seguir por parte del organismo. Por el momento, el consenso de mercado lo que espera es que haya una subida más de tipos y, después, se mantengan en esos niveles durante casi todo el próximo 2024.