Los tambores de recesión suenan desde hace meses en los mercados. El impacto de la pandemia de covid-19 en una economía que ya se encontraba debilitada fue de gran magnitud. Posteriormente, cuando los agentes económicos a penas hemos empezado a echar el vuelo después de un parón en la economía mundial sin precedentes, la crisis […]
Los tambores de recesión suenan desde hace meses en los mercados. El impacto de la pandemia de covid-19 en una economía que ya se encontraba debilitada fue de gran magnitud. Posteriormente, cuando los agentes económicos a penas hemos empezado a echar el vuelo después de un parón en la economía mundial sin precedentes, la crisis geopolítica derivada del conflicto entre Rusia y Ucrania, vuelve a sacudir con fuerza los escasos cimientos de confianza que habían conseguido construirse en las economías de Europa y Estados Unidos.
Con este caldo de cultivo, no sorprende que el temor a una recesión sea el telón de fondo de los parqués del mundo. El miedo se ha instaurado en las carteras de los inversores y, a días más a días menos, hace que predomine la cautela frente al riesgo a la hora de tomar decisiones y prueba de ello son las volatilidades que muestran los mercados de renta variable, renta fija, materias primas, etc. Sin embargo, existen indicadores precisos que pueden arrojar luz sobre las dudas de si las EE.UU. y Europa caminan hacia una recesión.
Uno de los indicadores en los que los economistas se han basado tradicionalmente para sustentar si hay indicios o no de recesión, es el estado de la curva de tipos en EE.UU. Se trata de una relación que se efectúa de manera gráfica entre el movimiento de los tipos de interés y el rendimiento de los bonos en sus distintos vencimientos y actúa como un barómetro eficaz. Actualmente la pendiente de la curva de tipos es descendente, lo que lleva a pensar que la economía podría estancarse pronto.
Richard Woolnough, gestor del fondo M&G (Lux) Optimal Income, apunta en este aspecto “a una recesión segura” ya que “la curva está más invertida de lo que ha estado en años” y “podría decirse que está en rojo”.
La caída en el precio del petróleo es otro de los indicadores que podrían predecir una próxima recesión. Actualmente el crudo ligero americano (WTI) cotiza en los 87,44 dólares, mientras que el petróleo Brent del Mar del Norte se paga a 94 dólares el barril, impulsados por el recorte de producción anunciado por la OPEP+ esta semana. Sin embargo, los precios se han visto presionados y han cotizado en mínimos en jornadas previas recientemente.
“Yo diría que no es una alerta de recesión para EE. UU.”, ha señalado Richard Woolnough al respecto, “aunque otras economías importantes se enfrentan a un mayor riesgo de recesión debido a la debilidad de la moneda”. En este sentido, el caso de Europa, con su dependencia del gas ruso podría afrontar “un shock histórico de precios de la energía” y supone una señal de alerta de recesión para su economía.
Otra señal que los expertos tienen en cuenta para adelantarse en la previsión de recesiones es el mal desarrollo del mercado de la vivienda. Para valorar el buen o mal funcionamiento de este, se debe observar la relación entre las ventas que se ejecutan y el inventario existente de las mismas. Si el stock disponible tarda más de 7 meses en venderse, podría traducirse en que la economía presenta problemas.
La coyuntura de vivienda actual, no es sencilla, ya que el incremento agresivo de tasas de interés hace que “los nuevos compradores se enfrenten a este endurecimiento de la política de la fed”, según ha manifestado Woolnough, que desanima sus intenciones de adquisición, mientras que los propietarios podrían no vender “ya que perderán los bajos tipos de interés que tienen asegurados. Debido a estos factores se está produciendo “una menor demanda de nuevas construcciones y una menor oferta de viviendas de segunda mano”, ha concluído.
Mirar hacia el mercado laboral es otro punto que no puede eludirse, si hablamos de predecir una recesión. En momentos de crisis, el desempleo se incrementa. Sin embargo, como señala Richard Woolnough, el empleo estadounidense atraviesa una “situación muy extraña” ya que cuenta con “un exceso de demanda de mano de obra en niveles récord”.
Desde Banca March han señalado que el escenario macroeconómico “se está enfriando a pasos agigantados”, ya que a los indicadores señalados anteriormente se suma la política monetaria de los bancos centrales cuyo único objetivo es “frenar la inflación a toda costa”. Como consecuencia cabe esperar una intensificación de la desaceleración, que podría llegar, según indica el banco, hasta el 1,7% interanual.
“Las condiciones financieras se han deteriorado con fuerza y, a día de hoy, una recesión nos parece prácticamente inevitable, al menos, en la zona euro”, han concluido.
Por su parte, Fabiana Fedeli, CIO de renta variable y multiactivos en M&G Investments ha añadido que Europa sufrirá “una recesión más profunda” que Estados Unidos, debido “al aumento de los precios de la energía”, que se sumará a la elevada inflación y al debilitamiento del consumo que ya existe. “Una recesión inducida por la energía está prevista para Europa”.