2022 fue un año difícil para los inversores. La incertidumbre está en su punto más alto desde la crisis financiera mundial debido a la interacción simultánea de varios factores, que van desde la alta inflación y la guerra en Ucrania, hasta la volatilidad de los precios de la energía y las fuertes oscilaciones de los […]
2022 fue un año difícil para los inversores. La incertidumbre está en su punto más alto desde la crisis financiera mundial debido a la interacción simultánea de varios factores, que van desde la alta inflación y la guerra en Ucrania, hasta la volatilidad de los precios de la energía y las fuertes oscilaciones de los mercados. Acontecimientos improbables, como el desplome de la deuda pública británica, complicaron aún más el panorama. Pero lo que está claro es que la marea creciente que levantó todos los barcos se ha retirado.
Ahora que parece que la mayoría de las subidas de tipos en EE.UU. ya se han producido, el comportamiento futuro de la renta variable debería estar más vinculado a los beneficios, lo que deja ver una dinámica saludable. Aun así, existen oportunidades en los valores que han experimentado caídas. La importante dispersión que existe entre sectores, industrias y empresas hará que el próximo año sea más necesario un enfoque disciplinado.
El consumidor estadounidense ha impulsado la economía mundial en los últimos años, con la ayuda de los estímulos fiscales y una política monetaria flexible. Los recientes titulares sobre las reducidas tasas de ahorro personal y los niveles récord de la deuda de los consumidores pueden ser alarmantes. El gasto de los consumidores se ha ralentizado, pero la tasa de desempleo será un factor clave para determinar la salud económica del consumidor estadounidense. En anteriores recesiones, incluso las más profundas, el mayor aumento de la tasa de desempleo no ha sido, por lo general, superior a 2 puntos porcentuales. Teniendo esto en cuenta, salvo que se produzca otra crisis más profunda, si el desempleo en EE.UU. aumentará desde los mínimos del 3,5% hasta alrededor del 5%, seguiría siendo relativamente bajo en un contexto histórico y aún sería un escenario positivo. Además, el mayor gasto mensual de los consumidores estadounidenses es su hipoteca, y muchos de ellos han establecido tipos fijos favorables a 30 años. Por lo tanto, a medida que los salarios nominales aumenten, los consumidores deberían tener una mayor capacidad de gasto, salvo que sus patrones pueden inclinarse hacia productos y servicios más duraderos. Aunque todas las miradas parecen estar puestas en el mercado inmobiliario estadounidense, creemos que el mercado laboral es la clave de la estabilidad económica en EE.UU.
A pesar de la continua presión sobre las economías del próximo año, las caídas en la renta variable han aumentado el atractivo de las compañías de mayor capitalización, los blue-chips. Un mayor rigor en torno a los costes en Alphabet y Amazon, combinado con su potencial de crecimiento, podría convertirlas en productoras de flujo de caja libre aún más prodigiosas. Por el contrario, es probable que los semiconductores se vean afectados por la ralentización del crecimiento en Estados Unidos y Europa. En las empresas vinculadas a los ordenadores y a los teléfonos inteligentes, los múltiplos se han contraído, pero los beneficios aún tienen margen de caída.
El crecimiento está recuperando los niveles anteriores a la pandemia con la reanudación de los viajes y el retorno del consumo en el sector de la hostelería. La productividad se disparó al comienzo de la pandemia debido a la rápida adopción de nuevas tecnologías, formas de trabajo y digitalización, pero ha sido negativa en los últimos trimestres. No obstante, cuando las actividades presenciales y las funciones empresariales se normalicen, esperamos ver un aumento de la productividad. Y a medida que la demanda vuelva a niveles más normales, la inflación también se normalizará.
El fin de la crisis de la COVID también será positivo para ciertos sectores de la sanidad. Las operaciones aplazadas y la atención preventiva deberían volver a cobrar protagonismo, al igual que la atención sanitaria básica y la atención a una población que envejece. Las empresas sanitarias de buena calidad con factores de crecimiento estructural deberían tener un buen comportamiento, sobre todo las que tienen productos o servicios con una demanda creciente. Además, puede subestimarse que, como consecuencia de la COVID, algunas tendencias sanitarias a largo plazo podrían ser incluso peores ahora que antes.
La recuperación de las valoraciones ofrece un contexto prometedor para los gestores centrados en la calidad y el crecimiento. Algunos inversores se están alejando de las empresas denominadas de crecimiento, creando un sentimiento más realista y oportunidades. Lo que hará que los inversores centrados en ese universo encuentren mejores puntos de entrada. Una era irracional caracterizada por el exceso de liquidez está llegando a su fin, cuyo último tramo debería producirse en 2023.
Los mercados de valores seguirán beneficiándose de la innovación, ya que las empresas desarrollan nuevas formas de mejorar la vida de las personas y crear riqueza. Será cada vez más importante encontrar compañías con un crecimiento sostenible y predecible de los beneficios a valoraciones razonables. Y sin la ventaja de las políticas expansivas de liquidez, la selección activa de valores volverá recuperar su importante papel.