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La inflación, ¿un verdadero peligro para inversores y mercados?

La inflación es un fenómeno que la RAE define como la elevación del nivel general de los precios, algo que si se aplica de forma excesiva a los mercados, inquieta profundamente a países, empresas e inversores. Aunque todavía estamos inmersos en la crisis de la Covid-19 son algunos los indicadores que ya apunten a una […]

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21 may 2021

La inflación es un fenómeno que la RAE define como la elevación del nivel general de los precios, algo que si se aplica de forma excesiva a los mercados, inquieta profundamente a países, empresas e inversores.

Aunque todavía estamos inmersos en la crisis de la Covid-19 son algunos los indicadores que ya apunten a una recuperación económica, algo que iría de la mano de un repunte de la inflación. “Por lo general, un aumento de los precios puede ser considerado una mejora de la situación económica por parte de los bancos centrales, que en consecuencia pueden relajar sus políticas laxas y/o de ayudas fiscales, incluso pueden tomar la decisión de subir los tipos de interés”, puntualiza Laura Sánchez, editora jefe de Investing.com España.

Para Philipp Vorndran, estratega de mercados de Flossbach von Storch sin embargo, se ha generado un exceso de deuda. “Puede que la situación en EEUU sea aún más extrema, pero hasta donde yo sé, esto solo se había vivido en tiempos de guerra. En estos momentos no veo de dónde podría venir un crecimiento tan fuerte como para que no lo ahogara en el futuro un aumento de los tipos de interés”. 

La inflación, ¿un verdadero riesgo? 

Y aunque la palabra inflación se vincule demasiado a menudo con algo negativo, lo cierto es que desde diferentes ámbitos explican que la inflación, no tiene que ir vinculada con algo negativo para los inversores. Así lo comenta Sánchez, pues “lo importante es ver de qué forma se adecúan las empresas, los bancos centrales y las políticas monetarias a ese aumento de la inflación”.

De hecho, Erik Weisman, economista jefe en MFS Investment Management, puntualiza que en consecuencia a las políticas acomodaticias fiscales y monetarias que se han emitido por parte de gobiernos y bancos centrales en la situación Covid, así como la ausencia de medidas de austeridad en el corto plazo y la tendencia más amplia hacia la desglobalización que ya estaba en marcha antes de la pandemia, han hecho ahora más posible la reactivación de la inflación que durante el ciclo económico anterior. “Por ello, la inflación podría repuntar el próximo año. No tendremos hiperinflación, pero la tasa puede aumentar lo suficiente como para que la Reserva Federal de EE. UU se sienta incómoda”, aclara. 

Y es que últimamente, los rendimientos de los bonos han subido, pero siguen estando muy por debajo de cero en términos reales, lo que sugiere que los rendimientos reales de los bonos del Tesoro de EE.UU. son bajos y posiblemente negativos a medida que la inflación aumenta. “Parece muy poco probable que los rendimientos reales para los inversores del Tesoro alcancen el 3,0% que promediaron en los últimos 30 años o incluso el 1,5% de media de la última década”, explica Chris Iggo CIO Core Investments, de AXA Investment Managers. 

Dónde estamos y hacia dónde vamos 

En materia financiera, la hoja de ruta parece marcar la siempre Estados Unidos, que es sin duda la poderosa referencia. Aunque la potencia del otro lado del Atlántico tenga unas previsiones de recuperación más optimistas y en menos tiempo que Europa, lo cierto es que va abriendo camino.

El experto de Flossbach von Storch indica por su parte que lo más seguro es que suban algunos precios como los de vuelos u hoteles y es posible que temporalmente “en algún momento alcancemos tasas de inflación del tres, tal vez incluso del cuatro por ciento”.

Ariel Bezalel, gestor de fondos y responsable de Renta Fija, de Jupiter AM apunta que “los mercados ya han descontado un repunte significativo de la inflación, con el Breakevens de 10 años de EE. UU. (una medida de la inflación promedio para los próximos 10 años) moviéndose al nivel más alto desde principios de 2013”.

“El IPC de marzo ha subido en EEUU, lo que puede ser una señal de recuperación económica del país norteamericano, y una señal de que los efectos negativos de la pandemia del coronavirus en la economía global podrían ir despejándose, para dar paso a una recuperación que, aunque sea más lenta de lo previsto, es muy esperada y se hace muy necesaria”, aclara la experta de invesnting.com.

“La última expansión de EE.UU. fue récord y sólo llegó a su fin debido a la pandemia. Mientras que este año se trata de la reapertura y la recuperación, la expansión debería persistir en los EEUU, ya que no parece haber apetito por un endurecimiento prematuro de la política fiscal o monetaria. A condición de que la inflación no se dispare, esto sugiere que los rendimientos de la renta variable seguirán dominando”, considera el entendido de Axa IM.

Y es que en las tres últimas décadas, los rendimientos reales de la renta variable estadounidense (rendimientos nominales deflactados por la inflación del índice de precios al consumo básico) han sido 2,5 veces superiores a los rendimientos reales de los bonos del Tesoro y casi el doble de los rendimientos del crédito. “En la última década, las diferencias han sido aún más marcadas. Aunque la rentabilidad de los dividendos es modesta (en torno al 1,5% para el S&P500), el crecimiento de los beneficios debería ayudar a mantener una rentabilidad real atractiva, incluso si las valoraciones actuales siguen pareciendo caras. Aún es pronto, pero la temporada de beneficios del primer trimestre ha empezado con fuerza, gracias a unos resultados mejores de lo esperado de los grandes bancos de Wall Street. Las expectativas de beneficios agregados para el próximo año siguen siendo de un crecimiento del 20%”, explica.

Para Weisman, algunas áreas y sectores ya han demostrado que existen ciertas presiones inflacionarias, pero es algo que no inquietaría demasiado a la Fed, debido a que gran parte de este fenómeno se debe a una mayor demanda de algunos productos como consecuencia de la pandemia

que vivimos y ese cambio de hábitos de consumo que ha dejado a claros ganadores y perdedores de la crisis.

“Si el desempleo vuelve al 4% en 2022 y la inflación es un poco más alta, la Fed podría pensar en actuar antes de lo que espera ahora. Pero el banco central no lo hará rápidamente. Otra cosa a tener en cuenta es que el efecto base que impulsa la inflación comenzará a disminuir nuevamente en julio o agosto. Veremos en los datos mensuales si la inflación está bajando o si se avecina algo más serio”, hace hincapié el entendido.

Desde Jupiter AM explican que veremos un retorno de la inflación medida durante 2021, pero que mucha parte de ella estará causada por los efectos base, debido a los bajos niveles de inflación de 2020”.

“Las preguntas más importantes son si veremos un aumento permanente en las presiones de la inflación subyacente global y también sobre cuánto de un aumento de la inflación ya ha sido descontado por el mercado”, comenta Bezalel para añadir que no consideran que vayamos a ver un aumento permanente de las presiones inflacionarias debido a que “muchas de las presiones a la baja a largo plazo que emanan de la demografía, la deuda y la tecnología disruptiva persisten y, si algo ha sido acelerado por la pandemia y también porque la economía global emergerá de la crisis con una importante capacidad ociosa, especialmente en el mercado laboral”.

Este tono moderado es el que comparte también el Banco Central Europeo, pues en la reunión de finales de abril, Christine Lagarde no se mostró demasiado inquieta por el aumento inflacionario y achacó los datos del mes de marzo a una señal lejana y distorsionada de una recuperación sólida.

La pregunta que subyace es cuál podría ser el detonante que hiciera tambalear los mercados. “Un desencadenante podría ser que la Fed apriete las riendas al reducir el tamaño de su programa de compra de bonos. De hecho, en el cuarto trimestre de este año, es probable que al menos anuncie un cambio en su programa de compras. Luego, debería finalizar sus compras de bonos para fines de 2022 y aumentar la tasa de interés clave para fines de 2023”, explica Weisman aunque añade: “Es poco probable que el banco central haga mucho en los próximos tres a seis meses. Algunos podrían tener la impresión de que las bolsas de valores han subido demasiado, pero dada la fuerte recuperación económica y la inmensa liquidez, es probable que no haya un gran revés”.

“El entorno general para los mercados de valores sigue siendo constructivo, pues algunos costes ya se han descontado. Por otro lado, las acciones no subirán tanto como en los últimos meses, pero probablemente seguirán subiendo”, recalca el entendido de MFS Investment Management.

“Un aumento sostenido de la inflación solo es inminente cuando las expectativas de mayor inflación se han arraigado firmemente en la mente de las personas y también determinan las negociaciones salariales, por ejemplo. Solo entonces los bancos centrales se verían obligados a ajustar su política ultra-flexible o al menos a mantener la perspectiva de hacerlo. Si lo harán realmente es otra cuestión. En vista de las enormes deudas en todo el mundo, su margen de maniobra seguirá siendo limitado en los próximos años”, considera Philipp Vorndran. 

A qué sectores debemos permanecer atentos 

Sean Markowicz, responsable de estrategia, estudios y análisis de Schroders señalaba a principios del mes de abril que la fuerte subida de los rendimientos de los bonos sacudió a los mercados de renta variable ante el temor de que el estímulo fiscal y un aumento del gasto tras la pandemia puedan avivar la inflación. Y es que las expectativas de inflación a cinco años han repuntado bruscamente desde sus mínimos de la pandemia y ahora están en nada menos que el 2,5%, su nivel más alto desde el año 2008.

Con esta información encima de la mesa y fijándonos en la renta variable, Markowicz indicaba qque la renta variable ha superado a la inflación en el 90% de los casos cuando la inflación ha sido baja (por debajo del 3% de media) y ha subido, lugar donde nos encontramos actualmente. “No obstante, cuando la inflación ha sido alta (por encima del 3% de media) y ha subido, la renta variable no se ha comportado mejor que el lanzamiento de una moneda”, recalca el entendido de Schroders.

Fuente: Schroders

Aunque la renta variable se comporta de forma general de forma negativa en entornos y contextos de alta y creciente inflación, hay sectores en los que podemos refugiarnos.

“Los sectores cíclicos (banca, inmobiliario, automoción, etc…) siempre van más ligados a la economía, y los defensivos (alimentación, eléctricas, seguros…) suelen ser los preferidos ante una situación de incertidumbre”, aclara Sánchez.

Desde Schroders más concretamente apuntan al sector energético, donde se incluyen a las empresas petroleras y de gas. “Estas empresas superan la inflación el 71% de las veces y ofrecen una rentabilidad real anual del 9,0% de media”, aclaraba el entendido.

Para Markowicz, otro de los sectores que debemos tener en cuenta a la hora de refugiarnos de la inflación son los REIT, los fondos de inversión inmobiliaria. “Superan a la inflación el 67% de las veces y obtienen una rentabilidad real media del 4,7%”, debido a que “poseen activos inmobiliarios y proporcionan una cobertura parcial de la inflación a través de la transmisión de los aumentos de precios en los contratos de alquiler y los precios de las propiedades. Por el contrario, los REITs hipotecarios, que invierten en hipotecas, se encuentran entre los sectores con peor rendimiento.

“Lo mismo ocurre con la promesa de crecimiento futuro de los beneficios de los activos la tecnología informática”, informa el experto para después añadir: “El grueso de sus flujos de caja se espera que llegue en un futuro lejano, lo que valdrá mucho menos en dinero de hoy cuando aumente la inflación. Los valores financieros, en cambio, se comportan comparativamente mejor, ya que sus flujos de caja tienden a concentrarse en el corto plazo. Sin embargo, una inflación elevada puede seguir siendo perjudicial, especialmente para los bancos, porque erosiona el valor actual de los préstamos existentes que se devolverán en el futuro”.

Además, los metales preciosos y la minería, que a menudo son considerados activos refugio, tienen, tal y como indican los números de la gestora, un desempeño desigual cuando se trata de protegernos contra la inflación. “De media, estas empresas obtuvieron una rentabilidad real media del 8,0% en entornos de inflación alta y creciente. Pero la probabilidad de que esto ocurra es como lanzar una moneda al aire: sólo batieron la inflación el 47% de las veces, bastante menos que muchos otros sectores”, declara Sean Markowicz.

Por su parte, Weisman hace referencia a que las materias primas y los activos duros como el oro han servido como ejemplo para combatir esas presiones inflacionarias del mercado, así como los bienes

inmobiliarios. “Los valores protegidos contra la inflación, los bonos de vencimiento limitado, las acciones de valor y los valores de tasa flotante también podrían ayudar a compensar un entorno inflacionario”. 

Fuente: Schroders

Los consejos para plantarle cara a la inflación en este contexto 

La entendida de Investing considera sin ninguna duda que, “lo más recomendable es tener una cartera diversificada, tanto en renta variable, mixta o fija, como en sectores y países/regiones”, y añade: “Es importante destinar el porcentaje que queramos “arriesgar” (según nuestro perfil inversor) para obtener una mayor rentabilidad, pero también destinar otro porcentaje a productos más garantizados. Que la tormenta no nos pille sin paraguas”.

“En última instancia, los inversores deberán centrarse en invertir una parte importante de sus activos en activos tangibles líquidos de primera clase en los próximos años, sobre todo en acciones de buenas empresas”, aclara el experto de Flossbach von Storch.

En Jupiter también hacen referencia a buscar “sectores de la economía que se beneficiarían de un aumento permanente de la inflación y también activos reales que se mantendrían su valor a medida que subieron los precios”, debido a que consideran que el mercado está descontando una probabilidad demasiado alta de un aumento significativo de la inflación.

Iggo, de AXA IM, nos insta a la importancia de seguir de cerca el debate sobre la inflación y los datos. “El peor escenario para EE.UU. sería que la Fed se viera obligada a endurecer su política monetaria antes de tiempo debido a las inesperadas sorpresas de inflación al alza que se producirían en 2022. Un endurecimiento de las condiciones financieras frenaría el crecimiento y el deterioro de la relación crecimiento/inflación socavaría los mercados de renta variable”, espera pero añade que incluso entonces, “es probable que la renta variable sea la mejor cobertura contra la inflación, a menos que experimentemos una estanflación al estilo de los años 70, algo que es un riesgo de cola muy lejano”.

“Igualmente perjudicial para las acciones sería una repetición de los temores de deflación que surgieron en los primeros años del siglo. Una vez más, esto no está en nuestro radar, pero sería el único escenario en el que los bonos podrían superar de forma sostenible a las acciones”, aclara. 

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