El pasado mes de diciembre, China y la Unión Europea cerraron un pacto de inversiones (CAI) calificado como “el más ambicioso” que se había logrado hasta ahora. De hecho, Xi Jinping, presidente del país asiático, aseguró que suponía “un mayor acceso al mercado, elevados estándares en materia de ambiente de negocios, fuertes garantías institucionales, y […]
BolsasEl pasado mes de diciembre, China y la Unión Europea cerraron un pacto de inversiones (CAI) calificado como “el más ambicioso” que se había logrado hasta ahora. De hecho, Xi Jinping, presidente del país asiático, aseguró que suponía “un mayor acceso al mercado, elevados estándares en materia de ambiente de negocios, fuertes garantías institucionales, y brillantes perspectivas para la cooperación”. Sin embargo, cinco meses después, el pacto ha quedado “congelado”, tal y como aseguró Bernd Lange, presidente de la Comisión de Comercio del Parlamento Europeo.
El motivo de esta paralización tiene que ver, principalmente, con las sanciones que el gobierno chino tiene impuestas contra algunos eurodiputados. Estas sanciones se produjeron porque algunos representantes políticos del Viejo Continente criticaron abiertamente la represión del Ejecutivo asiático contra la minoría uigur. Aunque, tampoco hay que olvidar que ya en diciembre este acuerdo de inversiones recibió críticas por parte de varios miembros del PE al entender que Pekín salía como vencedor.
Pero no solo han interferido las sanciones a varios eurodiputados, sino también la reunión del G-7. Allí, los representantes de las siete democracias liberales más ricas del mundo analizaron cómo podían dar respuesta conjunta a las amenazas mundiales que planteaba el modelo chino. “No es nuestro propósito intentar contener a China”, dijo el lunes a los periodistas el Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken. “Lo que intentamos hacer es mantener un orden internacional basado en normas en el que nuestros países han invertido tanto durante tantas décadas en beneficio, diría yo, no sólo de nuestros propios ciudadanos, sino de la gente de todo el mundo, incluida, por cierto, China”, aseguró.
Además de esas palabras, Blinken aseguró que presionarían a Pekín sobre la represión que estaban realizando en la región de Xinjiang, donde han recluido a un millón de uigures y a musulmanes. De hecho, desde Washington han llegado a calificar esto como un “genocidio”. Una postura que echa más leña al fuego tras la postura que el gobierno de Xi Jinping mantiene sobre Hong Kong.
Tras siete años de negociaciones, el acuerdo quedó cerrado y a la espera de ser ratificado por el PE. Pero, los principales puntos logrados, según la propia Comisión, se basan en el establecimiento de reglas en contra de la transferencia de tecnología; nuevas obligaciones para el modus operandi de las empresas públicas chinas; mayor transparencia en los subsidios públicos; compromisos inéditos de Pekín en desarrollo sostenible (a nivel medioambiental y laboral); blindaje de la apertura actual de la economía china para evitar una posible marcha atrás; un mecanismo de resolución de conflictos Estado-Estado; y eliminación o reducción de las restricciones cuantitativas, los límites de control de accionariado y las joint ventures en una serie de sectores.
A este posicionamiento de la Unión Europea ante China, también hay que añadir el hecho de que Joe Biden ha decido mantener los aranceles y los controles de exportación a los productos chinos y envía buques de guerra para desafiar las reclamaciones de China en el Mar de China Meridional, al mismo tiempo que sigue manteniendo los contactos de alto nivel con Taiwán en un país que sigue polarizado.