Los bancos centrales han aumentado la masa monetaria como nunca lo habían hecho. Todo ello ha sido con la intención de paliar los efectos de la pandemia, pero el efecto secundario está siendo el creciente riesgo de deflación. Hasta ahora, el BCE ha optado por no reducir su tasa de interés clave por debajo de […]
BolsasLos bancos centrales han aumentado la masa monetaria como nunca lo habían hecho. Todo ello ha sido con la intención de paliar los efectos de la pandemia, pero el efecto secundario está siendo el creciente riesgo de deflación. Hasta ahora, el BCE ha optado por no reducir su tasa de interés clave por debajo de cero este año, incluso cuando ha revelado aplicado de 3 billones de dólares de nuevos estímulos monetarios, incluidas compras de bonos a gran escala y préstamos baratos para bancos, que aproximadamente igualaron a la Reserva Federal. La tasa de interés clave del BCE se encuentra actualmente en menos 0,5%. Además, por si fuera poco Christine Lagarde, presidenta de la institución, ha asegurado que están “preparados para utilizar todas las herramientas que producirán el resultado más efectivo, eficiente y proporcionado”. Por todo ello, los expertos esperan más estímulos por parte del banco central.
Actualmente, la tasa media de inflación se sitúa en el 0 % en los mercados desarrollados. “Llevamos tiempo argumentando que las potentes fuerzas estructurales formadas por el exceso de deuda, el envejecimiento demográfico y la disrupción tecnológica (las «tres D») seguirán generando presiones deflacionistas. Se trata de unas fuerzas estructurales muy arraigadas que llevan décadas gestándose y ciertamente no desaparecerán de la noche a la mañana”, comentan Ariel Bezalel, Head of Fixed Income Strategy en Jupiter AM, y Harry Richards, gestor de fondos de renta fija de la gestora.
Para evaluar los riesgos deflacionarios, también es esencial considerar la velocidad de circulación del dinero. Se trata de una tasa que mide con qué frecuencia se utiliza una unidad monetaria para comprar bienes o servicios. La crisis del coronavirus ha provocado un hundimiento de la velocidad de circulación del dinero. De ahí se desprende que en lugar de gastar su dinero, “cada vez más gente lo está ahorrando o invirtiendo, dos prácticas inherentemente deflacionistas”, añade Bezalel.
Como señala Gilles Moëc, Chief Economist de AXA IM, uno de los riesgos es que “los agentes económicos extrapolan la tendencia inflacionaria y revisan sus expectativas en consecuencia”, volviéndose “racional que los agentes económicos pospongan el gasto” ya que, “mientras puedan proteger el valor nominal de su riqueza acumulada, el poder adquisitivo de su ahorro aumentará con el tiempo”.
Pero el experto advierte que “el comportamiento del ahorro puede contribuir a que se desarrollen estas dinámicas (deflacionistas)” por lo que no señala a las expectativas de inflación como causa inmediata del repunte actual del ahorro: “Más bien, es muy probable que la causa fundamental sea el deterioro de las perspectivas de empleo”.
A corto plazo, “las presiones inflacionistas podrían fluctuar, pero como inversores que tratan de equilibrar los riesgos y los retornos, nos fijamos en las tendencias a largo plazo. Existen multitud de oportunidades en los mercados de renta fija actuales esperando a que los inversores experimentados las descubran. A la vista del entorno deflacionista, creemos que sigue estando justificada una exposición sustancial a la deuda pública con calificación AAA, mientras que, en la deuda corporativa, a la vista del apoyo de los bancos centrales, nos estamos centrando en empresas con modelos de negocio sólidos que pueden soportar las incertidumbres que se avecinan”, comenta Harry Richards.