Invertir con criterios ESG es un proceso que están aplicando a conciencia las gestoras de activos, ya no solo para cumplir con la regulación europea, sino también para cubrir la demanda de los inversores. Algo en lo que Invesco lleva trabajando más de 30 años, tal y como explica Fernando Fernández-Bravo Sauco, Head of Sales Active Iberia at INVESCO.
Para Invesco la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente están en nuestro ADN, por lo que no solo aplicamos criterios ESG en nuestras inversiones, sino en nuestra estructura y nuestra actividad diaria. Para incorporar la sostenibilidad en las inversiones, es necesario alinear los objetivos que guían la gestión de la cartera con las creencias de la persona u organización. Es necesario tener en cuenta las características deseadas de los activos que formaran parte de la cartera en su conjunto, por ejemplo, cuál será el tipo de activo (renta fija o variable), cuál es la proporción de cada tipo de activo en la cartera y cuáles son las correlaciones entre estos activos. A partir de ahí, buscamos establecer parámetros para la selección de inversiones, con el proceso de screening (identificación), que debe basarse en los criterios ESG que se aplicarán y que determinarán qué proyectos y empresas pueden incluirse en la cartera.
En Invesco tenemos todo el rango de posibilidades de inversiones ESG, porque así nos lo requieren nuestros clientes. Eso significa que diversos procesos de exclusión y que también tenemos sistemas para incorporar empresas que tienen un impacto positivo en la sostenibilidad. Efectuamos tres tipos de análisis:
Depende de cada fondo. De acuerdo con la regulación, hay cuatro diferentes niveles, conocidos como artículos: los fondos que aplican el artículo 6 integran los criterios ESG en el proceso de inversión y llevan a cabo una exclusión selectiva, de todos aquellos sectores que tienen un potencial impacto negativo en sostenibilidad, como tabaco, armas, alcohol, etc… Después tenemos los fondos del artículo 8, que promueven iniciativas sociales y ambientales junto con los objetivos de resultados tradicionales. Es decir, que aunque no tienen un objetivo sostenible específico o definido, sí buscan promover las llamadas características ESG. En este caso se produce una combinación de exclusiones negativas e inclusiones positivas. Aquí pueden quedarse fuera un gran grupo de compañías, ya que no solo se excluye a las industrias no aptas, sino también a muchos emisores y empresas de industrias “aptas” pero que no están entre los mejores de su categoría a la hora de cumplir con los requisitos de sostenibilidad.
Por último, los fondos del artículo 9 son aquellos que tienen objetivos explícitos de sostenibilidad. Son los productos de inversión que cuentan con un objetivo de sostenibilidad (específico) y que además deben contar como pretenden conseguirlo.
La sostenibilidad ha ocupado un papel importante en Invesco desde hace muchos años. Lanzamos nuestra primera estrategia ESG hace casi 30 años y hoy por hoy contamos con más de 100.000 millones de dólares de inversiones puramente ESG. Si miramos el grado de integración de los criterios ESG en nuestros procesos de inversión, actualmente alcanza el 96% del total de las inversiones y el objetivo es alcanzar el 100% en breve. Y nuestro compromiso es total: cada año votamos en más de 9.000 juntas de accionistas para favorecer el compromiso sostenible de las empresas en las que estamos presentes. Además, hemos realizado más de 5.000 iniciativas junto con esas empresas participadas con el mismo objetivo.
En general ha sido un proceso positivo, porque ha establecido por fin unos estándares para saber que requisitos deben tener los productos financieros para poder ser considerados como disponibles. De esta forma, se ha podido homogeneizar la oferta de productos financieros y poder compararlos de alguna forma. El objetivo final de la UE era redirigir flujos de capital a compañías que den respuesta a los desafíos medioambientales y sociales y viendo las cifras parece evidente que lo ha conseguido. Para la industria la implantación ha sido un proceso largo y complicado por la complejidad del cambio, aunque hay que destacar que la implantación ha sido prácticamente modélica, con muy pocos problemas para la magnitud del cambio.
El principal reto seguirá llegando desde el lado de la regulación. La normativa SFDR implica una implantación gradual y seguiremos viendo cambios normativos a lo largo de los próximos meses y trimestres. Otro de los grandes retos de las gestoras será cubrir la gran demanda de inversiones sostenibles que se prevén en los próximos años. Proyectos como la transición energética hacia la generación limpiaj va a requerir canalizar inversiones multimillonarias, tanto nuevos flujos como inversiones ya existentes y que los inversores quieran alinear a sus creencias.