Las previsiones apuntan a que en este ejercicio las emisiones de bonos verdes alcancen los 140.000 millones de euros. El banco Mundial emitía los primeros hace una década para dar respuesta a un grupo de fondos de pensiones suecos que querían invertir en proyectos sobre el clina, pero este mercado no comenzaba a ser realmente […]
Las previsiones apuntan a que en este ejercicio las emisiones de bonos verdes alcancen los 140.000 millones de euros. El banco Mundial emitía los primeros hace una década para dar respuesta a un grupo de fondos de pensiones suecos que querían invertir en proyectos sobre el clina, pero este mercado no comenzaba a ser realmente líquido hasta más o menos el año 2012. Hoy en día muchas empresas estudian unirse a la tendencia, al hilo del auge por todo lo que tiene que ver con la sostenibilidad en el mundo de las inversiones. Pero, ¿qué son los bonos verdes? ¿Qué les diferencia de los demás?
Características de los bonos verdes
Lo que diferencia a un bono verde de un bono convencional es el compromiso por parte del emisor de utilizar los fondos recaudados sólo a proyectos que tengan un carácter verde y sostenible. Según aclara Luis Hernández Guijarro, gestor de fondo Esfera II Sostenibilidad ESG Focus Fund, son los emisores los que califican como verdes esos bonos pero éstos deben ser confirmados como tales como un segundo revisor independiente, “de acuerdo a reglas y estándares introducidos a través de iniciativas como GBP (Green Bond Principles) o Climate Bonds Standard”, subraya.
Este tipo de bonos son una fuente alternativa de financiación para las empresas, pero también para organizaciones privadas o públicas, como pueden ser regiones o ciudades.
A partir de aquí, los bonos verdes no tienen ninguna otra particularidad. “Son exactamente iguales a los bonos senior. Tienen la misma liquidez y el mismo acceso, la misma prelación en términos de impago…”, recalca Félix López, socio-director de atlCapital. “No son como un Project Finance que tienen identificado un proyecto y que tienen el riesgo de ese proyecto pero no tienen riesgo perimétrico con el resto de activos de ese emisor”. Es decir, los bonos verdes son bonos que únicamente se diferencian del resto de bonos senior en que tienen predefinido lo que se va a hacer con el dinero captado en esa emisión.
¿Iguales, más o menos interesantes?
En términos de rating es cierto que los emisores de bonos verdes suelen ser la gran mayoría compañías investment grade o grado de inversión. Es decir, sus bonos son considerados de alta calidad crediticia.
Sin embargo, los analistas tienen claro que el hecho de que sean bonos verdes no significa que sean más ventajosos para el comprador. En general, apuntan a que no hay ni una prima ni un descuento en este tipo de bonos. Es decir, pueden ser igual de interesantes que la deuda tradicional, sin más. De hecho, aseguran que si se hace una curva interpolada de todos los bonos verdes y de los que no lo son no se distinguen entre ellos. Y, en términos de rentabilidad este tipo de bonos lo han hecho de manera muy similar al índice agregado europeo: el Bloomberg Barclays MSCI EuroGreen Bonds Index. Por lo tanto, la ventaja de optar por los bonos verdes no tiene que ver con un aspecto financiero, sino de impacto.
Y en efecto, existe una creciente comunidad inversora que busca este tipo de inversiones relacionadas con todo lo que tiene que ver con temas de gobernanza, de medioambiente y de responsabilidad social corporativa. Y existe, a su vez, un claro interés empresarial por dar respuesta a esta demanda.
¿Por qué ese interés por emitir bonos verdes?
Según explica Hernández de Guijarro, las compañías energéticas pueden tener interés en bonos verdes por varias razones. La primera, diversificar sus fuentes de financiación y evitar riesgos regulatorios. No hay que olvidar en este punto “la moratoria nuclear alemana no hace mucho o que el fondo soberano noruego lleva años poniendo límites a su inversión en compañías con un porcentaje relevante en negocios relacionados con el carbón o la pura extracción de petróleo”, recuerda el gestor del fondo sostenible de Esfera Capital.
Junto a ello, a las compañías no energéticas “les puede interesar por su rentabilidad, por reputación corporativa, por llegar a ser compañías carbono neutral ( como el Banco Pictet desde hace años) o por enriquecer su informe de Información No Financiera y Diversidad según la Directiva Europea reciente, por poner algunos ejemplos”, señala Hernández Guijarro.
Y a todas, energéticas y no energéticas, les viene bien diversificar la base de inversores.