No son pocas las pruebas de que las mujeres están infrarrepresentadas en las finanzas y numerosos estudios demuestran que ello puede acabar perjudicando a la economía en general. ¿Durante cuánto tiempo podemos seguir presumiendo de tener una economía avanzada cuando la mitad de la población está desvinculada del sector financiero?

Revisemos los hechos: en todo el mundo, menos de una de cada cincuenta instituciones financieras tiene una mujer como consejera delegada y menos del 20% de los miembros ejecutivos de los consejos de administración son mujeres, según datos del FMI. Las empresas del IBEX 35 sólo alcanzan el 21% de mujeres directivas, frente a la media europea del 23,6%, según el informe "La mujer en los puestos claves de las empresas del IBEX 35 y Euronext", realizado por el Observatorio de Diversidad y Tendencias de la Asociación Española de Ejecutiv@s y Consejer@s, EJE&CON, junto con la consultora de comunicación ATREVIA. El informe subraya que sólo 6 empresas del IBEX 35 superan el 40% de presencia de mujeres en sus comités directivos.

Como mujer que ha hecho carrera en el sector financiero, sé por experiencia propia que es una industria muy dominada por los hombres en la que el ambiente puede ser muy hostil. Es cierto que cada vez más mujeres se incorporan al sector y muchas mujeres fuertes ocupan puestos de responsabilidad, pero aún queda mucho por hacer.

Según el FMI, un consejo de dirección más equilibrado entre hombres y mujeres conduce a una mayor diversidad de pensamiento, lo que a su vez deriva en mejores decisiones empresariales y mejores resultados. No se trata de meras especulaciones: existe una correlación directa entre la presencia de mujeres en altos cargos y la buena gestión.

Los síntomas del problema están claros. Pero ¿cuáles son las causas reales, dónde empieza la infrarrepresentación femenina? En las prestigiosas universidades estadounidenses de la Ivy League, el 46% de los estudiantes de la Harvard Business School y el 52% de los de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania son mujeres. Sin embargo, la presencia femenina en el profesorado de los programas de MBA de las principales escuelas de negocios estadounidenses solo alcanza el 16%. He aquí una posible razón de la diferencia entre el número de licenciadas y el de mujeres que ocupan puestos directivos: la falta de mentores y modelos.

Las finanzas son un campo históricamente dominado por la presencia masculina, donde existe una cultura establecida de promoción de los hombres por encima de las mujeres igual o mejor cualificadas y donde hay una pronunciada brecha salarial entre hombres y mujeres en puestos equivalentes. En un sector como este, romper el techo de cristal es mucho más difícil cuando se está sola. Con un número claramente menor de profesoras y directivas que marquen un camino a seguir, la tarea es doblemente ardua. Existe un círculo vicioso en el que la escasez de modelos de conducta se traduce en menos oportunidades para que las mujeres se conviertan, a su vez, en modelo a seguir para las siguientes generaciones.

Existen iniciativas que pretenden contrarrestar este problema a través de la mentorización, como el Club del 30%, un movimiento que pretende aumentar el número de mujeres en los consejos de administración de todo el mundo. Más de 1.000 presidentes y consejeros delegados de más de 20 países se han unido al Club del 30%, por lo que se comprometen a alcanzar el 30% de representación femenina en sus consejos.

Pero al centrarnos únicamente en las mujeres en puestos ejecutivos, seguimos tratando un síntoma y no la causa. La participación femenina en las finanzas es menor no sólo en los consejos de administración, no sólo en los organismos reguladores, no sólo en las instituciones educativas de prestigio, sino también en la sociedad en general.

Las mujeres representan una proporción menor de los prestatarios, constituyen una proporción menor de los depositantes y la brecha salarial entre hombres y mujeres es omnipresente en todos los sectores y regiones. Las mujeres están infrarrepresentadas en relación a los servicios financieros a todos los niveles. Por lo tanto, la desigualdad en los altos cargos de las finanzas no puede ni debe abordarse de forma aislada, sino en relación con la desigualdad en la sociedad en su conjunto. Al fin y al cabo, las finanzas y la sociedad están entrelazadas. Una perspectiva holística nos ayuda a comprender mejor que una mayor igualdad financiera en toda la sociedad fomenta la estabilidad económica y estimula el crecimiento.

¿Es un objetivo realista la igualdad de representación de las mujeres en todos los niveles de la economía -desde las consumidoras a las propietarias de pequeñas empresas, pasando por las directoras ejecutivas-, o estamos pidiendo demasiado? La baronesa Helena Morrisey, fundadora de la Campaña del 30%, ha relatado un incidente en el que un presidente del FTSE le dijo que la campaña del 30% estaba "intentando destruir las empresas británicas". Está claro que los esfuerzos por alcanzar la igualdad siguen encontrando una resistencia agresiva en algunos sectores. Tendrán que producirse cambios culturales fundamentales para que se den los pasos necesarios.

Las economías más competitivas del futuro serán las que aprovechen el talento disponible a nivel nacional y atraigan a los mejores talentos a nivel internacional. Y, para ello, será importante una transformación en las cúpulas del poder impulsado por la defensa de un mayor número de mujeres directoras y consejeras delegadas. Pero el cambio desde abajo, desde las bases, desafiando las actitudes retrógradas al tiempo que actuamos como mentoras de quienes nos siguen, marcará la mayor diferencia en la construcción de una cultura que finalmente permita una igualdad de género real.