La "cuenta corriente" del Gobierno estadounidense se acerca a niveles críticos. Es necesario llegar pronto a un acuerdo para elevar el techo de deuda de 31,4 billones de dólares. Al final se hará, pero no sin cuatro costes para la economía y los mercados estadounidenses. A corto plazo 1) desestabilización de los mercados de deuda, […]
La "cuenta corriente" del Gobierno estadounidense se acerca a niveles críticos. Es necesario llegar pronto a un acuerdo para elevar el techo de deuda de 31,4 billones de dólares. Al final se hará, pero no sin cuatro costes para la economía y los mercados estadounidenses. A corto plazo 1) desestabilización de los mercados de deuda, y 2) una posible priorización de los pagos que afectaría al gasto de los consumidores. A largo plazo, 3) los recortes del gasto se convierten en un lastre significativo para el PIB, y 4) la emisión de bonos de recuperación reduce la liquidez. Todo esto es negativo y autoinfligido. Los inversores en bolsa se muestran complacientes al respecto y vemos riesgo de mayor volatilidad. Pero, en última instancia, vemos que los factores positivos de una menor inflación y unos recortes más rápidos de los tipos de interés impulsan el mercado de valores de larga duración frente a los cíclicos de la economía real.
Los rendimientos de las letras del Tesoro a un mes se han disparado hasta la cifra récord del 5,7%. Por su parte, los swaps de incumplimiento crediticio (CDS) a un año se han multiplicado por 10 desde principios de año. Todo ello está sembrando la incertidumbre y endureciendo las condiciones en los cimientos de los mayores mercados de renta fija del mundo. Si las negociaciones se prolongan más allá de la "fecha X", parece que las autoridades darán prioridad al reembolso de la deuda frente a los salarios públicos y los pagos de la seguridad social. Esto supondrá un lastre para el crecimiento del consumo.
Si se llega a un acuerdo, habrá recortes del gasto, centrados en los gastos discrecionales, que representan alrededor del 23% del presupuesto. El gasto militar representa la mitad de este porcentaje, mientras que el resto corresponde a sanidad, educación y prestaciones a veteranos. La Ley de Control Presupuestario de 2011, que puso fin al anterior estancamiento de la deuda, contemplaba recortes por valor de 900.000 millones de dólares a lo largo de una década, lo que convirtió al Gobierno en un lastre para el PIB durante los cuatro años siguientes. Algo equivalente ahora podría recortar c.0.50% del consenso del próximo año de sólo 0.8% de crecimiento del PIB. Además, un aumento del techo de deuda podría desencadenar la emisión de hasta un billón de dólares en bonos antes de que finalice el ejercicio fiscal en septiembre. Esto absorbería liquidez y desplazaría otras inversiones, invirtiendo las tendencias que han ayudado a sostener los mercados en los últimos meses.